SEGUNDO ACTO: SOMETHING

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Seis meses.

Habían pasado seis meses desde que Kim Haw no sabía nada de su hijo, viviendo en el terrible y desesperante limbo de duda, yendo constantemente a la estación de policía para presionar por las investigaciones.

Su trabajo se había descuidado un poco, ya que no podía poner una buena cara o una actitud servicial a sus alumnos como al resto de personal escolar, y de alguna forma, ellos la entendían, quizás por empatía o por simple lástima.

Haw estando en esa solitaria casa en Busan, muchas veces temía perderse a sí misma al perder la cordura. Todas las noches sin falta carecía de sueño a pesar de que su cuerpo le reclamara un descanso, usando ese tiempo en pensar en los hechos, en las causas y en las consecuencias que la habían llevado a perder a su familia.

Esa noche no era diferente, quizás el único detalle único es que había tomado una merecida taza de café.

Jugaba con los dedos de sus manos sobre su vientre, destapada sobre la cama, teniendo en su mente un ruido constante e invisible, algo como una necesidad que le apetecía cumplir.

Quería sentir cerca a su difunto esposo, porque de esa forma, podía sentirse en su hogar, con su amado hijo. Así que se levantó lentamente, dirigiéndose hacia los cajones del clóset que evitaba tocar pero que en ese instante, ansiaba tener.

Las pocas pertenencias de Kim Yejun estaban ahí, resguardadas como piezas de museo, acumulando algo de polvo; había abrigos, suéteres y una que otra caja de metal oxidada al lado de papeles arrugados.

Haw tomó con cuidado una de las cajas, recordando con nostalgia el cómo se enojaba con Yejun por resguardar demasiadas de ellas, contrastando con la opinión que tenía actualmente, ya que agradecía por la "acumulación de memorias" que había hecho su esposo. El contenido de éstas se presentó como un abrazo a su alma desorientada, tratándose de un montón de fotografias de un pequeño Kim Taehyung posando en diversos escenarios, como en ferias, parques acuáticos o restaurantes de pizza.

Revisó una por una, procurando que las lágrimas que salían de sus ojos no mancharan ninguna imagen.

Se entretuvo con eso hasta que los abrigos llamaron su atención. Desdobló las prendas, sintiendo impotencia y molestia por las pelusas que acumulaban, hasta que uno en concreto le hizo quedarse quieta durante varios minutos.

El abrigo con el que Yejun había salido por última vez para recoger a Taehyung ese fatídico día de lluvia estaba ahí, entre sus manos, todavía desgarrado y con sangre seca, ya que ella se negaba a lavarlo. Era tan... impactante tenerlo cara a cara de nuevo.

«Espero no sostener la ropa de Tae en las mismas condiciones»

Frunció el entrecejo al palpar una protuberancia en uno de los bolsillos, cosa que no había notado antes, pues era la única ocasión en la que tocaba el abrigo con meticulosidad.

Metió su mano en el lugar, rápidamente reconociendo la textura de un papel.

Una carta.

"¿Pero qué...?"

Deshizo con una expectativa tambaleante el pedazo de papel hasta que pudo leer el contenido.

"Los he estado escuchando por los últimos días sin parar, susurrando las mismas plegarias crueles como hace siete años, sin dejarme descansar ni vivir, y siendo sincero, ya lo siento cerca.

Están cerca y presiento muchas cosas hoy, sin embargo, espero estar siendo paranóico pero si no, quisiera dejar mis últimas palabras escondidas aquí, pues no encuentro otra manera de decir ni explicar mis vivencias y mis maldiciones.

Tae, hoy iré por ti a tu trabajo, el cielo se ve nublado y gris, y aunque sé que te encanta ese tiempo, no hay manera de que yo deje que corras peligro.

Si no regreso vivo esta noche, te dejaré dos opciones.

