Extra 🥀

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Un adolescente que nunca fue escuchado en sus peores momentos necesitaba más que dos citas a la semana para psicología. Habia que asistir a terapia y, primero que nada, Meliodas tenía que aceptarla.

—Lloverá — Elizabeth anunció, viéndolo echar todo el humo al aire.

Él se encogió de hombros, restándole importancia.

—¿A ti te importa?

—No, solo te decía.

Meliodas abrió los ojos y atrapó la mirada azul de la chica, su cabello plata junto al césped verde hacía una bonita combinación. Estaba fascinado con lo hermosa que era, cada que se encontraba a su lado una gran bola de emociones lo comía, pero una inmensa que lo ahogaba casi por completo, y honestamente no temía a que un día dejara de ser correspondido porque habría sido una de las experiencias más bonita que logró tener en su vida.

—¿Te gusta la lluvia? —él le preguntó.

—Si, a pesar de que arruine mi cabello —se burló.

—Pero, ni siquiera lo cuidas. —Se rio.

Ella frunció su ceño.

—No hay necesidad, es bonito después de todo.

—Claro que lo es.— Meliodas le dio la razón.

De pronto, pequeñas gotas de agua comenzaron a descender del cielo, anunciando que la lluvia sobre la ciudad ya había iniciado. Elizabeth parpadeó un par de veces y soltó una carcajada cuando el cigarro del chico se apagó. Él maldijo en voz baja y lo dejó sobre el césped.

Se elevó un poco, apoyándose con su brazo.

—¿Te quedarás conmigo, aunque la lluvia no cese? —le preguntó.

—Lo haré. — Elizabeth afirmó.— Incluso cuando deje de caer.

Meliodas le dio dos significados, pero no quiso planteárselos a ella, prefirió escoger el que más le había gustado. Tendría sentido, y ambos de manera positiva, pero se llevaría el que se reducía a una "eternidad" y no a una "imposibilidad".

—Y cuando deje de caer el sentimiento que tengo hacia ti seguirá estando intacto —él murmuró.

—Y el mío también —concluyó.

Meliodas se inclinó hacia ella, ocultando el rostro de Elizabeth de la lluvia, ambos rozaron su nariz ocasionando que rieran. Él selló sus labios en un beso, siendo uno suave y tierno, uno que en donde las palabras se quedan tan cortas ante las sensaciones porque el lazo que hay entre dos personas es tan completamente inefable.

Proporcionando un último beso húmedo en la frente de la chica, se alejó unos centímetros, conectando sus ojos verdes eléctricos con los de ella. Silencio, un delicado silencio que traía paz se mantuvo acompañado con el choque de las gotas sobre el suelo, creando una melodía meliflua.

¿Él? Él pudo decirle esa vez cuánto la amaba, pero no lo hizo, ni ella tampoco, porque los dos estaban conscientes de lo tan real que su historia de amor fue.

¿Hubo errores? Claro que si, muchos, y ninguno se intentaría justificar, porque de eso estamos hechos y de ellos aprendemos, algunas veces muy tarde y otras... con tiempo a corregirlos. ¿Pero sabes que sí está bien?

Está bien sentir.

Está bien amar.

Está bien llorar.

Está bien errar.

Está bien aceptar.

Está bien seguir.

No sabemos si existe el cielo, tampoco si hay vida después de la muerte, pero si fuera así, te aseguro sobre todas las cosas lo que pasó. Meliodas la vio llegar al altar de blanco. Lucía perfecta, no por lo que llevaba encima, sino por lo que percibía. Era feliz. Demasiado feliz, y eso le daba gusto, aunque no fuera con él.

Cuando dijo "acepto" mirando con una sonrisa al chico de ojos verdes, lo supo.

Ella ya lo había soltado.

Entonces, él pudo estar bien.

"Te vi llegar al altar de blanco. Lucias perfecta, no por lo que llevabas encima, sino por lo que percibia. Eras feliz. Demasiado feliz, y eso me daba gusto, aunque no fuera conmigo. 'Acepto' dijiste mirándolo como alguna vez me miraste a mi. Fue ahi cuando lo supe. Tu ya me habías soltado Entonces, yo pude estar bien."

FIN

Con amor: wiki

Mi Pequeño Boulevard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora