13

529 84 54
                                    

Dentro del castillo, en uno de sus pacíficos jardines, resonaban los choques de las tazas de porcelana, la tetera servir el caliente té y las risas y murmullos de las damas que ahí se encontraban.

"¡Gracias por invitarnos, Dae! Empezaba a pensar que nos habías olvidado" habló una de ellas, acomodando su gran sombrero de plumas. "Hace mucho que no nos reuníamos"

"¿En serio? Una disculpa, he estado ocupada con algunos asuntos, duquesa"

"¡Ni nos digas! Estuvimos presentes hace rato cuando enseñaste al tal príncipe que te corteja, y déjame decirte que despertaste la envidia de todas las mujeres en Ondina, tu novio es ardiente-"

"¡Eunji!" exclamó abochornada su amiga. "Deja de hablar así, no seas corriente"

"¡Oh, Hana, sabes que es verdad! Incluso tú dijiste que si te dieran la oportunidad de-"

"Bien, creo que entendí el punto de la conversación" interrumpió Dae, notablemente incómoda. "No necesito ejemplos"

"Y a todo esto, ¿dónde está él? No se le vio más en los juegos, y he de admitir que también acepté venir aquí para saciar mi curiosidad" respondió Hana, quitándose uno de sus guantes para tomar una galleta.

"Uhm, se sintió indispuesto para seguir en la faena, así que lo dejé ir a su residencia para que se recuperara. Mañana estará por aquí de nuevo y seguramente..." vaciló la princesa, moviendo sus manos con nerviosismo. "Podrán verlo"

"¡No nos lo perderíamos por nada, querida! Me alegra mucho que hayas elevado tus expectativas respecto a tus intereses, porque de tan solo recordar al bueno para nada que era ese tal Yejun, ¡me da un ataque de pena ajena!"

Eunji soltó una carcajada, acompañada de Hana, mientras que la princesa solo reía forzadamente.

"Además que era menor, ¡qué escándalo!"

Dae dejó de escucharlas a partir de ese comentario, sintiéndose algo humillada por sus propias "amistades" de la corte. 

La opinión acerca de cómo ella y Yejun habían llevado su relación mayormente era mala, sin dejar pasar la gran diferencia de edad que ambos tenían; no obstante, al no ser una mujer que se dejara llevar por lo "moral", no compartía el pensamiento ajeno. 

Pero eso no podía evitar que le molestase, ya que al sacar el tema del escondite de su mente, salía un nudo en la garganta y un peso en el pecho, que por más que intentara, no podía olvidar.

Terminó la reunión con las duquesas poco tiempo después, al ver cómo el atardecer había pasado y comenzaba a anochecer. 

Caminó por los amplios pasillos del castillo una vez entró, dándose cuenta de la soledad en él y extrañando de pronto a sus sirvientes y a su dama de compañía, los cuales se encontraban ahora mismo en la feria o en la casa de sus familias. 

Necesitaba a alguien con quien hablar, y ya lo tenía en mente al subir las escaleras que llevaban a la habitación de su hermano. 

"¿Jungkook?" murmuró cerca de la puerta después de tocar, no recibiendo respuesta. "Voy a entrar, y si veo la misma escena de hace dos años, te golpearé"

Abrió la puerta lentamente, suspirando al ver el cuarto algo desordenado y sin rastro de él, excepto por la pequeña nota que yacía sobre la cama, y escrito en una caligrafía rápida sin dejar de ser estilizada, decía:

"Fui a las cascadas, ¡las sirenas no cuentan en mi exilio de la sociedad! Volveré pronto, espero que no se molesten. Si no me creen, confírmelo con Hwan, ese diablillo nunca me apoya en mis cosas".

EL PRÍNCIPE DE ONDINA ● taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora