Reconocimiento de los limites (3) - Gabriela

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Al final de la semana de evaluaciones, me entregaron todos los exámenes, y, salvo uno de cálculo en el que milagrosamente había obtenido un nueve y otro de francés en el que saqué un siete, el resto fueron pérdidas, con múltiples ceros aquí y allá. Por esta razón, la profesora pidió ver a mi papá el próximo lunes.

Después de hablar con Luisa, me dirigí directamente al transporte escolar. En mi cabeza, consideré omitir la información sobre la citación de la profesora, pero decidí evitar problemas y contar en casa que no me había sentido muy bien, lamentando el bajo rendimiento académico y prometiendo mejorar. Mi diálogo interno fue interrumpido por un mensaje de Sofía: "Gaby, preciosa, ¿cómo te fueron los exámenes? ¿Quedamos en la tarde para tomar un café?" Por un momento, pensé en evitarla, pero la verdad es que tenía muchas ganas de tomar ese café. "Sí, claro, ¿puedes pasar por mi?" Todavía faltaba todo el fin de semana para hablar con mi papá, y quería reconectar con Sofía; sentía que verla podría renovar mis ánimos.

Llegué a casa y aproveché el poco tiempo que tenía antes de que Sofía pasara por mí para darme una ducha y cambiarme. Estaba a punto de terminar de vestirme cuando me llegó un mensaje de ella: "Estoy afuera, bonita. Baja." No pude evitar sonreír al ver su mensaje. No sé por qué había pasado tanto tiempo evitándola cuando me hace tan feliz verla.

Subí al carro y pusimos rumbo a una cafetería en la que hacen figuritas con la espuma del café. En el camino, centré la conversación en ella y cómo le iba en el trabajo y en la universidad, pero pronto ella volvió a hacerme preguntas. Intenté contestar con naturalidad y omitir lo del colegio por el momento, pero un nudo en la garganta me hizo de repente pedirle: "Sofía, ¿puedo pedirte que me azotes reprobé un par de exámenes?" (Mentí descaradamente con lo de "un par") y quiero que tú lo hagas

Sofía se tomó un minuto que a mí me pareció eterno. "Está bien, Gaby. Si quieres, después del café, lo hacemos. Antes, pensaba invitarte al cine, pero si prefieres, pasamos por mi casa, resolvemos lo de tus exámenes y luego, si te apetece, vemos la función de la noche."

"¡Sí!" le contesté, con algo de nerviosismo.


La hija de mi jefe - spankingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora