Capitulo 53

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El olor a hospital es reconocible para cualquier persona, ya sea que hayas ido solo una vez cuando eras pequeño y te caíste al jugar con tus amigos o tuviste que ir por una pequeña revisión. A todos les llega el momento de pisar esta maldita construcción alguna vez en la vida y si aún no lo haces, te has ganado la lotería.

Son las 12 de la madrugada y hay mucha gente como para que pueda creer que es un día normal.

Adrien camina delante de su madre que camina a mi lado, con su padre recargado en sus hombros mientras que este trata de mantenerse despierto y en pie. Traté de ayudar a Adrien al igual que su madre hace un rato, pero no nos hizo caso. Todo pasó tan rápido. No ha dicho ninguna palabra desde que subimos al auto. Sus ojos están centrados en los de su padre y los de él están en el suelo, tratando de encontrar una salida.

Cuando Adrien llega al mostrador de urgencias y nosotras nos detenemos detrás de él, comienza el caos.

-Necesito que atiendan a mi padre, Gabriel Agreste. Se ha desmayado hace unos 20 minutos en la entrada de mi casa y no sabemos que es lo que le pasa-Dice él a la cica pelirroja de unos 20 y tantos años que está tras el mostrador. Tiene unas gafas negras que son tan grandes que le cubren hasta las cejas. Levanta la vista y echa un vistazo primero a sus ojos verdes y luego detrás de mi chico.

-Lo siento, señor, pero al igual que toda la gente que está como usted en este lugar, debe esperar su turno. Lamentamos mucho que haya pasado justo hoy lo de su padre, pero tenemos falta de personal, por lo que demorará un poco-Dice con una voz un tanto más chillona a la que yo había imaginado.

Adrien resopla y se mueve tan bruscamente que está apunto de dejar caer a su padre pero le alcanza y lo estrecha más fuerte a su cuerpo. Aprieto mis puños contra mis piernas tratando de mantener las ganas que tengo de lanzarme a él y dirigirle a la sala de espera para calmarlo, la madre de Adrien suelta un chillido.

-¿Usted está ciega?-Grita él, olvidándose de todo y perdiendo el control-¿Qué no está viendo a mi padre aquí mismo? ¡¿Acaso cree que un hombre que apenas puede mantenerse de pie ahora mismo puede esperar unos minutos porque ustedes no tienen el personal suficiente?!

La gente ya ha levantado sus cabezas de sus universos perdidos y la ha clavado en la escena frente a ellos. Adrien parece un chico normal, pero como ha sido todo demasiado abrupto, su ropa está arrugada y su cabello más revuelto de lo normal. Su madre le aprieta el hombro con cariño para que lo deje ya pero él se suelta rápidamente.

-Señor, entiendo lo que está diciendo pero si dice que apenas puede sostenerse, le sería más fácil que se fuese a sentar. Le aseguro que el tiempo pasará más rápido que lo que cree-Dice ella manteniendo la calma. No se ha alterado si quiera, esto debe de pasarle más a menudo de lo que creí-De verdad lo lamento, trataremos de que sea lo más pronto posible.

Adrien rueda los ojos y volteándose se dirige junto a su padre a la gran sala de espera llena de gente. Su cuerpo se derrite frente a mi a una hilera de sillas plásticas azules y sienta con cuidado a su padre, mientras que su madre se sienta rápidamente a un lado y lo recarga sobre su hombro. Adrien se sienta al otro lado y sin mirarle busca a tientas la mano de su padre para tomarla fuertemente. Yo me siento en la hilera del frente y me quedo mirándolo.

Sus ojos me miran pero no me observan. Están perdidos en sus pensamientos que vagan de un lado a otro. Le tomo una mano que al enlazarse con la mía, está inerte, fría y fuera de si mimo. Ni siquiera se percata de que lo estoy haciendo, su mirada está perdida más allá de mi tacto. Emilie a su lado menea la cabeza y unas lágrimas caen silenciosamente por su rostro, y se que está pidiendo con todas sus fuerzas que su esposo se recupere.

Este tiene los ojos cerrados contra el hombro de su hijo.

-Gabriel Agreste-Llama un chico de unos 25 años vestido con un uniforme de color azul claro. Tiene una mascarilla colgada en su cuello y unas ojeras enormes. Más grandes que las mías cuando no dormí por días. Adrien se levanta de inmediato teniendo cuidado con su padre y lo vuelve a colgar en sus hombros.

La gente levanta sus cabezas para escuchar de nuevo el nombre y suspiran al darse cuenta de que tienen que seguir esperando mucho tiempo más. El señor Agreste lucha por mantenerse erguido mientras el interno trae rápidamente una silla de ruedas en donde lo sientan de inmediato. Adrien toma las riendas de la silla y nosotros tras él, avanzamos por el camino hasta el modulo de urgencias.

-Mi nombre es Alex, estaré con ustedes hoy-Dice el interno cuando nos abre la cortina de un modulo. Dentro hay una camilla y un par de aparatos electrónicos. Toma suavemente al padre de Adrien con él y lo montan en ella-Díganme, qué es lo que le pasa.

-Él...-Se apresura a decir Adrien pero su madre lo detiene.

-Hemos estado fuera todo el día y cuando llegamos a casa, él cayó al suelo-Retoma rápidamente Emilie tocando la cadena que lleva al cuello fuertemente. Alex toma él pulso del hombre en la camilla y abre sus ojos con sus dedos para que él pueda seguir la luz de su linterna. Sus ojos van demasiado lento.

El interno se guarda la pequeña linterna en el bolsillo pequeño de su uniforme frunciendo un poco el ceño. Anota en una pequeña tabla que contiene unas hojas algunas cosas para luego volver a sacar su estetoscopio y escucha el corazón del señor Agreste y sus ojos se entrecierran.

-Su pulso va demasiado rápido.

Y dicho esto, el señor Agreste se lleva una mano al pecho y comienza a suspirar fuertemente. Adrien quien estaba a su lado, mirándolo comienza a alterarse y empieza a mover el cuerpo de su padre, quién suda y lo mira con dolor. Alex ha gritado algo que no he podido escuchar y de pronto, en el pequeño modulo hay más de 4 personas. Alguien me toma del brazo y me saca de la habitación.

-Todos afuera-Dice Alex tratando de sacar a Adrien de ahí, pero él se resiste. Su cabello se mueve de un lado a otro y su rostro esta rojo de furia-¡Fuera!

-¡Es mi padre!-Grita Adrien mientras otros dos tipos vestidos igual que Alex lo sacan del modulo a la fuerza y lo dejan un poco más atrás que nosotras. Unas chicas nos guían hasta la sala de urgencias otra vez y nos cierran las puertas dobles enormes en las caras. Emilie ahora tiene ambas manos en su cuello, en la cadena que contiene las fotos de su familia y su hijo se ha echado al suelo y se agarra la cabeza con fuerza para esconderla entre sus rodillas.

Un ruido similar a una campana de recreo comienza a sonar en todo el hospital y me giro tratando de ver de donde proviene. De las puertas que están unidas a la sala de emergencias salen al menos unos 7 internos más, mezclado con enfermeras y cuando pasa a un lado mío, puedo escuchar lo que significa este alboroto.

-Código azul.

Déjame sin palabras (Adrichloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora