CAPITULO 19

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ELIZABETH GODDESS

—Deja de reírte — le susurré a Meliodas intentando ser seria, pero no funcionaba.

—No puedo — balbuceo él entre risas.

—Nos van a sacar.

Meliodas puso su cabeza entre sus brazos sobre la mesa intentando ahogar las risas que escapaban de su garganta, estaba segura que alguien se quejaría causando que nos sacaran de la biblioteca, se suponía que veníamos para leer el libro que la señorita Merlin nos había dejado para una tarea, pero el chico no superaba la mancha de pasta de diente que yacía sobre mi blusa.

—Eres muy torpe, Goddess —murmuró mirándome todavía con su cabeza sobre la mesa.

—No es la primera vez que me ves con una mancha — farfullé rodando los ojos.

—Es que ahora tiene más sentido.

—¿Ah sí? — elevé una de mis cejas — ¿Cual?— inquirí.

—Que me gusta alguien que se mancha con pasta — respondió cómodamente con una sonrisa lobuna en sus labios.

Desvié mis ojos de los suyos, el color rojo se estaba apoderando de mis mejillas, y quise ocultar mi rostro del rubio. Detestaba que Meliodas tuviera ese efecto en mí, con tan solo unas simples palabras podía ponerme de cualquier manera, hacía efecto y prendía todas las chispas que quisiera cuando fuera.

—Le contaré a mi psicóloga de eso informó.

—¿Psicóloga? — pregunté confundida— ¿Vas a psicología?

—Sí, obligación por parte de mis padres— murmuró.

—¿Y cómo van tus citas?

—Tessa me aburre demasiado.

-¿Tessa? —cuestioné el nombre.

—Así le digo... — arrastró sus palabras — Pequeños detalles, pero no importa ella.

Meliodas levantó alzó su cabeza y se acercó lo demasiado a mí para que pudiera sentir su respiración. Estaba muy cerca que podía oler aún el aroma del rollo. En estos momentos me había acostumbrado que lo podía soportar. Podría decir que se estaba volviendo mi olor favorito, quien lo diría, hace unos meses atrás lo detestaba.

Hizo rozar su nariz con mi oreja causando que me hiciera a un lado, pero eso no lo detuvo porque lo volvió a hacer ahora con una risita acompañada.

—No, basta —lo regañé.

Él hizo un ruido en forma de negación y se acercó una vez más susurrando algo que no pude entender. Lo miré directamente a los ojos seria. Él cargaba una sonrisa arrogante con sus ojos verdes penetrando mis pensamientos.

Tienes novio.

—No hagas ésto, no aquí— puse mis manos en su pecho intentando alejarlo.

—¿Por qué?

—Porque hay gente —expliqué.

—¿Y eso qué? —mofó encogiéndose de hombros.

No quería ser explicita, pero él me estaba dando razones. Con una de sus manos me tomó de la nuca para volver a unir nuestros labios, esta vez, no me opuse o si quiera me alejé. Seguí el beso, sabiendo que estaba mal y exponiéndome a mucho. Su arito le hacia cosquillas a mi labio inferior.

Reaccioné al instante que la imagen de Arthur apareció en mis pensamientos y ejerciendo fuerza lo alejé. Esta vez el me miró con un rostro cansado, ¿ahora él era el digno? Meliodas sabía perfectamente que ante todos yo tenia novio, y claramente, él no lo era. Dio un suspiro y miró hacía la nada con el semblante serio.

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