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—¿Irene? —farfulla Vernon. Entra en la habitación sin llamar, e Irene se ciñe la bata. Se vuelve fugazmente hacia mí, pero es incapaz de mantenerme la mirada. ¿Es posible que esté avergonzado? Debería —Dame la llave de la caja de madera.

—He oído tu conversación con ese ruso. Quieres vender las cosas del tío antes incluso de que lleguemos a puerto. ¿Por qué? ¿Para jugarte el dinero en el billar?

—Me parece que tu comentario está fuera de lugar, Irene.

—No, no lo está —Irene está dando muestras de una gran entereza esta mañana. Tal vez el hecho de haber confesado su secreto, o el recuerdo del breve tiempo que pasó con Taehyung, le haya dado fuerzas —¿Qué diría madre si supiera que no estás siguiendo las instrucciones de nuestro padre?

—¡Diría que debes hacer caso a su hijo y heredero! —El rostro pálido de Vernon resulta aún más desagradable cuando enrojece; el rosa pastoso de sus mejillas y fosas nasales hace que el resto de su piel parezca más enfermiza aún. Pero no puedo reírme de él, no con YongGuk en la habitación contigua, seguro que rondando cerca de la puerta —Dame la llave, Irene.

—¿Y si me niego? —Irene se cruza de brazos y, como si lo hubiera pensado en el último minuto, me dice —Jungkook, ¿por qué no vas a la lavandería y preguntas si ya tienen listo mi cuello de encaje? –La miro con extrañeza, dispuesto a replicarle. Sus encajes son responsabilidad mía y solo mía, pero sus ojos viajan fugazmente hacia la puerta y caigo en la cuenta de que ha reparado en el morboso interés de YongGuk por mí, aunque sea incapaz de adivinar los motivos. Me está despachando en un momento en que YongGuk no puede seguirme con el fin de protegerme.

—Sí, señorita Irene —Agradecido, le doy un breve apretón en el hombro y me marcho. Los ojos oscuros de YongGuk me siguen mientras cruzo la sala de los Bae; sin embargo, no dice nada, y consigo no mirarle directamente a la cara. En cuanto salgo por la puerta, echo a correr por el pasillo. Uno de los asistentes que presenciaron el incidente de anoche me lanza una mirada de desaprobación; debo de estar ganándome la fama de muchacho conflictivo entre el personal del barco. Que me critiquen cuanto quieran siempre y cuando no descubran el secreto de Jimin. Cuando llego a la suite de los Park, golpeo la puerta. Nadie me abre y me pregunto si todavía duermen, hasta que recuerdo las drogas que le fueron administradas a Jimin. ¿Sigue sedado e inconsciente? Me pregunto si ha de estar despierto para poder recuperar su forma humana, si sigue siendo un lobo recluido en el salón de su padre. Pero es Jimin quien me abre. Lleva el batín abierto, mostrando la extensión de su pecho y abdomen, y el pantalón del pijama lo bastante bajo para permitirme ver la curva del hueso situado sobre la pelvis. Dado el problema en que nos encontramos, eso no debería tener el poder de distraerme, si bien durante un dichoso instante lo tiene.

—Jungkook... —susurra con voz ronca. Me invita a pasar y me envuelve en un abrazo. Le rodeo la cintura, cerrando los ojos, y me deleito en la tibieza de su cuerpo y el olor de su piel. Cierra la puerta y me reclina contra ella, aunque tengo la sensación de que es él quien necesita apoyo —Mi padre me lo ha contado todo —murmura en mi cuello —Sé lo que he hecho.

—Solo estabas intentado protegerme. El asistente me empujó a un lado, y tú pensaste que corría peligro.

—El motivo no importa —Sus palabras salen entrecortadas —Ahora ya no cabe duda de que soy un asesino.

—No era tu intención matarle, Jimin. No fue un asesinato. Fue... un terrible accidente.

—Eso no es excusa, Jungkook. Si ha ocurrido una vez, puede ocurrir de nuevo. Y a la familia del hombre fallecido le dará igual que haya sido un accidente. Seguirá estando muerto.

TENEBROSA AQUA   ✧ JIKOOK ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora