Lo reté de mil formas, bailando provocativamente con algún amigo de mi hermano, bebiendo aquí y allá, aunque hace varias copas el ya me había dicho que era suficiente y la verdad no sé cómo mantuvo tan bien la compostura esa noche. Debo decir que él siguió el juego y cada vez que me comportaba como una niñita sin control, solo me besaba y continuaba con mi juego, diciéndome que luego se encargaría de mí. Por supuesto, en ningún momento estaba dimensionando las consecuencias de mis actos.
Al final, mi hermano se fue y Marcos y yo nos fuimos también. Era la madrugada y tenía mucho alcohol encima, así que llegamos a su casa. Después de darme una ducha de 5 minutos y de qué Marcos me ayudara a ponerme el pijama y tomarme una aspirina, me quedé profundamente dormida. Me despertó el sol y un delicioso olor a jamón. Me asomé y él estaba preparando el desayuno; todo parecía normal y mis actos malcriados de la noche anterior parecían no tener consecuencias. Incluso durante el desayuno, tuvimos una conversación sin mucha importancia de cosas que teníamos que hacer más tarde
Apenas recuerdo brevemente como todo comenzó. Atribuyo mi falta de claridad en ese momento a la resaca y la euforia que acompañaron los acontecimientos que ocurrieron poco después. Sé que todo empezó cuando, jugando, le unté la punta de su nariz con mermelada, y él simplemente sonrió de manera burlona y luego tomó mi mano, lamiendo la mermelada que aún tenía en el dedo. Acto seguido, me cargó sobre su hombro, mientras yo seguía jugando. Al llegar a la habitación, me colocó sobre la cama y me dijo con un tono ligeramente más serio: "¿te sigue pareciendo interesante el BDSM?" "Sí," le contesté con un tono de seguridad que no sé de dónde me salió. Ok Sofí entonces quiero jugar dijo mostrando una bufanda de tela delgada que en alguna ocasión uso para vendarme los ojos, me mordí el labio inferior cómo respuesta.
Quiero que tengas una palabra de seguridad, me dijo. Una vez la pronuncies, me voy a detener de inmediato. Decirla no tiene consecuencias negativas de ningún tipo, y quiero que la uses si lo necesitas, ¿entendido? Sí, respondí. Tu palabra de seguridad será "negro", y cuando te dirijas a mí contestarás "sí, señor", ¿entendido? Debo decir que su tono de seriedad al decirme esas palabras me resultaba excitante. "Sí, señor", contesté y sonreí mientras lo hacía.
Me ato las muñecas por sobre mi cabeza con la bufanda " quiero que las dejes encima de tu cabeza en todo momento""Sí, señor", contesté, el empezó a desvestirme, lo hacia con cuidado pero podía sentir su respiración ligeramente agitada, me toco los senos, apretó y retorció mis pezones sacándome mas de una vez gemidos, recorría mi cuerpo con su boca y ubico la palma de su mano haciendo presión sobre mi clítoris hasta que el placer me tenia al borde.
Pero de golpe se detuvo y tomándome del amarre en las muñecas se sentó en el borde la cama ubicándome justo frente a el " Sofía quiero que te pongas de rodillas" en mi mente no estaba ni un poco la idea de desobedecer la estaba pasando muy bien entre el placer y sus ordenes, una vez de rodillas note su erección dentro del pantalón, el me miro y sonrió diciendo "¿ podrás encargarte con tu boca de lo que haz causado?" "Sí, señor", contesté y me encargue de calmar su erección hasta que se corrió, sus gemidos me tuvieron todo el tiempo excitada. Con la respiración agitada aún me dijo: "lo haces muy bien preciosa serias una sumisa hermosa, pero antes de hablar de eso quiero castigarte por tu comportamiento de anoche. Ponte sobre mis piernas" obedecí sin mucho pensarlo, casi sin preocupación a pesar de haber escuchado que me castigaría, me suponía un par de nalgadas en un tono erótico, que para ese momento no era una cosa que de su parte yo no hubiese sentido.
Una vez sobre sus piernas me ordeno "abre las piernas un poco" obedecí de nuevo y sentí sus dedos dentro de mi vagina, lo hacia muy bien y tenia ganas de correrme pero de nuevo se detiene y sin aviso previo comienza a darme nalgadas alternando y manteniendo la fuerza, al principio y por la excitación no sentía casi nada de dolor, pero pasados unos 5 minutos sobre sus piernas empezaba a sentir ligeramente el ardor, él lo notaba, por supuesto, y empezó a regañarme diciendo: "Cuando yo te diga algo, me vas a obedecer, porque siempre voy a pensar en tu bienestar."No detenía las nalgadas incrementaba la fuerza y las distribuía uniformemente, pasados unos 15 minutos empece a quejarme, a lo que el dijo " silencio no quiero escuchar tus quejas, que lo mereces y lo sabes" a los 20 minutos comencé a mover las piernas y el hábilmente me atrapo las piernas con la suya y continuo, " Sofía quieta que aun ni por la mitad voy ".De la nada empece a llorar, por primera vez sentía en su voz la seriedad del castigo y dejando de moverme lo recibí casi en silencio, el noto que deje de pelear y me libero las piernas pero no detuvo los azotes, podría calcular yo que estuve en total 45 minutos sobre sus piernas con muy pocas pausas para acomodarme, nunca ni por mi mente se me cruzo la idea de decir mi palabra de seguridad a pesar del dolor y del sentimiento.
De repente, se detuvo y me levantó, desatando mis muñecas de un solo movimiento y abrazándome de inmediato. Me recosté en su pecho, escuchando su corazón latir fuerte. Unos pocos minutos después, mis sollozos y lágrimas se detuvieron, y él comenzó a besarme suavemente. Yo le correspondí, y después hicimos el amor. Una vez terminamos, nos quedamos dormidos abrazados. Al despertar, él me puso crema hidratante, y durante toda la tarde no dejó de brindarme su atención y cariño constante. Esa misma noche, durante la cena, me propuso ser su sumisa
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La hija de mi jefe - spanking
ContoGabriela, una adolescente de 17 años, experimenta una serie de cambios en su vida cuando su madre fallece. Durante una incómoda cena en la que conoce a Sofía, una joven de 21 años que trabaja para su padre, surge una conexión inesperada. Después de...