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Luego de bajar del auto, ambos corrieron rápidamente hacia el edificio para no mojarse demasiado

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Luego de bajar del auto, ambos corrieron rápidamente hacia el edificio para no mojarse demasiado. La lluvia seguía siendo fuerte y parecía que no había indicio de querer parar por un buen tiempo.

Jeongin suelta un suspiro pesado, pero luego sonríe al ver como la cachorrita se remueve algo inquieto.

—Vamos, Chan —el mencionado se sorprende, pero no duda ni un segundo en seguirlo.

Cuando por fin logran pasar el área de recepción, se adentran al elevador y se sonríen con complicidad.

—¿Crees que te digan algo si se dan cuenta de la pequeña? —cuestiona, con la mirada fija en el adorable animalito.

—No lo harán, sino se enteran —se encogió de hombros—. No pienso decirlo y mucho menos dejarla por ahí.

Chan asiente convencido, su chico es tan noble y dulce como para andar en este cruel mundo.

El ascensor se detiene en su respectivo piso y salen con prisa hacia el apartamento que le corresponde a Jeongin. Ni bien entran, dejan sus zapatillas a un lado de la puerta y el pelinegro acomoda a la cachorra en la suavidad de su cama.

—Me la pasé genial contigo hoy —comenta algo nervioso, rascándose la nuca en el proceso—. Gracias por salir conmigo.

—No tienes por qué —la atención de Jeongin fue a él—. Yo también la he pasado muy bien.

Chan esboza una pequeña sonrisa y luego carraspea levemente.

—Yo, uh... Yo creo que ya debería irme, bueno, iré por mi motocicleta y de paso compraré algo para la cachorra.

El rubio vuelve a ponerse las zapatillas, bajo la atenta mirada de Jeongin.

—Bueno, hasta luego.

—Chan, espera —el pelinegro se levanta rápidamente para acercarse hacia Bang. Este solo traga grueso ante la cercanía—. Yo solo quería disculparme por lo de esa vez. Fui muy descortés al hablarte de esa manera.

El rubio se tensó al poder entender al momento del cual se refería. Justo después de aquella madrugada en donde se besaron por primera vez. Los nervios pueden con él cada vez que lo recuerda.

—No me estaba sintiendo bien —su mirada cambió a una más apenada y Chan no se resistió a tomarlo del mentón con delicadeza.

—No te preocupes. Todos tenemos malos momentos y te entiendo —su voz fue suave y armoniosa.

"En verdad quisiera que sí", pensó el pelinegro, perdiéndose en aquellos profundos y brillantes orbes color almendra.

—Gracias por la tarde de hoy también —murmuró algo cohibido cuando el pulgar de Chan empezó a acariciar su mejilla.

El rubio no se contuvo más y envolvió a Jeongin en un abrazo, rodeando su cintura y haciendo que el pelinegro colocara sus manos en el pecho contrario por inercia.

Sucker for you ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora