CAPITULO 2

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CAPITULO 2

Elizabeth Goddess

Estaba actuando tan orgullosa con con Sariel, nuestra pequeña discusión había sido más fuerte de lo ocurrido, y aunque no me gustaba pelearme con el, me molestaba demasiado que tuviera esa actitud ante el chico de nombre Meliodas.

Tal vez— solo tal vez—, tenía sus razones para actuar de esa forma, sin embargo, su actitud no fue la mejor para advertirme sobre el rubio. Me resultaba gracioso el hecho de que Meliodas solamente me había hablado y creo a un sariel cabreado en tan solo unos segundos en una misma escena.

Resople agotada a penas el profesor de ciencias sociales aviso que daba por finalizada la clase de hoy, dejé caer mi lapicero contra la mesa-banco y guarde todo, el engargolado de mi libreta se enredo con mi pulsera y rodé los ojos para después tratar de arreglar el pequeño accidente, aunque no tuve tanto éxito, ya que al instante de alejar mi mano me hice rayón causando que jadeara. Hoy estaba quejándome más de lo normal.

Me puse de pie y salí del salón, me tocaba literatura y después con la profesora Merlin. Lo bueno de las clases, es que había un pequeño descanso de diez a quince minutos. Mi cuerpo se tropezaba con otros y oia como varios gruñían, traté de escabullirme de todo el bullicio y cuando por fin salí del pasillo principal, me di cuenta que alguien me había manchado de catsup.¡Oh vamos!

Trate de quitar la mancha obteniendo como resultado una aún más grande. En realidad, no podía ser más torpe porque creía que eso era algo imposible, maldije mil veces al aire y comencé a caminar por la parte contraria del pasillo principal en donde el campo daba a las instalaciones de los edificios de química.

Mi vista fue hasta las gradas del lado derecho por simple curiosidad y confirme lo que por un segundo había pasado por mi mente. El chico del día anterior y el culpable de mi pelea con mi mejor amigo, se encontraba allí. Debía detener mi necedad, pero al parecer fue más fuerte porque en lugar de trazar mi camino hasta la clase de historia, trazaba uno hasta donde el se encontraba.

Generé muchas excusas para cuando me preguntará por mi presencia, y aunque ninguna fuera que digan de cubrirme, no me arrepentí ningún solo segundo de estar acercándome.

—¿No se supone tendrías que estar en clases?— Meliodas pregunto con el entrecejo fruncido cuando me vio subir.

— Supones bien, pero no tenía ganas de entrar— me encogí de hombros para no darle mucha importancia.

Meliodas me miró como si lo que hubiese dicho fuera lo más extraño del mundo. El sacó de su bolsillo una cajetilla y, a continuación, un cigarro para llevárselo a los labios encendiéndolo. Se acomodo sobre unas gradas y estiró cómodamente sus piernas. El cielo estaba azul y el aire seguía siendo fresco a las temperaturas en las que nos encontrábamos.

— Así que Meliodas, ¿Por qué te gusta fumar?— pregunté sentándome a su lado. Pronunciando su nombre con lentitud mientras lo miraba con cierta incertidumbre en mis ojos.

— Vaya, ya sabes cuál es mi nombre— el río y le dio una calada al cigarro.

— No me costó mucho trabajo — admití morosamente tratando de cavilar más de el—. Ahora contesta mi pregunta.

— No esperes que responda todo lo que preguntes, Goddess— me miró vacilante, aquella mirada de lado haciendo lucir más intensos sus ojos —, pero fumo porque me gusta, quita el estrés que siento en mi cuerpo.

Mi Pequeño Boulevard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora