11. Cambio.

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El avión había llegado de mañana, en cuanto salieron del aeropuerto, un miembro de la servidumbre de Sia fue a recogerlas personalmente.

Yamato: señorita Yoana, es un gusto tenerla de nuevo aquí. [Saluda a la joven] Y también es un placer recibirla a usted, señorita. [Refiriéndose a Pucca]

Él hombre estaba cerca de los treinta años, su piel es de un tono claro, solo que sus ojos y cabello eran de tonos oscuros de café, era alto y delgado. Además, que para la ocasión vestía de una forma formal. Siempre acostumbraba vestir elegante en casos especiales; el resto del tiempo solo vestía de una forma decente, por petición de Yoana, para ser exactos.

Yoana: gracias por venir por nosotras Yamato, pero es mejor irnos. [Camina hasta él] El vuelo fue algo pesado.

De inmediato les ayudo a subir sus maletas en el maletero, les abrió las puertas traseras del auto, para después subir y conducir el auto.

Yoana: él es Yamato, es muy cercano a mí. [Susurro a su hermana] Es casi como un tío.

Pucca: es algo... formal para mí. [Hablo de la misma forma]

Yoana: eso es porque no te conoce.

Pucca: ¿Dónde vives exactamente? [Mira por la ventana]

Yoana: casi a las afueras de la ciudad, cerca del bosque. [Aclaro] Veras que es un lugar tranquilo para las dos.

Sin decir más, Pucca volteo a mirar a su pequeña que descansaba en sus brazos.

Además, todo había sido presenciado por Yamato que miraba por el retrovisor. Conocía muy bien a la pequeña Yoana, como para deducir que algo pasaba, además, algo tenía que venir de ese pequeño bultito en los brazos de su hermana.

En todo el camino, Pucca no podía evitar mirar el lugar. Sin duda era muy diferente a lo que estaba acostumbrada, las casas, los autos, las personas, incluso la ropa. Otro problema sería el lenguaje. Tendría que acostumbrarse muy rápido al lugar.

Tardaron un rato en llegar, tenían que pasar por todas las calles del lugar para llegar a su hogar.
El lugar parecía tranquilo, además, la casa parecía ser lo suficientemente amplia para que pudieran vivir. No llamaba la atención, era lo apropiado para esconderse. Tal y como lo dijo Yoana, detrás y a sus alrededores, el bosque comenzaba a rodear el lugar, al menos se sentiría en casa con ello.

Yoana: y bien, ¿Te gusta?

Pucca: [Mira el lugar] Podría acostumbrarme.

Yoana: vamos adentro.

Ambas hermanas bajaron del lugar, y se adentraron a la casa para que Pucca pudiera mirarla mejor, mientras esperaban que bajaran su equipaje del auto.

La casa era linda, había una sala con chimenea, una cocina, un comedor y un baño en la planta de abajo. Arriba solo había una pequeña biblioteca, tres cuartos, y un baño con regadera. Era lo ideal.
La decoración ni se diga, era muy diferente a como Sooga, pero le gustaba.

De la cocina apareció una mujer, no era tan alta; tenia el cabello recogido en una coleta, su cabello era de un tono claro y tenía ojos verdes, además de que su piel era blanca. Tenía al menos unos 31 años.
A comparación del hombre de afuera, vestía un poco más normal. Nada de traje, ni uniforme, solo un delantal para no ensuciarse. Nada que las fuera a incomodar.

Yoana; Pucca, ella es Doña Emma. [La presenta] Ella puede a enseñarte hablar inglés. Fue ella quien me enseño. [Mira a la señora a su lado] Sr. Emma, ella es mi hermana, Pucca, ahora vivirá con nosotros.

Como Dos Gotas De Agua... [Garucca] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora