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Me deslizo de nuevo en mi uniforme y salgo al pasillo, donde tropiezo con un asistente, quizá el encargado del baño turco.

—Hola. ¿Qué hace aquí? —me pregunta. A buenas horas aparece el personal.

—Justo a tiempo —jadeo —He de volver a tercera clase, si me disculpa -No parece contento, pero como solo le estoy pidiendo que me permita volver al lugar al que pertenezco, me deja ir. Echo a correr. Por un lado, casi me resulta absurdo que me preocupe enfadar a lady Suzy después de haber descubierto que los hombres lobo existen y que por lo menos uno de ellos quiere matarme. Pero ni siquiera eso consigue hacerme olvidar que deseo que esta sea mi última semana como sirvienta. Si pretendo comenzar una nueva vida en América, he de poder cobrar mi última paga. Cada céntimo cuenta. Y ahora tengo un incentivo más para marcharme: cuanto antes deje de servir a los Bae, antes perderé de vista a YongGuk. Ahora que ha amanecido me oriento mejor y no tardo en dar con mi camarote. Entro como una flecha y enseguida tropiezo con las miradas de mis compañeros de litera. Los ancianos noruegos siguen acostados, las mantas rojas y blancas subidas hasta el mentón, pero SoMin ya se ha vestido y se ha hecho la cama. Está sentada en la litera cepillándose enérgicamente el cabello y cuando me ve no pierde en ningún momento el ritmo.

—Siempre he oído hablar del recato de los ingleses —dice —Quién me iba a decir que tendría una prueba tan pronto...

—No quiero oír ni una palabra —Rápidamente empiezo a quitarme el uniforme, el cual es solo para las tardes. Tengo otro para las mañanas, y por fortuna todavía está impecablemente doblado.

—Caramba —SoMin sigue cepillándose el pelo con una sonrisa petulante —Has conseguido volver a casa con la ropa interior puesta. Buen trabajo -La fulmino con la mirada, pero no tengo tiempo que perder. Si mis compañeros de camarote ya están desperezándose, eso significa que los Bae no tardarán en hacer otro tanto, y lady Suzy esperará de mí que tenga a Irene perfectamente arreglada para el desayuno. La anciana me mira a través de sus párpados entornados y murmura algo a su esposo, seguro que referente a lo libertinos que son los muchachos de hoy día. Para mi sorpresa, su esposo suelta una risita y le hace un comentario con tono de complicidad; la anciana se sonroja. Aunque no hablo una palabra de noruego, apuesto a que acaba de recordarle lo libertinos que fueron ellos en sus tiempos —En serio, es una vergüenza que... —SoMin interrumpe sus palabras y detiene el cepillo. Se inclina hacia delante para observarme con más detenimiento y su sonrisita desaparece —Dios mío, ¿qué te ocurrió anoche?

—Nada —Pero ella sabe que le estoy mintiendo —Ahora no puedo explicártelo —Como si pudiera explicárselo algún día.

—¿Te han hecho daño?

—Estoy bien, te lo prometo —Contemplo mi arrugado uniforme de la tarde y se me escapa un gemido —O lo estaré hasta que lady Suzy vea esto —Tendré que cambiarme por la tarde, si quiero estar correcto, pero no tengo tiempo de plancharlo.

—Dámelo —me ordena SoMin. Cuando me quedo mirándola de hito en hito, repite —¡Dámelo! -Se lo lanzo, todavía sin comprender. De todos modos no puede dejarlo peor. Ella examina detenidamente la tela —No está sucio, solo arrugado. Puedo utilizar la plancha esta mañana y tenértelo listo para esta tarde -Utilizar una plancha no es tarea fácil. Tienes que calentar el pesado hierro en una estufa o un fogón, cubriendo el asa con un trapo húmedo para evitar que te abrase la mano, y pasarlo cinco, diez o veinte veces por cada arruga. No se trata de un favor mínimo, y jamás habría imaginado que SoMin fuera a ofrecerse.

—Te... te lo agradezco de veras -Agita su abundante melena.

—Es una buena excusa para preguntarle a Seokjin sobre la lavandería del barco -Pero no creo que lo haga solo por eso, y por primera vez esbozo una sonrisa sincera. Tengo la sensación de no haber sonreído en años. Ella no me devuelve la sonrisa, en lugar de eso, extiende el uniforme cuidadosamente sobre su cama, tratando la tela con la deferencia que aparentemente no le gusta mostrar. Nuestro camarote no dispone de espejo, pero no me importa. Mi uniforme de las mañanas está impecable y aunque seguro que tengo el pelo hecho un desastre, no se notará una vez que lo cubra con mi boina de hilo, lo que a estas alturas soy capaz de hacer en unos pocos segundos.

TENEBROSA AQUA   ✧ JIKOOK ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora