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El pequeño rayo de sol que se coló por la ventanita que tenía el camarote fue lo que le hizo abrir los ojos. El dolor de cabeza que a menudo lo acompañaba al despertar no estaba, así como tampoco el sudor que las pesadillas le provocaban al dormir.

En su lugar, tenía el relajante recuerdo de un sueño profundo y pleno, recibiendo calor del cuerpo a su lado. Taehyung sonrió apenas al espabilarse, mirando al joven príncipe respirar pausadamente con la boca ligeramente abierta y con la mano sobre su cintura, abrazándole.

Durante toda su vida Taehyung nunca había despertado así, y era extraño, mas no desagradable. En su memoria se coló el pincelazo efímero de la noche anterior, trayendo consigo las sensaciones y la vista que tuvo, el sonido, el color y todo lo que envolvió aquello. La pequeña cama en donde ahora estaba acostado y las sábanas que lo cubrían habían sido el único testigo de su deseo cumplido, actuando como cómplices. Se preguntó qué diría Jungkook cuando despertara y qué cara pondría, ¿olvidaría lo que sucedió? ¿lo que... le dijo antes de dormir?

Con sigilo, retiró la mano del príncipe hacia un lado y acto seguido, se levantó. A juzgar por el destello de sol y las lagañas en sus ojos, posiblemente ya era algo tarde, suficiente para que sintiera la necesidad de desayunar. Hubiera querido seguir en esa cama para siempre, pero además de su apetito, sabía que debía hablar lo más rápido posible con Yoongi acerca de la información que el herrero le había dado y el encuentro tan... ¿fuera de lugar? que había tenido con los huldras.

Se abrochó su camiseta correctamente y seguido, se colocó su chaleco, arrugando la nariz por el olor que desprendía «¿Jungkook habrá notado este aroma? Qué vergüenza...» pensó, de pronto sumando en su lista de cosas por hacer el lavar su poca ropa y darse un baño. Tomó su mochila y de ella sacó una fotografía específica, esa donde su padre tenía quizás quince años y el príncipe Jeon once. Esa imagen le recordó de golpe el pendiente más importante de precisamente, ese día: el cumpleaños de Jungkook.

Decidido y con una energía notable, dejó la fotografía en su lugar y se colgó su mochila, saliendo del camarote. No se oía ningún ruido en la otro cuarto, por lo que supuso que sus compañeros de aventura seguían descansando. Subió las cortas escaleras hacia la cubierta, abriendo con llave el candado que pobremente los protegía de cualquier ataque monstruoso.

Lo que lo recibió fueron los gritos jocosos de los marineros en los bares de cerca, así como también las ofertas que vociferaban las vendedoras de vegetales o pescado, teniendo en sus letreros un "¡Originalmente importado de Clarion!" al lado de dibujos de caras felices.

"Ah, mi sobrino postizo favorito despertó" una voz le habló desde la popa. Yoongi sonrió en cuanto tuvo la atención del joven. "Vamos, no me digas que no me habías notado, alguien tiene que ser el adulto y levantarse temprano"

Taehyung rio al ver a Yoongi sentado sobre una desgastada caja, sosteniendo una botella de cerveza y un ¿sándwich?

"¿Qué comes?"

"Ah, la masa de los vanwaks a veces es un problema para mí, por eso de vez en cuando me gusta comer capullitos" respondió el otro, dando un trago de su bebida.

Se ahorró la cara de confusión y en su lugar, Taehyung caminó hasta su lado, frotando sus manos entre sí y con una sonrisa idiota que amenazaba con salir a cada segundo. Se sintió como todo un novato recién enamorado y con un aire repleto de corazones.

"Esa cara de loco asusta" soltó Yoongi medio en serio y medio en broma. "¿Qué tienes? La baba se te saldrá en cualquier momento, habla o vete y déjame comer"

Taehyung sonrió el doble de amplio.

"Hoy es el cumpleaños de Jungkook"

Yoongi rodó los ojos, no juzgando mucho a su amigo porque él se ponía igual de intenso en su adolescencia cuando ejem, era el cumpleaños de Yejun. Pero no iba a hablar de eso.

EL PRÍNCIPE DE ONDINA ● taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora