III

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Capítulo 3: Jugador nº 1.

Cuando era más pequeño, entre seis y siete años, mi madre me llevó por primera vez a un parque de atracciones. En cierto momento de la noche, encantado por todos aquellos juegos y luces brillantes, acabé perdiendo de vista a mi madre, quedándome solo en medio de aquel mar de gente y caras desconocidas.

Aún recuerdo el miedo que sentí cuando me di cuenta de que mi madre ya no me tomaba de la mano, de que estaba perdido y solo. El miedo y la desesperación se apoderaron de mí, me temblaban las manos, no podía respirar bien y sólo podía llorar, llamando a mi madre.

Imaginar que Ciel pudiera estar sintiéndose así hace que mi corazón se rompa en mil pedazos como fragmentos de cristal cortando mi alma.

La desesperación que siento me hiela la sangre en las venas y me hunde el corazón en el pecho, gruesas lágrimas recorren mi rostro mientras busco a mi hijo entre la multitud.

La angustia es tan grande que empiezo a ver a Ciel en los rostros de los niños desconocidos.

En cuanto me doy cuenta de que mi hijo ya no está a mi lado, salgo a buscarlo junto con Niall, Mila y los guardias de seguridad del estadio. Hemos estado buscando durante unos buenos minutos -que parecen horas- y nada. Ni rastro de Ciel. Lo que me desespera aún más y me hace culparme a mí mismo.

Si hubiera estado vigilándole todo el rato, tomándole de la mano y cuidando de él nada de esto habría pasado. Mi pequeño aún estaría aquí conmigo.

-- ¿Alguna señal de él? - Mila pregunta desesperada con lágrimas cayendo por su cara.

-- Ninguna. - respondo sintiendo que se me aprieta el pecho. -- ¿Y si ha pasado algo? ¿Y si está en peligro?

No quiero pensar en lo peor, lo evito a toda costa. Pero es imposible que mi mente no empiece a pensar siempre en lo peor, haciendo que mi miedo crezca cada vez más.

-- Eh, no pienses en lo peor, ¿bien? - Mila sujeta mi cara húmeda entre sus manos. -- Le encontraremos y todo irá bien.

Intenta calmarme, pero es en vano.

-- Es culpa mía, Mila. Todo es culpa mía. - Susurro, desconcertado.

-- No, Harry. No es culpa tuya, ¿me oyes? - susurra Mila, abrazándome. -- Todo va a salir bien. Lo encontraremos.

-- Todo va a salir bien. - Susurro más para mí, intentando mantener la calma.

-- Sí, saldrá bien. Todo va a salir bien. - Mila repite. -- Ahora volvamos a buscar. Yo me encargo de la zona exterior y tú de la interior.

Y así hacemos lo acordado; Mila va a la zona exterior del estadio y yo a la interior. Bajo las escaleras hacia la entrada de los vestuarios donde van los jugadores al acabar el partido. Primero miro en el vestuario del Barcelona y no hay ni rastro de Ciel. Lo que me hace estar aún más ansioso y desesperado por encontrarlo. Entonces, en mi última esperanza, decido ir al vestuario del PSG y por fin encuentro a Ciel.

Aunque parezca mentira, mientras yo buscaba desesperadamente a Ciel, él estaba nada menos que con Louis Tomlinson.

El jugador toma a Ciel en brazos con todo el cariño del mundo, haciéndole reír alegremente. Parece que se lo pasan en grande en compañía del otro. Riendo, pellizcándose las narices, incluso chocando los cinco.

-- ¡Hijo! - exclamo aliviado, acercándome. Ambos me miran y Ciel extiende los brazos.

-- ¡Mamá, mira a quién acabo de conocer! - dice emocionado, con una enorme sonrisa de hoyuelos y ojos brillantes y todo.

like it's a game - larry (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora