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—¿De qué hablas, Chan?

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—¿De qué hablas, Chan?

—Sí, sí. ¿De qué hablas? —le siguió el peliazul.

Bang relamió sus labios y a pasos rápidos se acercó hacia el de piel canela, Jeongin tuvo que apresurarse para tomarlo de los hombros.

—Hey. ¿Qué te pasa?

—Mejor preguntémosle a Félix —su mirada volvió a recaer en el mencionado.

—Uh, bueno, no te ves de buen humor. ¿Cierto? —habló casi nervioso.

—¿Y lo dudas? —dio una fuerte exhalación—. ¿Por qué tuviste que decirle a SungMin que Jeongin y yo no somos nada? ¿Qué pretendías?

—¡¿Qué?! —gritó incrédulo—. ¡Yo no dije eso!

—¿En serio? ¿Seguro que no mientes? —también alzó la voz.

—Oigan, cálmense —frunció el ceño—. Chan, acabas de salir de la oficina del director no hagas que te vuelvan a meter ahí.

—No, no. ¿En serio tú le crees a SungMin? —sonrió con burla, con cierto ápice de decepción—. ¿Él puede ir encima de la verdad que pueda decirte yo?

—Entonces, debe haber un buen fundamento para todo esto.

—¿Y qué debe ser? —arrugó el entrecejo—. A mí como siempre me estuvieron hostigando tus seguidores obsesivos. Preguntándome una y otra vez sobre ti y el por qué estabas cerca de Jeongin —resopló cansado—. Estaba harto, demasiado. Si les decía que ustedes eran mucho más que simples amigos, lo probable hubiera sido que estuvieran fastidiando y causándole problemas a Jeongin. Obviamente eso era algo que no iba a permitir, así que cuando me lo preguntaron una vez más solo les dije que ustedes no eran pareja y que no sabía lo demás. No estaba tampoco para ventilar su vida privada, ¿o sí?

Un silencio sepulcral se hizo presente en todo el lugar. Chan pareció analizar todo lo escuchado puesto que se quedó quieto, observando fijamente las facciones del peliazul. De cierta forma, lo dicho tenía mucho realismo y coherencia.

—Bien, si eso era todo, ya lo dije y tengo que irme —dio media vuelta—. Quizás los vea mañana — avisó sin dirigirle la mirada.

—¡Espera, Félix! —el nombrado se detuvo—. Mierda, lo lamento —chasqueó la lengua, poniendo la mano en el hombro del más alto—. En serio lamento haberte hablado así.

—Fue malentendido, perdón Lix. — agregó el pelinegro.

Lee dio un resoplido, volteando nuevamente para ahora sí poder verlos. Dándose cuenta de la sinceridad con la que había escuchado aquellas palabras.

—Está bien, descuiden —se encogió de hombros—. Después de todo creo que sí fue un malentendido.

—Tú no tuviste la culpa. Fue el miserable de SungMin —gruñó haciendo puño una de sus manos—. Ah, en cuándo lo vea no se va a librar de un buen golpe.

—Chan —le advirtió Jeongin, haciendo sonreír al peliazul.

—Jeongin, quizás no lo sabías, pero a SungMin le gustas desde que entraste, el problema fue que no conversabas con él desde un inicio, al parecer después encontró la forma de acercarse a ti.

El pelinegro abrió los ojos en claro acto de sorpresa. Ahora comprendía porque recién en los últimos dos meses había conocido al chico castaño cuando en realidad compartían la mayoría de las clases.

—Sí, pero eso ya no importa. Quiso pasarse de listo, intentó besarlo y por si eso fuera poco, lo insultó frente a mí —nuevamente frunció al recordarlo.

—Pero ya pasó, no le des importancia —sugirió Félix.

—Mejor vamos a mi apartamento, veamos alguna película o hagamos la tarea —habló el pelinegro amablemente—. Compartamos este día entre los tres, no siempre la pasamos juntos —hizo de manera inconsciente un puchero, ganándose una boba mirada por parte de Chan.

—Suena bien —respondió con suavidad. Entrelazando su mano derecha con la del pálido.

—Voy, pero si ustedes se comprometen en comprar comida —bromeó, ganándose un golpe en el hombro por parte del rubio—. ¡Hey! —se quejó dramáticamente—. Me merezco al menos eso después de que casi intentas golpearme por culpa de SungMin.

—Tss, eres increíble, Lee —sonrió levemente—. Bien, dejemos a Jeongin en el apartamento y luego salimos a comprar algo para los tres.

—Pero yo también quiero ir.

—Es que necesito hablar de algo importante con él —le besó castamente la mejilla—. Tú estarás escogiendo las películas por nosotros.

Jeongin arrugó su naricita de botón, pero terminó por asentir ante lo pedido. Al fin y al cabo, tendrían una agradable tarde y eso era lo que importaba.

—Eres cruel —le reprochó Félix.

—No es cierto, soy un gran amigo —su voz bordeó cerca de un tono de sarcasmo y diversión muy bien encubierta

—¿Te parece poco el haberme hecho caminar mientras que Jeongin y tú iban en la motocicleta?

—No había espacio. ¿Dónde ibas a sentarte? —rodó los ojos, sin quitar su sonrisa socarrona.

—Uhg, eres cruel —repitió, dando una profunda inhalación al sentir el aire fresco chocar contra su rostro ni bien salieron del apartamento de Jeongin—. Pero olvidando eso. ¿Qué es lo que querías hablar conmigo?

—Necesito tu ayuda.

—¿Ayuda? ¿Para qué? —arqueó una ceja.

Chan titubeó sintiéndose muy nervioso repentinamente, se detuvo al lado del peliazul y lo miró con fijeza. Soltando un resoplido fue que prosiguió.

—Necesito una buena idea.

—Pero para qué —le incitó.

—Una que no sea ni muy cliché ni muy aburrida, pero que de todos modos sea lo suficiente como para que todos lo sepan, sí, así lo quiero —suspiró.

—Bang Chan, habla de una buena vez —se cruzó de brazos.

—Necesito que me ayudes para...

—Para... —alargó la vocal, esperando a que siguiera.

—Para declararme a Jeongin —soltó rápidamente.

Félix abrió los ojos con desmesura, una amplia sonrisa cuadrada se instaló en su rostro.

¡Esa era una noticia increíble!

¡Esa era una noticia increíble!

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Sucker for you ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora