EPÍLOGO

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Esto no puede estar sucediendo. Y, sin embargo, está sucediendo. Le observo boquiabierto, mientras me aprieta la muñeca con fuerza y en su cara aparece un atisbo de su vieja sonrisa burlona. Me alejo de él a trompicones. Sus dedos resbalan por mí muñeca hasta soltarme, pero tropiezo con otro cuerpo y durante unos instantes me quedo inmóvil. YongGuk se sienta y finalmente logra ponerse en pie. Todavía se encuentra débil, pero no hay duda de que está vivo.

No puede ser.

—Esto es solo un mal sueño —susurro —Una pesadilla.

—Te dije que éramos como dioses —dice roncamente. Tiene voz de ultratumba. Miro desesperadamente en torno a la pista de hielo en penumbra, como si con eso pudiera hacer que el conductor y el encargado aparecieran a mi lado por arte de magia. Los muertos son nuestros únicos testigos —Probablemente anoche hubo luna llena —continúa —En momentos de mucho peligro, de mucho frío, los iniciados entramos en un lugar que está más allá de las leyes que rigen a los mortales. Luego la luna nos despierta y nos devuelve a la vida —YongGuk sonríe —¿Te das cuenta ahora de lo magníficos que somos? —No puedo hablar. No puedo pensar. Me está hablando un muerto —Está anocheciendo, lo noto —Cierra los ojos con satisfacción —Pronto recuperaré mi fuerza y entonces podré transformarme, regenerarme —Los abre y vuelve a clavarlos en mí —Podré comer —Corro hacia la puerta. YongGuk me sigue, y nuestros pasos retumban en el enorme espacio.

—¡Socorro! —grito, pero el hombre que aguarda fuera no puede oírme. Solo se oye el eco de mi voz, «socorro, socorro, socorro, socorro», en el gélido depósito. YongGuk no es tan veloz como antes y por un momento creo que voy a conseguirlo. Entonces noto que su mano se agarra a la manga de mi abrigo y me obliga a girar. Me tambaleo hacia atrás y de nuevo consigo zafarme. Cuando gruñe de frustración, me percato de que casi estamos en igualdad de condiciones. Tengo una oportunidad. Si quiere pelea, la tendrá. Cierro el puño «con el pulgar por fuera para no rompértelo», me dijo Taehyung en una ocasión, y se lo clavo en la mejilla. Mi mano aúlla de dolor, pero también YongGuk, y es un sonido tan agradable que el dolor de mis dedos carece de importancia. Le doy una patada en la espinilla. Y otra. Apunto un poco más arriba, y se dobla de dolor —Esta es por Irene —le digo jadeante —y por haber intentado engañar a su familia. Y esta... —le propino un fuerte empujón que lo estampa contra la pared —esta es por Taehyung —Otra patada, y otra —Y esta es por el señor Namjoon, que solo quería que dejaras en paz a su hijo. Y esta es por Jimin. Dios te maldiga por lo que le hiciste a Jimin... —En la siguiente patada la mano de YongGuk sale disparada y me agarra el tobillo. El tirón es tan violento que me derriba, y algo en mi rodilla cruje. El dolor trepa por mi pierna, me baja hasta los pies, y los ojos se me llenan de lágrimas.

—Has tenido tu oportunidad —dice con la voz ronca, cerniéndose sobre mí —Ahora me toca a mí. Golpe por golpe. Dolor por dolor —Estar en igualdad de condiciones significaba que él también tenía una oportunidad, y ahora parece que se está volviendo contra mí. Busco mi bolsillo confiando en sacar el relicario de plata para volver a quemarle la cara, pero el abrigo me lo impide. YongGuk alarga una mano como si fuera a cogerme del pelo... y otra mano le agarra a él, deteniéndole en seco.

—Ahora me toca a mí —dice Jimin.

—¡Jimin! —grito. Claro, la Hermandad le inició. Eso significa que la magia que protegió a YongGuk también le protegió a él. Cuando la tripulación de salvamento encontró sus cuerpos y los subió al barco, ambos permanecieron sumidos en un sueño semejante a la muerte hasta que la luna llena los despertó. Mi Jimin está vivo.

—Jungkookie —dice, pero sin desviar la mirada de YongGuk un solo instante. Están frente a frente, igual de desaliñados, igual de pálidos. Sería fácil creer que han regresado realmente de los muertos.

TENEBROSA AQUA   ✧ JIKOOK ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora