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Durante unos instantes no consigo moverme, solo puedo mirar. Anoche, mientras me debatía entre la vigilia y el sueño, llegué a la conclusión de que el lobo rojo debía de ser otra versión de YongGuk, otro ser humano transformado, pero con tanto hablar de su «amigo» y su «compatriota» creí que se refería a uno de los hombres que le acompañaban la otra noche en Southampton. En ningún momento sospeché que pudiera ser Park Jimin. Vuelve en sí lo suficiente para percatarse de que me encuentro de pie frente a él. Se aleja rodando sobre un costado, quizá para demostrarme que no quiere hacerme daño, quizá porque le avergüenza hallarse desnudo delante de un muchacho al que apenas conoce. Tal vez debería huir pero viendo cómo se mueve, me parece una crueldad dejarle solo.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta.

—¿No... no lo recuerdas?

—Vagamente —Intenta incorporarse pero no puede, los brazos todavía le tiemblan demasiado para soportar el peso de su cuerpo —¿Qué ha ocurrido?

—Tu amigo YongGuk... me arrastró hasta aquí. Él... —¿Cómo se lo digo? —Se transformó. Lucharon y no he podido salir del cubículo hasta que... has cambiado de nuevo -Ahora que ha amanecido y el vapor se ha disipado, echo un largo vistazo al baño turco. Hay un armario que apuesto a que es de ropa blanca. Efectivamente, cuando lo abro encuentro toallas y lujosos albornoces en su interior. Cojo uno y me arrodillo al lado de Jimin, noto las frías baldosas bajo las rodillas desnudas —Toma —le digo con dulzura —¿Estás bien? -Me arranca el albornoz de las manos pero todavía parece demasiado débil para poder ponérselo. Se lo echa sobre el regazo.

—No tienes de qué preocuparte, Jungkook. Aquí no ha ocurrido nada, déjame solo y no se lo cuentes a nadie -Casi me echo a reír.

—¿De verdad pretendes que finja que no sé nada? –Jimin se vuelve hacia la pared al tiempo que tensa la mandíbula en un esfuerzo por contener una emoción más honda: vergüenza, comprendo. Le avergüenza ser visto tal como es.

—La mayoría de la gente... prefiere olvidar en lugar de aceptar lo que ha visto —dice. Tiene la voz terriblemente ronca, como si llevara horas gritando. Me acuerdo entonces de sus gruñidos —Debes irte.

—No puedo.

—¿Por qué quieres contemplar al monstruo? —Sus ojos verdes arden, pero con un fuego enteramente humano —¿O porque te doy lástima? —No sabría decir qué posibilidad detesta más, me cruzo de brazos.

—No puedo irme porque la puerta está cerrada con llave. Créeme, me habría ido hace horas de haber podido.

—Ah, claro —Me mira entonces tan avergonzado, tan infantil y tan guapo, que casi me dan ganas de reír, pero lo extraño de la situación me impide hablar. Jimin todavía me asusta ahora que sé qué es en realidad. Sin embargo, esta mañana está cansado, malherido, desnudo y desprotegido sobre el suelo del baño turco. Vulnerable. Si quiero respuestas, debo buscarlas ahora.

—Eres... —Titubeo ante la palabra, una palabra que solamente he oído en relatos que buscan atemorizar a los crédulos —Eres un hombre lobo –Jimin levanta la cabeza para mirarme. La luz crepuscular proyecta reflejos rojizos en sus rizos castaños.

—Sí.

—Y YongGuk también -Hace una mueca de disgusto.

—Sí. Mayor que yo, más fuerte, más poderoso.

—Esto... ¿te lo hizo él? —No me extrañaría que YongGuk fuera capaz de algo tan perverso —¿O naciste siendo ya un hombre lobo? -Inspirando hondo, Jimin se sienta trabajosamente y se pone el albornoz mientras desvío la mirada. Solo entonces caigo en la cuenta de que sigo en ropa interior, la cual es de delgadísimo hilo. Tendría que haber cogido un albornoz para mí cuando estaba en ello. Ahora, no obstante, me limito a acercarme las rodillas al pecho. Con el albornoz puesto, Jimin se levanta despacio, todavía parece que le duela moverse y se tambalea cuando se endereza por primera vez, pero recupera el equilibrio antes de que pueda incorporarme para ayudarle. Me mira.

TENEBROSA AQUA   ✧ JIKOOK ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora