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La caída se me hace eterna.

El tiempo se ralentiza, prolongando el horror de cada fracción de segundo que paso girando en la fría oscuridad. Lo que veo es un caleidoscopio confuso de imágenes, a cuál más espantosa: el costado del barco, blanco y elegante, golpeándose cada vez que reboto contra él, el pequeño bote salvavidas, que parece una lágrima clara contra el oscuro océano, la cara de Jimin en lo alto, mirándome. Quiero alargar los brazos hacia él, agarrarme al casco, trepar, negarme a dejarle, pero no puedo frenar mi descenso. Caigo sobre el mar con fuerza. Tablones, huesos y remos se me clavan en la espalda, y mi ya mareada cabeza golpea algo que me nubla la vista. El agua se cuela por el costado del bote, empapándome aún más la camisa, y el frío es tan afilado e intenso que me hiela la médula.

—¡Cuidado! —grita una mujer mientras unas manos me empujan bruscamente hacia el borde del bote, la espalda contra la lona —Vas a hacer que nos hundamos todos.

—¡Menudo insensato!

—Déjenlo en paz. Yo también habría saltado en su lugar —Y otros gritos en idiomas que no entiendo. Intento decirles que no he saltado, que me han tirado, pero el impacto me ha dejado sin aire. Cuando intento enfocar la vista, veo que el bote está ocupado en su mayoría por mujeres de tercera clase a juzgar por sus humildes chales y sus batas gastadas. Pero también hombres: dos marineros y un tipo de aspecto adinerado, con un bigote en punta y la expresión apagada, como muerta. Pero todo se desvanece demasiado deprisa. Cuando el bote escora peligrosamente, vuelvo en mí y solo entonces me percato de que he perdido momentáneamente el conocimiento. Embestido reiteradamente por el agua helada, estoy llegando al límite de mis fuerzas. Siento náuseas. ¿Por los golpes en la cabeza? ¿Por el movimiento del bote? Lo ignoro. Así y todo, logro auparme sobre los brazos para mirar a mi alrededor, y lo que veo me arranca un grito. El Titanic está elevándose sobre las aguas; la popa, quiero decir. Las luces siguen, pese a todo, encendidas, lo que nos permite ver la horrible escena recortada contra el cielo estrellado. Las gigantescas hélices están saliendo a la superficie a medida que la proa del barco se sumerge bajo el oleaje. Aunque nos encontramos más lejos del barco de lo que habría imaginado, estamos lo bastante cerca para que pueda ver a Jimin agarrándose a la barandilla cuando la cubierta desaparece bajo sus pies.

—¡Volvamos! —grito, o intento gritar. Mi voz es poco más que un susurro ronco —¡Tenemos que volver!

—Debemos alejarnos, caballero —responde un marinero sin dejar de remar —Cuando el barco se hunda, la fuerza de succión arrastrará consigo todo lo que haya cerca. Tenga la certeza de que si no nos alejamos nos absorberá —Tengo tanto frío que los dientes me castañetean. En medio del atontamiento, advierto que en el bote hay varios centímetros de agua casi congelada. Me estoy mojando y enfriando por momentos, pero eso no me parece tan importante como el hecho de que el bote salvavidas también parece estar hundiéndose. Alguien más lo ve y grita:

—¡Estamos haciendo agua!

—Es un bote plegable —contesta el marinero, como si eso lo explicara todo. Tal vez lo explique. Puede que el bote finalmente se pliegue y nos sumerjamos para morir congelados o ahogados, lo que sea que llegue primero. Existe un lugar más allá del terror donde reina la calma. No puedo hacer nada para salvarme, nada para salvar a Jimin o a los demás. Y, sobre todo, no puedo desviar la mirada de la terrible escena que tengo delante. El Titanic se inclina un poco más, y el morro desaparece bajo las aguas cuando el barco se eleva hasta quedar casi vertical. Luego se oye un ruido espeluznante, sobrenatural: el estrépito de todas las cosas y todas las personas a bordo del barco resbalando. Me imagino el magnífico salón de primera clase con sus sillas de madera labrada y sus lámparas de cristal desplomándose y haciéndose añicos contra tantas otras astillas y fragmentos. Mi camarote con sus humildes literas y mi bolsa con mis escasas pertenencias. La maldita caja que los Bae me hicieron cargar. Todo eso está haciéndose pedazos.

TENEBROSA AQUA   ✧ JIKOOK ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora