Reconocimiento de los limites (1) - Gabriela

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Escuché la historia atentamente. Mientras lo hacía, en varias ocasiones sentí ganas de llorar. Entendí mucho sobre su relación con su hermano, llegué a pensar que necesito brindarle ese tipo de vínculo a Paula para que, cuando sea grande, pueda contar conmigo.

Le dije a Sofi que lamentaba mucho que hubiera pasado por eso y que por favor se olvidara del tema de esa mujer. No quería que, bajo ninguna circunstancia, reviviera recuerdos dolorosos por alguien que no vale la pena. Ella asintió con algo de vacío en su respuesta. Por el resto de la tarde, dejamos el tema de lado. De camino a su casa, compramos helado de macadamia y chocolate; todo se siente mejor después de comer helado.

Pasamos la tarde cuidando una de la otra. Ella se centraba en mí y en curarme físicamente, y yo, en la medida de lo que podía, en darle helado y acompañarla. Noté una tristeza en sus ojos que no desaparecía de su cuerpo, incluso desde el auto. Me quedé a dormir junto a ella, pero alrededor de las 4 de la mañana, la vi en el balcón hablando por teléfono, sentada en el suelo.

Por su expresión facial, pude darme cuenta de que estaba hablando con Marcos, pero el cristal del balcón estaba cerrado, y la conversación entre ellos dos era inaudible para mí. El sueño finalmente me venció y, dos horas más tarde, me arreglé con ella y la acompañé a la oficina. No quise preguntar nada acerca de esa conversación hasta que ella lo mencionara por su cuenta. Ese día pase en la oficina de mi papá sirviendo de secretaria y delegada tanto de Sofía como de mi papá 

La hija de mi jefe - spankingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora