—¿Qué diantre le ha ocurrido? —Seokjin me mira de arriba abajo, y caigo en la cuenta de que debo de tener un aspecto horrible: el pelo desgreñado, el traje empapado y hecho jirones, los zapatos chirriando y formando un charco en el suelo.
—Nada. Estoy bien —Es cuanto tengo intención de contarle. Los pensamientos se agolpan en mi mente. ¿Está Jimin al tanto del peligro? ¿Se salvarán él y su padre? De pronto, un chaleco salvavidas blanco me golpea el costado, y lo agarro instintivamente.
—¡Póntelo! —me ordena SoMin. Ella ya tiene el suyo alrededor del cuello —Si hemos de echarnos al mar en esos diminutos botes salvavidas, quiero el chaleco conmigo. Eh, abuelos, pónganselos también —Dice algo en libanés, probablemente lo mismo, mas para ellos su idioma es tan desconocido como el inglés. Da unas palmaditas a su chaleco para animarlos, pero los ancianos noruegos se limitan a arrebujarse un poco más en las mantas. Seguro que saben para qué sirve un chaleco salvavidas, ¿o no? Sin embargo, ellos no creen que el barco se esté hundiendo. ¿Qué podría hundir el poderoso Titanic? Yo mismo no lo creería si no hubiese visto el agua. Ni siquiera los pasajeros de tercera clase que entienden inglés se están tomando demasiado en serio los consejos de Seokjin. Creen que se trata de un simulacro. Mientras me pongo el chaleco, Jin dice:
—Si les piden que suban a un bote salvavidas para bajarlo al agua, prométanme que lo harán. Sé que impone, pero...
—Será un placer —responde SoMin —No he vuelto a sentirme a gusto en este barco desde que sé lo de los hombres lobo —Seokjin frunce el entrecejo.
—¿Qué? —Pero menea la cabeza, convencido de que no ha oído bien —He de regresar a mi puesto. Los buscaré más tarde —Besa fugazmente a SoMin y se marcha. Ella me pregunta entonces:
—Cuéntame qué te ha ocurrido.
—YongGuk —No hacen falta más explicaciones —SoMin, he visto el agua en la pista de squash. Está subiendo deprisa —Inspira hondo, pero mantiene la calma.
—En ese caso, vamos a los botes salvavidas —Mira por encima del hombro a nuestros compañeros de camarote, que insisten en quedarse —Cuando se den cuenta de lo que está pasando nos seguirán, ¿no crees?
—Seguramente —El agua de la pista de squash no tardará en extenderse a otras estancias de la planta F; pronto correrá por este pasillo como un río. Pero los pasajeros de los niveles superiores tardarán más en aceptar lo que está pasando. Seguro que los asistentes están cuidando mejor de los pasajeros de primera clase, si bien a los más obstinados les llevará su tiempo reaccionar —SoMin, sube a cubierta sin mí. Luego me reúno contigo.
—¿Qué vas a hacer? —me pregunta con expresión ceñuda.
—Jimin —digo —No puedo irme hasta que sepa que está bien —Subo corriendo los incontables escalones que conducen a primera clase. Jimin también tiene que abandonar el barco, también tiene que ponerse a salvo. Confío en su buen juicio y en el de su padre. Harán caso de las advertencias y actuarán con presteza. No obstante, he de asegurarme de que ha sido alertado. Por el camino recuerdo las palabras de Seokjin y titubeo. Ha dicho que a los botes salvavidas subirían a «mujeres y niños». Pero eso era cuando creían que el hundimiento era solo una posibilidad. Seguro que la tripulación dejará que todo el mundo abandone el barco, hombres inclusive, en cuanto vean que el peligro es real. Lo único que podría impedir que Jimin se pusiera a salvo sería que intentará ocuparse de mí. Pese al dolor de cabeza y el mareo que todavía me asalta a oleadas, aceleró el paso. Debo encontrarlo lo antes posible. Cuando llego a la planta A e irrumpo en primera clase me detengo en seco, atónito. La escena a mi alrededor es casi de total normalidad. La gente congregada en el salón forma la misma concurrencia refinada de las pasadas noches, con excepción de la indumentaria, que es más excéntrica. Unos lucen sus mejores galas mientras que otros se pasean en bata. Algunos se han puesto el chaleco salvavidas, otros lo llevan encajado bajo el brazo, y muchos ni siquiera se han molestado en buscar el suyo. Se ríen de las bromas de los demás, y cuando vislumbro al otro lado del salón la gran escalera y la salida a cubierta, donde seguro que están los botes salvavidas, apenas veo gente. Se están tomando esto como una diversión, como una mera interrupción en su gran travesía, una buena anécdota que contar en las fiestas cuando lleguen a casa. A lo lejos, quizá fuera o en otra zona del salón, la orquesta está tocando «By the Light of the Silvery Moon». Señor. Ni siquiera a los ricos les han dicho que el barco se está hundiendo. ¿Es que piensan ocultárnoslo hasta que el agua nos llegue al cuello? Cuando procedo a sortear a la gente en dirección a los camarotes de primera clase, diviso a una figura familiar entre las pocas que hay en la cubierta: Irene. Corro hacia ella. Al cruzar las puertas ahogo un grito; fuera hace mucho más frío del que ha hecho en todo el viaje. No me extraña que chocáramos contra hielo. Mis empapados zapatos se enfrían tan rápidamente que experimento un escalofrío, pero sigo corriendo. Cerca están bajando un bote salvavidas lleno de damas de la alta sociedad con sombrero y abrigo de pieles, si bien con tantas plazas vacías que podrían haberse traído perfectamente su equipaje. Irene desvía la mirada del espectáculo y enseguida me ve.
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TENEBROSA AQUA ✧ JIKOOK ✧
Fiksi Penggemar"Mi amor por ti es lo que me mantiene humano, Jungkook. Y siempre lo hará" 。 Jikook, NO kookmin 。 Licántropos