Puedes enterrar mi pasado, porque también te atrapa a ti, o puedes conocer todo lo que siempre quisiste para comprobar que mis historias sobre Ondina no eran inventos, sabes que jamás te mentiría; tendrías que ir a Busan, a la playa donde estaba mi hogar...

Encuentra la cueva y conoce a mi primera familia.

Lo que decidas, recuerda que te amo hijo, lo hice desde antes de que nacieras".

Haw soltó un jadeo ahogado dejando salir su conmoción, su esposo al que tanto adoró en vida ya estaba plenamente consciente de que esa noche sería testigo de su último suspiro.

Puso atención a las palabras de Yejun que le parecían claves, tales como "están cerca" y "encuentra la cueva". Ignoró por completo el tema de Ondina y las historias que le contaba a su hijo, ya que no le pareció relevante, solo quería encontrar a su hijo.

¿Quién estaba cerca y qué cueva...?

Su cerebro hizo click en el último dato, recordando las palabras de los policías el día que rodearon la playa Songjeong; uno de ellos le había quitado una porción de esperanza al decirle que era imposible que Taehyung se perdiera en la zona, ya que solo habían rocas y una cueva inofensiva.

Kim Haw se dejó convencer por el instinto, confiando plenamente en las palabras de aquel papel desgastado y sucio, cogiendo su bolso y saliendo de la casa, sin importarle demasiado que ya era muy tarde para andar afuera.

Pasado el tiempo, finalmente llegó a su destino. La playa hacia que la brisa fuera más fresca y algo fría por la hora, la arena se le metía por sus sandalias y el ruido de las olas en medio del silencio hacia que todo el escenario se convirtiera en algo... inquietante.

Caminó por la orilla hasta llegar a la cueva, ésta dándole la bienvenida con su interna oscuridad. Haw sabía que de no tener la lamparilla de su celular, estaría perdida.

Se adentró poco a poco, deseando no pisar algún crustáceo.

Un escalofrío molesto le recorrió la nuca hasta la espalda, reconociendo la extraña sensación de estar siendo seguida por alguien.

"¿Hola?" exclamó ella, girando su cabeza al tiempo que alumbraba lo que podía con su lámpara.

"¿Mamá? ¿eres tú?"

Taehyung, era la voz de Taehyung. Su hijo estaba ahí, siempre había estado ahí.

"¿Mamá? ¡ayúdame, está muy oscuro aquí! ¡no veo nada!"

"¡Ya voy cariño! Quédate donde estás" respondió Haw con una mezcla de emoción y desconcierto en la voz.

"Mamá, ¿por qué no habías venido antes? ¡Estoy pasándomela genial con mi padre aquí!"

"¿Qué estás...?"

"¡Es tan frío aquí! Papá ha venido a visitarme, es una pena que no cuente con ojos para verte"

Haw dejó de darle luz a la poca superficie que tenía al alcance, teniendo nervios por el tono en el que su hijo le hablaba. Su voz había cambiado, era gruesa y profunda, como si estuviera unida a otra.

"¿No quieres verme, mami?"

Dos manos largas y huesudas la tomaron de la cintura y el cuello, elevándola en el aire. Trató de gritar para pedir ayuda o patalear en dirección a su raptor, pero era inútil, la cosa que la tenía capturada era mucho más grande que ella.

"¿Taehyung, po-por qué haces esto?" habló con esfuerzo y dificultad al tiempo que era ahorcada. "¿Tae?"

"Pronto estarás con él, si es que no decides ir con Yejun antes" le susurraron en su oído con voz siseante.

No escuchó ni vió otra cosa, solo sintió cómo era arrastrada dentro de la oscuridad con fuerza, como si la estuvieran jalando con desespero.

Gritó desgarrándose la garganta en el proceso y en algún punto, se rindió.

Perdió la consciencia y aceptó su final, cerrando los ojos con el consuelo de que al menos de esa manera, quizás volvería a ver a su familia.



EL PRÍNCIPE DE ONDINA ● taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora