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Jeongin mordía una de sus uñas, simplemente no podía evitarlo, los nervios estaban gobernando más que él

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Jeongin mordía una de sus uñas, simplemente no podía evitarlo, los nervios estaban gobernando más que él. Miró por décima vez la hora en su celular y confirmó que no faltaba más de media hora para que Chan llegara.

Era una cálida mañana del sábado, el preciso día en el que habían planeado tener su primera cita oficial.

Ah, el pelinegro no podía creerlo. Sus mejillas estaban levemente sonrosadas y eso que aún no había comenzado nada.

Hizo una lista mental de las cosas que podía llevar, pero Chan tan solo le había dicho que sería una sorpresa. Dejándolo sin alguna buena idea. Lo único que le sugirió es que dejase a Berry bajo el cuidado de Félix, quizás volverían muy tarde y no podían dejar solo a la cachorra.

Ahora mismo se encontraba poniendo un polo blanco y simple, para después ponerse su adorada camisa de cuadros. La ansiedad logró que se levantara mucho más temprano de lo normal y fue entonces que ya había tomado una larga y refrescante ducha.

Lo único que le faltaba era un par de pantalones, pero antes de siquiera ir a hacia su armario para buscar, unos toques en la puerta acabaron con su poca calma. Aún traía su pantalón delgado de pijama y no quería que Chan lo viera así.

—Ya sabes que soy yo —la voz del rubio sonó entre alegre y tranquila. Volviendo a tocar la puerta con algo de persistencia.

El mencionado simplemente resopló resignado con su búsqueda y se dirigió rápidamente hacia la puerta. Abriéndola con lentitud para no poner en evidencia toda su emoción.

Su corazón volvió a latir de esa manera desenfrenada como cada vez que veía a Chan. Lucía tan apuesto y atractivo como siempre. Con su cabellera rubia perfectamente peinada y sedosa, sus ojos almendrados brillantes y, su preciosa y blanca sonrisa.

Llevaba un conjunto de ropa deportiva, el pantalón chándal era levemente ajustado y se adhería a su piel, mostrando sus trabajadas y musculosas piernas. Al instante Jeongin se sintió tímido por haberlo mirado de esa manera y a la vez, se sintió muy feo.

Él tan solo estaba con simple ropa y el cabello todo húmedo y desordenado. El pelinegro se hizo a un lado para dejar que Chan se adentrara a su habitación. Y otra vez no pudo evitar mirar su espalda muy bien marcada a la par que sus firmes hombros.

"¿Qué diablos me pasa?"

El rubio tenía las manos en sus bolsillos y dando media vuelta para volver a ver a Jeongin, le sonrió ampliamente. El pálido tan solo observaba ahora la forma en que los brazos de Chan se flexionaban y marcaban de una manera atrayente, todo gracias a que había remangado su polera y aquella piel levemente canela salía a la luz, con las venas resaltando tentadoramente.

—Te extrañé a pesar de que te vi ayer —habló Chan en medio de una boba sonrisa, acercándose al pelinegro para poder abrazarlo. Jeongin tragó saliva y se dejó envolver por los brazos de Bang en su cintura, a la vez que disfrutaba de la deliciosa colonia que este traía puesto.

—Aún no estoy listo —murmuró cuando acomodó su rostro en el pecho del más alto—. Y ni siquiera sé lo que voy a llevar. Chan soltó una risita nasal y tomó los hombros del pelinegro para poder alejarlo brevemente.

—No te preocupes por eso, luego compraremos todo lo que se necesitará.

—¿A dónde iremos?

—Ya te darás cuenta cuando mires todo el trayecto.

—¡Chan! —le regañó, haciendo inevitable un pequeño puchero.

—No, esta vez no voy a caer —susurró con diversión, para luego darle un corto beso en los labios.

—Aún me veo mal, espérame unos minutos.

El rubio chasqueó la lengua.

—Nada de eso, te ves perfecto —dio un par de besos en ambas mejillas.

—¿Estás bromeando? —intentó ponerse a la defensiva, pero claro que casi ni funcionaba debido a lo meloso y dulce que podía llegar a ser Chan—. Ah, al menos déjame ponerme unos jeans.

—¿Por qué no vas con unos shorts? —inquirió el rubio esta vez sentándose en el borde de la cama.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no! —hizo un mohín disgustado—. Mis piernas son realmente una vergüenza, son todas delgadas y demasiado blancas. Ni de broma me atrevo a exponerlas, se van a burlar.

—Para mí son perfectas, demasiado esbeltas —lo miró fijamente, con una sonrisa muy diferente a las demás. Jeongin se removió inquieto—. Pero creo que tienes razón, yo tampoco quiero que alguien te vea.

—¡Hey! —se quejó—. Eso sonó mal.

—Lo malo es que alguien más sepa que tus piernas son muy lindas —se encogió de hombros.

—Ahg, eres un tonto —rodó los ojos—. Ya cambié de idea, me pondré otro conjunto que me quede suelto y se me haga más cómodo.

—La culpa es tuya —se echó en la cama estirando sus brazos en el colchón—. No hay ningún problema para mí. De todos modos, todo te queda malditamente bien.

Jeongin refunfuñó y trató de ignorar al rubio. Yendo a su armario para buscar su conjunto.

—No tardaré más que cinco minutos —comentó con rapidez, encerrándose en el baño con todas sus cosas.

Bang dio soltó un bostezo y movió su pie izquierdo con insistencia. Aunque no pareciera, se encontraba igual o más nervioso que Jeongin. Él jamás había tenido alguna cita y menos con alguien tan especial como lo era el pelinegro. A veces temía de cometer algún error que hiciera que Jeongin lo dejara por alguien mejor. La inseguridad se apoderaba de él en las veces que se ponía a pensar en plena madrugada. Yang había calado tan profundo en su corazón que simplemente ahora temía de no ser alguien suficiente. Después de todos los errores no se borran fácilmente y una persona no cambia de la noche a la mañana. Pero, aun así, Chan estaba seguro que lo lograría, confiaba en que ya no volvería a ser el chico de hace unos meses atrás.

Ahora tenía a Jeongin, ahora podía tomar su mano, ahora podía apreciar su sonrisa, ahora podía descubrir nuevas cosas y nuevos sentimientos, ahora simplemente podía vivir de manera diferente y al lado del chico que ha logrado enamorarlo por completo. Y no había forma de arrepentirse. Chan nunca lo haría, ni por nada ni por nadie.

—Ah —suspiró—. Te quiero, Jeongin, te quiero demasiado —sus suaves palabras divagaron en aquella vacía habitación. Sintiéndose a gusto con las sensaciones que el pelinegro podía causar en él.

 Sintiéndose a gusto con las sensaciones que el pelinegro podía causar en él

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Sucker for you ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora