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¿Qué voy a hacer?

Pese a que tengo que dejar a la familia Bae, he perdido mi dinero, por lo que ya no puedo irme. Vernon probablemente no hablaba en serio. Está furioso, pero en realidad carece de la fuerza de voluntad necesaria para llevar a cabo esa clase de amenaza. La poca bondad que le quedaba murió cuando abandonó a Nancy; si alguna vez se acuerda de los tiempos en que fue mejor persona, seguro que ahoga ese recuerdo en vino. No, no tengo nada que temer de él. En cambio de YongGuk... de él no puedo protegerme. Tal vez le contó a YongGuk que me desea con la intención de que nos deje a solas. Si eso sucede, me matará simplemente para divertirse. La única protección que tenía era Jimin, y ahora puede que también necesite protegerme de él. Pero... ¿a quién podría recurrir? Si por lo menos hubiera alguien en el barco que conociera la verdad y no representara un peligro para mí... Un momento. Sí hay alguien. Hay precisamente una persona que está al corriente de todo. Ignoro si estará dispuesta a escucharme, pero debo intentarlo. Y como mínimo tengo una excusa para presentarme en su camarote. El asistente del barco me anuncia.

—El mayordpmo de los Bae desea verle, señor; Algo relacionado con una chaqueta que olvidó su hijo.

—Que pase —dice Park Namjoon. Cuando entro lo encuentro sentado delante de la chimenea. El señor Namjoon viste un traje oscuro mil rayas y pañuelo azul, como si en lugar de estar disfrutando de una travesía por mar se dispusiera a entrar en una sala de juntas. Es un hombre grande, como su hijo, menos atractivo, pero únicamente por los años. Tiene los ojos verdes, aún brillantes, y una mandíbula firme. No parece entorpecido, como tantos hombres de su edad, por el alcohol o la grasa, podría tomarlo por un hermano mayor de Jimin. Al principio no digo nada que desvele el verdadero propósito de mi visita, y dejo la chaqueta de Jimin en la mesa más próxima.

—Jimin se dejó esto anoche, señor. Pensé que debía devolvérsela cuanto antes.

—Gracias —No se muestra simpático ni antipático. Describiría su actitud como... cauta —Jimin no podrá agradecérselo, todavía duerme —Justo después del desayuno, tal como había calculado. Jimin probablemente ha llegado arrastrándose desde el baño turco, débil y desgreñado como la vez que le vi, para intentar descansar. Elevando la voz para reducir su temblor, digo:

—Debe de ser su mejor momento del día para dormir —El señor Namjoon no se toma mi comentario, como había temido, como un insulto o una amenaza. En su rostro solo veo alivio.

—Mi hijo me contó que sabe la verdad.

—No se la contaré a nadie —Independientemente de lo que sea Jimin, le di mi palabra y pienso cumplirla —Puede estar tranquilo.

—Le agradezco su discreción. Significa mucho para él y para mí.

—Necesito hablar del asunto con alguien —digo —YongGuk... perdón, el conde Bang, me está causando problemas, y ya no sé en quién confiar ni dónde está la verdad. Usted es la única persona a la que puedo recurrir —Se levanta prestamente, y pienso que quizá haya sobrepasado mis límites, pero en lugar de señalarme la puerta me conduce hasta su cubierta privada.

—No quiero que nos oigan desde el pasillo —murmura al tiempo que nos sentamos en sendas butacas de mimbre —Y prefiero no despertar a Jimin, si puedo evitarlo. Necesita descansar. ¿Le apetece un café? Oh, usted es inglés, seguro que prefiere té.

—Estoy bien, señor —El señor Namjoon es tan llano como su hijo. Aunque no puedo decir que me sienta cómodo en su presencia, teniendo en cuenta de lo que he venido a hablar, me cae bien, y eso ayuda.

—Debe ser prudente con el conde Bang —me advierte —La Hermandad no valora a las mujeres, y por lo tanto, a los homosexuales.

—Jimin me lo ha contado, señor. Y yo ya sabía que el conde era un hombre peligroso. Está intentando entablar amistad con mis señores y los tiene engañados.

TENEBROSA AQUA   ✧ JIKOOK ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora