CAPITULO 5

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ELIZABETH GODDESS

Al principio creía que estar con Meliodas no presenciaría demasiado el que yo lo viera consumir drogas, quizás porque se siente incómodo o al menos tendría un poco de respeto, pero claramente me había equivocado, el lo hacía cada que tenía tiempo o simplemente cuando nadie lo viese, sin embargo, al parecer yo era nadie.

Me encontraba de nuevo a su lado en las gradas, era la hora de almorzar y había obligado a mi estómago que no me pidiera comida para tener más tiempo con el, aunque no me la estaba pasando bien. Meliodas era demasiado insípido. No me quería quejar porque bien podría ponerme de pie e irme de aquí sin tener que soportar mas el olor de eso y su actitud tan irritable, pero no quería hacerlo. Quería seguir aquí hasta que pudiese comprender un poco de lo que era el.

— Está mierda ya no sabe igual— Meliodas se quejo tirando el pequeño rollo blanco al suelo para luego aplastarlo con su zapato y volver su vista al frente sin interese alguno.

— Entonces ¿por qué lo sigues consumiendo?— lo mire con los ojos entrecerrados, sin entender sus palabras con sus acciones.

— Su efecto es maravilloso— habló obvio, sin ninguna sonrisa, como si sus pensamientos estuviesen fuera de lugar o lejos de la conversación en la que nos encontrábamos.

Decidí no responderle y mirar a mi al frente. Repitiendo mi pensamiento que se había presentado algunos minutos atrás, tal vez podía admitir quevme empezaba a agradar la compañía del chico, de algún cierto modo, dejando a un lado lo que soltaba con cierta partes de abruptas y jocosas oraciones hacia mi u otras personas, el me denomina como su chicle. Ya habían pasado como dos semanas que nos hablábamos, seguía sin saber nada de el, simplemente hablaba de todo y todos. Si alguien era bueno para quejarse, era el.

— ¿Cuál es tu última clase?— preguntó de repente, sacándome evidentemente de todo lo que acorejaba y obligándome a mirarle, el ahora lo hacía con detenimiento y su rostro neutro.

— Ciencias Sociales, ¿por qué?— done un poco confundida, y en realidad lo estaba.

— Me tengo que ir — dicho esto, cogió su mochila y bajo las gradas rápidamente sin darme tiempo de quejarme. Mire atónita su espalda y un poco abrumada por su acción.

Bufé cansada, frustrada y enojada entre sus derivados de éstos. Me levanté con pesadez para dirigirme hasta la cafetería. Probablemente Sariel estaría enojado, aunque realmente no era por lo que tuviese que preocuparme, el siempre solía actuar tan paranoico y dramáticom Señor del drama lo apodaban.

Entre por las puertas pesadas de la cafetería y me dirigí hasta la mesa en la cuál se encontraba Sariel y Tarmiel solamente, para mí sorpresa no estaba tan enojado como su fino ceño fruncido aparentaba, sin embargo, no fue una excusa para darle paso a su sermón de mi mala puntualidad como siempre y lo preocupado que lo ponía al no llegar a desayunar, debido a que era una de las comidas más importantes.

— Estoy esperando seriamente en sacar a Galand del equipo — farfulló Sariel hacia Tarmiel cuando por fin había dado por finalizado nuestra pequeña discusión de la hora de mi presencia.

— Hazlo, ya era hora— apoyo el chico comiendo una fritura, encogiéndose de hombros para dejar en claro que no le importaba si lo hacía o no —. Realmente es molesto.

— ¿Por sus lo van a sacar?— intenté colarme en su plática para no sentirme tan invisible ante ellos.

— Se preocupa solo por el — gruño el ojimiel, haciendo notar su ceño fruncido con detonación—. No ve por los demás en el equipo, o siquiera coopera como si estuviese uno. Es solo el y su gran ego.

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