Another stupid Love Story 4 - BDSM- Sofía

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Habían pasado 10 días antes de que me diera cuenta, cuando escuché la puerta de la casa abrirse y trabarse a los pocos minutos. Por un estado de pánico de dos días atrás, había obstruido la puerta con un librero de una sola torre que había en la entrada. Estaba vacío y la altura mas el empujar de la puerta de mi hermano Antonio lo tiró al piso, desencajándolo. "Chispita, Sofiii", gritaba con desconcierto. Odiaba que me llamara "chispita", me sentía como un perro y el apodo se originó desde que en la infancia me encantaba un dulce que tenía chispas de chocolate y lo pedia todo el tiempo. "Antonto", dije con voz algo ronca, pero aún desde el sofá cubierta con una manta. Me senté arreglando mi cabello por detrás de las orejas, intentando disminuir el desastre. Gracias a Dios, el golpe en la boca ya no era casi visible. "Sofi", me dijo él con voz de desaliento y pesar, mientras se sentaba en un borde del sofá haciendo a un lado ligeramente la manta. "¿Pero qué pasó?", preguntó, "Llevo días marcando a Marcos para que me lo aclare, pero el cobarde no me contesta el teléfono".

"Nada", le dije con la voz en un hilo, "solo terminamos". Antonio se lanzó a abrazarme, pero el dolor en mi cuerpo y la incomodidad de sentirlo tocándome me hizo retirarlo de mí casi de un empujón, con un gesto de dolor. "¿Qué pasa?", me preguntó. "Nada", contesté con los ojos llenos de lágrimas. Él retiró la manta de mi cuerpo; yo estaba usando un short corto y los morados de las piernas y las articulaciones eran evidentes, aunque ya tenían un color verde más que morado."¿Qué es eso que te hizo ese hijo de puta?", dijo exaltado, su rostro estaba rojo. Intentó acercarse más a mí, y en un reflejo, recogí mi cuerpo haciendo casi un ovillo, e inmediatamente él se detuvo. "¿Qué te hizo?", decía con la voz quebrada. Pasaron varios minutos hasta que ambos nos estabilizamos; él de la impresión y yo de relajar nuevamente mi cuerpo.

"Dejame ayudarte", asentí con la cabeza sin pronunciar palabra. "A ver, primero comamos algo real", señaló viendo envolturas de barras de cereal en el suelo. Fue a la cocina rápidamente, y lo escuché abrir la nevera, que estaba vacía e incluso desconectada tal y como la dejaron los inquilinos. Abrió algunos cajones y encontró una caja de té de fresa, colocó agua a calentar y me sirvió el té."Bebe, voy a comprar algo para que comas y algún medicamento para el dolor", dijo mientras corría el librero del suelo y salía. Mi mente se quedó en blanco con la taza de té caliente entre las manos. Di un par de sorbos y la dejé sobre la mesa. Me recosté con cuidado sobre el lado que menos me dolía, y no pasó mucho tiempo hasta que me quedé dormida.

Me despertó el olor a sopa de pollo. Antonio se sentó en la mesa de centro y esperó a que me sentara en el sofá. Con paciencia, logró hacerme tomar la mitad de la sopa. "Sofi, prometo no preguntar y dejo que tú me cuentes hasta donde quieras, pero déjame ayudarte a limpiarte y a sentirte mejor", dijo con suavidad y comprensión. Antonio me llevó al baño con cuidado y me ayudó a quitarme el hoodie, asegurándose de no causarme más dolor. Vio las marcas por toda mi espalda y los múltiples morados; dejé escapar algunas lágrimas, pero él simplemente me abrazó y me dejó llorar. Finalmente, me duché y cuando salí me di cuenta de que me dejó ropa limpia sobre el lavamanos. Me cambié con dificultad y salí. Antonio ya tenía todo arreglado y me dijo: "Sofi, no te puedes quedar más aquí, vamos a mi casa, yo te cuido".

Pasaron un par de días y mi hermano nunca preguntó a menos que yo tocara el tema. Marcos llegó hasta la puerta del apartamento de Antonio y este lo sacó a golpes, diciéndole que es un cobarde y que como se le ocurre hacerme algo así. Salí a la puerta y le dije a Antonio que parara, que él no me había golpeado. Le pedí que me dejara hablar con él, no quería una solución, no quería nada de él; quería contarle lo que su irresponsabilidad había hecho y que no me volviera a buscar a mí ni a mi hermano. Una vez lo despedí por la puerta, entre lágrimas, lo bloqueé de redes sociales y del teléfono, borré cualquier cosa que me recordara a él o a lo que pasó. Un año después, recibí un correo de él con esta canción.




La hija de mi jefe - spankingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora