Se maldijo en cuanto el aroma salado del agua de los alrededores llegó a su nariz. Su intuición le repetía mil veces en su cabeza, como si de una alarma se tratase, que absolutamente era un error exponerse así, pero su razón le recordaba el motivo de su inesperada visita a Ondina.
Seokjin estaba con un constante dolor de garganta, al borde de un resfriado. Hace años que no se enfermaba, y Jiyu se recriminó por la ciega confianza que puso en ese hecho ¿por qué no había preparado un botiquín especial de jarabes? No podía llamarse a sí misma una mujer responsable.
Una bufanda tapaba discretamente la mitad de su rostro, su abrigo la protegía de las miradas morbosas de los hombres y sus tacones de vez en cuando se atoraban con las piedras del camino. El mercado central no había cambiado mucho en cuanto a comercios, por lo que le sería fácil encontrar la tienda de hierbas que a menudo visitaba en su niñez.
Sin embargo, al mirar mejor, se dio cuenta de que algo andaba mal. Las panaderías estaban cerradas al igual que otros puestos, asemejándose a un pueblo fantasma. Jiyu estrechó los ojos, confundida, prestando atención a la vieja iglesia, la cual estaba repleta de la mayoría de gente azul. Aceleró el paso antes de que uno de los ayudantes del padre (nunca le importó saber cómo se llamaban) cerrara la puerta, involucrándose inesperadamente en lo que parecía ser una misa.
O eso pensó ella.
"Por favor, guardemos la calma. Están en la casa del dios Hydor, merece respeto"
"¡Respeto merecemos nosotros, padre! La mayoría de negocios se está yendo a la ruina y el hambre es cada vez más insoportable, parece que los pesqueros y agricultores de Clarion se han olvidado de que ¡nos tienen que traer producto! ¡Sin producto, no hay capital!" un hombre de mediana edad expresó con molestia, alentando a los demás a repetir la letanía.
Jiyu se mantuvo callada. No debería molestarse en meterse en temas que a ella no le afectaban, ella ya no pertenecía a ese pueblo, pero... ¿por qué el rey al que todos aclamaban estaba descuidando tanto a sus súbditos? ¿Qué no los Jeon eran la definición de perfección? No se iría sin averiguar qué clase de conflicto atormentaba a Ondina.
Tenía un presentimiento, el mismo que le alentó a comprar más espadas en el Reino Rojo, el mismo por el que se sentía inquieta últimamente y el mismo que le susurraba todas las noches palabras incoherentes.
"Basta, el dios Hydor ha elegido al respetable rey Jeon para que se encargue de la corona y de todo lo que implica su peso. ¿No lo entienden? Estamos pasando por una época difícil y sé que es complicado, pero saldremos pronto de esto, no presionen al rey" replicó el padre, negando con la cabeza en un intento de comprensión.
"¡Parece que no nos escucha! No es solo el hambre, los ataques incrementan cada día peor y todos estamos asustados. ¡Incluso estar en esta iglesia implica un riesgo de perder la vida!" una mujer fue la que rezongó, abrazando protectoramente a la que parecía ser su hija pequeña. "El rey no ha hecho nada, los guardias que manda son inútiles porque no veo cambios, ¡hay que organizarnos para tener una audiencia con él!"
Todos los presentes comenzaron una discusión enredada, teniendo en común el desagrado por el padre y las recientes acciones políticas de la corona. Entonces, Jiyu pensó que ya no valía la pena continuar ahí, no obstante, antes de que pudiera llegar a la salida, unas palabras la detuvieron.
"¡En lugar de parlotear deberían concentrarse en atrapar al maldito fugitivo de Min Yoongi! ¿Recuerdan? Se fue con ese farsante de Kim Taehyung y nadie sabe su paradero después de matar a un hombre" el padre interrumpió, sonrojado de las orejas por el creciente enojo. Fue ignorado, ya que a los habitantes de Ondina ese hecho era el que menos les interesaba.
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EL PRÍNCIPE DE ONDINA ● taekook
FantasyTaehyung nunca creyó despertar en Ondina, el lugar que constantemente aparecía en las historias que su padre le contaba cuando era pequeño. Tampoco imaginó que los amigos de la infancia de su progenitor fueran un caballero valiente, una princesa dec...