Capitulo 37

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Capitulo Treinta y Siente:


—Jesús, Justin, ¿qué parte de descansar no entendiste? —lo regañé.


El doctor había dicho específicamente que podía salir del hospital con la condición de descansar y hacer la menor actividad física posible. Uno habría esperado que se hubiera puesto al día con la materia pero eso solo le había tomado unas pocas horas ya que Zac sabía todo lo que había que saber y había ayudado a Justin, ahora él estaba levantando unas pesas que pesaban por lo menos más que yo y caminando por toda la casa.


—Pasé un mes postrado en ese estúpido hospital, ayer llegué a casa y difícilmente tuve tiempo de hacer demasiado. No fui hecho para quedarme quieto.

—Eso ya lo noté —fruncí el ceño—. ¿Pero podrías ser solo un poco considerada con tu pobre novia y dejar de preocuparla hasta la muerte?

—Bien, con una condición —sonrió.

—¿Qué?

—Vas a tomar una ducha conmigo —Justin tiró de mi muñeca, arrastrándome con él.

—Tomé una ducha esta mañana —chillé, intentando zafarme de su agarre, pero el levantaba cosas más pesadas que yo.

—No es mi problema —se rio él y me tomó en brazos contra mi voluntad, poniéndome sobre su hombro.

—¡Bájame! —le chillé, golpeando su espalda sin resultado alguno. Justin me ignoró y antes de que si quiera pudiera darme cuenta el cerró la puerta del baño detrás de nosotros y echó a correr el agua.

—¿Sabes? Eres un encanto —sonrió Justin luego de bajarme. Sus manos desataron hábilmente los botones de mi camisa.... Bueno, de su camisa exactamente.

—Y tú un neandertal —bufé, intentando apartar sus manos.

—¿Con qué con esas estamos? —Justin sonrió complacido y apartó sus manos de mí. Fruncí el ceño porque él jamás me dejaba ganar tan fácil.


Pateó sus zapatos rápidamente, quedándose solo con los shorts de entrenar y me cogió de nuevo en sus brazos. Por más que pataleé no logré detenerlo y nos metió a ambos en la ducha. El chorro de agua cayó contra toda mi espalda, helado como hielo, y las manos de Justin me tenían la cintura agarrada firmemente de manera que no había posibilidad en este mundo que estuviera a mi favor para escapar. Me pegué contra él, buscando la posibilidad de alejarme un poco del agua, pero Justin nos tiró a ambos debajo del chorro otra vez.


—¡Fría, fría, fría! —chillé con voz aguda. Ya estaba demasiado empapada como para reclamar por estar mojada


Con una sonrisa socarrona Justin se inclinó a girar la manilla del agua caliente. Tuve que soportar otros segundos agónicos hasta que el agua se volvió caliente.


—Ah, nada como un buen chorro de agua para despertarse en la mañana —canturreó él. Sus ojos me recorrieron de arriba abajo. Llevaba unos shorts de mezclilla y una de sus camisas que se transparentaba y pegaba a mi torso debido al agua. Él sonrió con malicia.

—Mmm... sin sujetador —susurró con lascivia.

—Eres un pervertido —le acusé, pero pude sentir la temperatura de mi cuerpo elevarse varios grados.

—Me declaro culpable —sus manos volvieron a desatar los botones de la camisa, solo que esta vez ya no tenía nada que hacer al respecto, ya estaba mojada, y Justin sabía muy bien que luego de lo que había sucedido con Jason yo no tenía el corazón para enojarme con él.

—Un día de estos voy a vengarme —gruñí. Justin sonrió mientras deslizaba la camisa por mis brazos para quitármela.

—Cuando usted quiera, señorita Smith. Ahora si me deja desnudarla tranquilo esto va a ser más fácil y podremos ordenar nuestras cosas para mañana.


Justin había tenido que quedarse en una clínica de Los Ángeles durante un mes completo. Luego de diez días y de que fuera seguro que Justin iba a estar bien, tuve que volver a Nueva York para continuar con mis estudios y también retirar el material de estudio que tenía que entregarle a Justin para que pudiera ponerse al día.


También tuve que soportar durante ese lapso de tiempo a aquella víbora con patas cerca de mi novio. No sé por qué estábamos esperando tanto para derribarla de su pedestal, pero luego de todo lo que había sucedido esperar unas semanas más era una miseria, pero seguía siendo un martirio. Quería a Justin para mí sola de una vez por todas sin ella interfiriendo entremedio de los dos.


Mañana ambos teníamos que volver a New York para volver a nuestras vidas normales. Ya casi podíamos respirar tranquilos. Con Jason en la cárcel y con una sentencia de cuarenta y dos años por intento de homicidio, secuestro (dos veces), portación ilícita de armas, golpear a un federal (sí, eso sucedió aquel mismo día), portación ilícita de drogas y robo a mano armada y con las pruebas de que el contrato de ventas de tierra era falso, ya casi podíamos tener aquella felicidad que habíamos estado persiguiendo desde hace cuatro años. 


—Justin... No quiero que Pattie y Zac vuelvan y nos vean saliendo juntos de la ducha —espeté alarmada. Justin se rio y sus manos prosiguieron a desatar el botón de mis shorts, ignorándome.

—Tranquila, fueron a la ciudad. Les tomará dos horas volver.



Olvidando Recuerdos |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora