Me despierto en medio de una horrible nube de confusión. Noto que ya es de noche y, por alguna razón, ese hecho me parece extremadamente angustiante. Siento dolor en la piel, el roce de la manta sobre el dorso de mi mano me hace recordar por qué estoy en esta situación me hace sentir tonta y me dan unas ganas inmensas de llorar, pero nuevamente siento un nudo en la garganta y una opresión en el pecho.
Mis pensamientos se vuelven caóticos y desordenados. Me siento atrapada, y no sé que diablos le pasa a mi respiración, se vuelve rápida e irregular, y mi corazón late tan fuerte que siento que si alguien estuviera a mi lado podría escucharlo sin ningún esfuerzo. Intento controlar la situación, pero la ansiedad me consume por completo. De repente, de la nada, un flashback del día del accidente se abre paso en mi mente. Las imágenes y los sonidos se reproducen vívidamente, el corazón me late aún más rápido, y la sensación de pánico se intensifica. Veo el accidente una y otra vez, como todo sucedió en cuestión de segundos. El ruido ensordecedor, los destellos de luz, el ruido de los cristales rompiendo, el grito de mamá y el llanto de Paula.
Mis oídos zumban con un tono agudo y persistente, lo que interrumpe el flujo del flashback y me devuelve a la realidad. La sensación de pánico disminuye gradualmente y puedo concentrarme en respirar. A medida que el zumbido se desvanece, puedo escuchar los sonidos de la habitación, como el tic-tac del reloj y el ruido de las llaves de Sofia abriendo la puerta. Me concentro en ese sonido y logro hacer que ese pánico desaparezca lo suficiente antes de que ella entre en la habitación.
Entra en la habitación y enciende la luz. Me pregunta cómo me siento y respondo que estoy mejor, aunque aún siento dolor. Se acerca y coloca su mano en mi frente, preguntándome si tengo fiebre. Le digo que no, solo que hace calor y que no sabía cómo encender el aire acondicionado. Rápidamente busca en el cajón de la mesa de noche y encuentra el control, encendiendo el aire. Asiento con la cabeza, aliviada por el frescor que comienza a llenar la habitación. Quiero que se deje de centrar en mí por un momento, no quiero que siga con las preguntas más allá de lo físico.
Luego, le pregunto cómo le fue con su amigo. Ella responde que él nos va a ayudar a localizar y detener a esa mujer. Quiero saber cómo lo hará, pero ella me dice que no me preocupe, que él tiene sus métodos. Aunque su respuesta no es del todo clara, confío en que él sabrá qué hacer. Entonces, me atrevo a preguntar si ellos son o fueron novios. Noto que mi pregunta la incomoda un poco, pero mantengo la mirada porque realmente quiero saber. Ella confirma que fueron pareja durante aproximadamente un año y medio. Luego, mi curiosidad me lleva a preguntar qué tipo de relación BDSM tenían. Ella responde que él era su amo y ella su esclava.
La revelación me toma por sorpresa y siento una mezcla de curiosidad y asombro. No estoy familiarizada con ese tipo de dinámica. Pienso en todas las formas en que las personas encuentran consuelo y conexión en diferentes relaciones y me doy cuenta de que cada persona es única y que Sofía era una caja de sorpresas.
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La hija de mi jefe - spanking
Short StoryGabriela, una adolescente de 17 años, experimenta una serie de cambios en su vida cuando su madre fallece. Durante una incómoda cena en la que conoce a Sofía, una joven de 21 años que trabaja para su padre, surge una conexión inesperada. Después de...