CAPITULO 3

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ELIZABETH GODDESS

La mirada de mi madre pedía a gritos que le diera una explicación. Era incapaz de desviar mis ojos de los suyos, eran tan penetrantes y miraban como si los míos fuesen una cueva oscura buscando un poco de Luz en ella.

— Es increíble que me llamen del instituto diciéndome que estás faltando a clases — replicó con un tono de voz duro.

Baje mi mirada tímidamente hasta los dedos de mis manos que estaban encima del banco de la cocina entrelazadose nerviosamente entre ellos. Inflé ambas mejillas tratando de poner un poco acogedor el ambiente, pero fue imposible.

Al parecer el maestro de literatura no aguanto más que me reporto en la dirección y la directora le llamo a mi madre avisándole de mi falta de asistencia a clases. Ahora estaba en medio de una discusión con ella en la cocina exigiendomé un porqué que valiera la pena por la cual había faltado a clases. Mi madre era muy estricta a la hora de hablar de mis
E

studios, según ella era lo único que dependería mi futuro y tendría. Había estado trabajando tanto para poder pagar mis estudios y cada gota de sudor debía recompensarselo con el instituto.

Mi madre estaba enfrente de mi y no podía esconderme de su mirada en lo más mínimo. Apoyó su mano sobre la mesa y empezó a tocarla con las uñas de sus dedos. Podría decirle que había llegado tarde, pero era imposible, ya lo sabía todo.

— Elizabeth Goddess, estoy esperando una explicación— demandó enojada con mucha autoridad en su voz. Bien, siempre que usaba ese tono de voz lo estaba.

— Ese instituto está peor que preescolar— fue lo único que dije en un tono bajo recibiendo una mirada de desaprobación por parte de ella.

— Elizabeth — mi madre reprendió con poca paciencia. La estaba sacando de sus casillas y no era bueno. Tenía mucho temperamento, y yo era lo contrario.

— Lo siento ¿Si?— dije en un tono de voz arrepentido. Y no mentía... O tal vez algo.

— Eso no basta, Elizabeth— suspiro relamiendo sus labios—. Sabes perfectamente que no me gusta que andes perdiéndote las clases.

— la primera vez el profesor Gowther no me dejó entrar, el me odia— hice un mohín demasiado infantil.

— Ay Elizabeth, según tu a ti todos te odian— rodó los ojos.

—¡El me odia aún más!— alce los brazos y deje caer mi cabeza en la mesa.

— Claro— mi madre hablo irónicamente — ¿Y entonces por qué faltaste ayer? Por lo que sé nunca te presentaste.

Guarde silencio, apretando mis labios mientras buscaba algo que pareciese creíble, un par de minutos después levanté mi cabeza para decirle mi excusa, pero ella ahora se encontraba revolviendo algo en su bolso.

—¿Que buscas? — pregunte tallandome el lado de mi frente
-posiblemente roja- que había sido apretada por la superficie de la mesa.

— Mi celular — ella respondió mirando hacia los lados. Me levanté del taburete donde estaba sentada ya la ayude a buscar.

Al menos me había salvado de mi terrible excusa que tenía pensado decir. Salí de la cocina y me dirigí a la sala. No tuve que perder tanto tiempo en encontrarlo, porque el famoso sonido se su celular que era un ringotene demasiado antiguo sonó en uno de los sillones.

—¡Creo que ya lo encontré! — avisé con un tono alto para que me escuchara.

— Contestas— demandó acercándose hasta donde yo me encontraba. Rápido lo cogí entre mis manos y deslice mi dedo por la pantalla, pero no hable, estire mi brazo hasta que ella lo alcanzó—.¿Diga? — sonó decente. Me quedé parada justo enfrente de ella mientras oía todo lo que hablaba, al parecer era sobre su trabajo—. Oh, pero ya he dejado todos los expedientes y documentos en uno de los cajones — frunció el seño—, de acuerdo voy para allá— finalizó sin ganas después de unos segundos.

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