ELIZABETH GODDESS.
Estaba tratando de controlar mi respiración y no caer en un colapso de desilusión, no tenía que ponerme así. Arthur me había llamado para cancelar nuestra cita disculpándose porque no podría venir ya que entre los planes de su madre había una comida familiar. No me enoje, sabía que no podía ir en contra de su madre, pero no podía negar que me sentía decepcionada.
Tenía el pensamiento de hablarle a Sariel para que sustituyera a Arthur, pero sabía que no podría ser posible porque seguía saliendo casi todos los días con aquella chica que todavía yo no conocía.
Pasé ambas manos por mi rostro y suspiré pesadamente. Ahora no tenía ni un plan para evitar aburrirme. La casa estaba sola, mi madre seguía en su oficina de trabajo y llegaba hasta las ocho de la noche porque siempre tenía que ver los expedientes de sus pacientes para ver sus avances. Esto era lo malo de ser hija única, no tener a nadie que te haga o le hagas la vida un desastre, pero aun así no te haga sentir tan sola como el pan de sandwich que nadie quiere.
Caminé hasta la cocina para abrir el refrigerador y ver que podía comer por entretenimiento, me prepararía algo y me iría a la sala a ver algún programa sin sentido de la televisión. Saqué mermelada de fresa, cajeta, chispas de chocolates y crema de maní, cerré la puerta del refrigerador, bajé el pan y tostadas para llevar todo a la mesita de estar, me senté en posición de loto en el suelo y prendí la tele, con una cuchara comencé a untar crema de maní en unos de los panes y después mermelada, y hacer eso con todas las mezclas, muchos dirían que esto era extraño o incluso asqueroso, pero el sabor resultaba extravagante.
Unos golpes suaves en la puerta principal me dieron una pequeña esperanza de que fuera Artu. Me levanté rápidamente del suelo que ni siquiera me di cuenta que llevaba en mi mano la cuchara y el trozo de pan, puse el trozo de pan entre mis labios y abrí la puerta.
Las esperanzas fueron sustituidas por una pequeña sorpresa al ver a Meliodas parado en frente de mí. Fruncí mi entrecejo y él elevó unas de sus cejas acompañando su rostro con una sonrisa de lado.
—¿Cocinando, Goddess? —se burló. Negué con la cabeza e hice un ruido, él rió y con unas de sus manos tomó el pan de entre mis labios y lo quitó. Con la yema de su dedo pulgar limpió la comisura de mis labios y el ardor se apoderó de mis mejillas. Meliodas miró el pan y funció sus cejas — ¿Es maní con mermelada?
—Ahhmm... —estaba desconcertada por el simple hecho de su acción y de igual manera por tenerlo aquí. Sacudí todos los pensamientos de mi mente y me obligué a mí misma a volver a la realidad — Sí, es una mezcla...
—Rara —interrumpió completando mi frase, asentí y él se encogió de hombros —Pero es deliciosa.
—¿Delicioso?
—Igual me gusta — explicó, sin nada más, le dio una mordida al pan.
—¡Hey!—me quejé —Era mío.
—Era —recalcó. Le saqué la lengua y sonrió
—Infantil.—¿Qué haces aquí? Creí que estabas enojado conmigo por lo que pasó en el instituto.
—Tu torpeza es algo que no puedo evitar... — habló desganado — Fui a la casa de un amigo y tomé éste camino, me acordé que tu casa quedaba por aquí y decidí tocar la puerta para ver que sorpresa me traía la vida — explicó diciendo lo último con ironía.
—Se supone que no tienes amigos — ataqué. El chico solo chasqueo y mordió de nuevo el pan.
Divisé por encima de su hombro que su moto estaba estacionada y comprendí todo. Nadie más dijo nada y ahí nos veíamos de nuevo en silencio, yo mordiendo el interior de mi mejilla y solamente el ruido de él masticando. Di un suspiro profundo y hable:
ESTÁS LEYENDO
Mi Pequeño Boulevard
Teen FictionElizabeth Goddess es una chica de 17 años a la que le cuesta madrugar. Un día, su impuntualidad la lleva a ser expulsada de la clase y, al dirigirse a las gradas de la escuela, conoce a un chico. Se trata de Meliodas Demon, un joven de 18 años que c...