Reconocimiento de los limites (2) - Gabriela

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Regresé después de la suspensión al colegio; los días habían estado lentos, podría afirmar que incluso depresivos. Ayudé en la oficina y pasaba el tiempo con Sofía, quien renuentemente se negaba a mencionar cualquier cosa que tuviera que ver con Marcos. Sin embargo, de las noches que me quedé a su lado, varias de esas llamadas a la madrugada me quitaban el sueño. Quería preguntar, quería que me contara, pero me sentía como una niña al preguntar sobre un tema que no entendía. Más que eso, me enojaba saber lo triste que la ponía hablar con él, pero a su vez, ver cómo ella no pretendía olvidarse del tema.

Sin duda, tenía una opinión propia al respecto. Creía que Marcos de alguna forma le comía la cabeza y la llenaba de culpas y dudas, y que ella terminaría por ceder a su petición, si no ahora, tal vez más tarde. Curarme las heridas en la mañana solo reafirmaba esa idea, razón por la cual no me quedé mucho más en su casa, aludiendo que debía estar al pendiente de Paula para aliviar un poco la carga mental de mi papá.  

Lo cierto es que desde la primera noche que regresé a mi casa, no pude conciliar el sueño fácilmente. Me despertaba pensando en conversaciones que tuve con mamá, donde mi mente quedaba fantaseando con el día siguiente, soñando despierta que si bajaba las escaleras, estaría diciéndome en tono de regaño "tómate rápido el jugo de naranja, que se evaporan las vitaminas".

Los exámenes habían comenzado en el colegio, pero yo no sabía dónde tenía la cabeza. Más de una vez, el tiempo durante el examen corría, y yo leía una y otra vez las preguntas, pero mi mente se negaba a concentrarse, y en muchas ocasiones dejaba las respuestas en blanco o marcaba cualquier opción. Pasaban los días, y no poder conciliar el sueño me tenía de mal humor, y no tenía apetito por nada. Sofía me escribía a diario, y yo fingía que todo estaba bien, que estaba estudiando para mis exámenes y por eso me encontraba algo ausente en las salidas para tomar café o las reuniones en su casa. Pero la verdad era que pasaba las tardes con Paula coloreando, viendo dibujos animados y ayudándola con sus deberes.


La hija de mi jefe - spankingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora