Capitulo 29

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Capítulo Veintinueve: Lo que pasó ese día.



Estaba nevando en New York, nevando realmente hermoso. Creo que hicimos un muñeco de nieve con Rose y creo que Justin me empujó a la nieve justo antes de que Rose me robara.


—¡Rose! Perra embustera vuelve acá —le grité, pero ella hizo caso omiso y siguió alejándose mientras se comía mis galletas de chocolate con notoria burla—. ¡Justin!

—Lo siento, fue inevitable —se rio él y tomó mi mano para levantarme. Estuve a punto de rechazar su ayuda pero él me levantó de un solo tirón tan rápido que apenas pude coordinar mis pasos antes de caer contra su pecho y que él se inclinara para besarme.


Mis galletas robadas quedaron en el pasado cuando sentí sus labios contra los míos y todo lo que podía sentir era el calor de estos emanar hacia todo mi cuerpo y quemarme viva de una manera irrealmente dulce y singular.


—Voy a vengarme —susurré, rompiendo el beso. Justin hizo un puchero.

—¿Podemos discutir esto cuando acabemos aquí, ________(TN)? —bufó.


Tomó mis mejillas y me besó de nuevo, rudamente. A pesar de que a diferencia de Justin (quien al parecer era demasiado caliente como para tener frío) yo estaba embalada en abrigos, chalecos, guantes y bufandas, estaba completamente congelada, y por alguna razón cada vez que él me tocaba sentía un tacto demasiado tibio que calentaba más de lo que debería mis mejillas, lo peor del caso es que él sabía perfectamente lo que causaba en mí y le gustaba tomar ventaja de eso.


Justin dejó mis labios para repartir suaves besos por mis mejillas, que era uno de los pocos lugares que no estaban tapados de ropa. Llevé mis manos y las introduje en los bolsillos traseros de su pantalón, casi pude sentir su sonrisa en mi mejilla.


—Por dios, _______(TN), hay niños presentes —me susurró al oído, divertido.

—Tú y Rose son como los hermanos molestos que nadie quiere tener —negué con la cabeza—. Creo que tengo un don para atraer a las personas odiosas.

—Oh, perdone usted, su majestad, ya encontraré la manera de ser perfecto para usted —hizo una exagerada referencia que me hizo reír.

—Sabes que ya eres perfecto, ¿por qué si quiera te molestas en decirlo?

—Por modestia —se encogió de hombros.

—Vaya, que modestia —espeté irónicamente—. ¿Por qué no vamos por un Starbucks? Quiero un Café Latte y un pastel, y tengo mucho frío.

—Tienes media tienda de abrigos encima, amor —Justin me besó la frente—. Difícilmente encuentro un lugar donde besarte, ¿aún tienes frío?

—¡Sí! —chillé como niña pequeña.

—Bien, bien, pero Starbucks se está convirtiendo en una adicción para ti, ¡y es costoso!

—Ay, cállate, quiero mi café —rodé los ojos—. Ahora sé un buen novio y compláceme.

—Bien, pequeña princesita caprichosa —Justin pellizcó mi nariz, cosa que me molestaba como los mil infiernos, aunque secretamente amaba cuando él lo hacía, pero no pensaba admitirlo en voz alta—. Vamos por tu ración diaria de cafeína.

Olvidando Recuerdos |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora