|=^<Reencuentro>^=|

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*Victoria*

—¿Te puedo ayudar en algo? — Dijo la señora que me abrió la puerta con amabilidad, era la madre de Isaac, se veía igual solo un poco más

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—¿Te puedo ayudar en algo? — Dijo la señora que me abrió la puerta con amabilidad, era la madre de Isaac, se veía igual solo un poco más... cansada.

—Ummm hola yo- solo quería venir a saludar, ayer ví que se estaban mudando y... no sé si me recuerde, me llamo Victoria y ustedes solían vivir aquí ¿no? —dije con nerviosismo y de pronto su sonrisa de amabilidad se convirtió en una real.

—¡Victoria dios mío, claro que te recuerdo, mírate estás enorme! Cuánto tiempo ha pasado ¿cómo estás querida?

—Bien, muchas gracias— dije con el mismo entusiasmo que me contagió aunque lo que de verdad quería era saber de Isaac pero no quería sonar grosera así que esperé a que ella lo mencionara.

—Ven ven pasa, ¡Isaac! — gritó ella y cuando entré, vi a un joven sentado en la sala. Era Isaac. Tenía puesta una playera holgada y un pantalón de mezclilla con unos tenis vans, estaba sentado en la orilla del sillón con la vista perdida en el otro sillón con el que hacía juego. Tenía puestos ambos audífonos así que su madre le tocó el hombro para que reaccionara.

—Cariño, hay alguien que quiere saludarte— le dijo ella en su oreja y él tenía una expresión que no me decidía si era neutra o molesta.

—¿Quién es? —preguntó con falta de interés.

— ...hola...—dije acercándome para que me viera pero él seguía con su vista en el mueble.—No-no sé si me recuerdes, éramos vecinos— Isaac se enderezó aunque seguía sin verme—Amm tu y yo jugábamos de pequeños y- —

—Espera...— dijo y empezó a voltear su cabeza hacia mi dirección.—¿Vic-Victoria? — preguntó con la vista en mi dirección pero sin verme directamente.

— Hola...— dije con una sonrisa nerviosa y él me sonrió de vuelta.

— ...hola...

— Terminaré de desempacar un par de cosas, mientras tanto vayan a dar una vuelta o ¿no quieres agua querida?— dijo su madre.

—Uh no gracias señora— ella se fue de la sala y yo me senté a lado de Isaac, el cual me veía pero al mismo tiempo no lo hacía. Pasaron unos segundos incómodos en los que ninguno dijo nada hasta que nos reímos de eso y nos abrazamos.

—¿Cómo estás? Ha pasado tanto— dijo Isaac con alegría y yo intentaba no sonrojarme, él siempre tuvo algo en mi.

—Bien, bien ¿qué hay de ti? Tu fuiste el que se mudó— le pregunté sin dejar de sonreír.

—Umm bien, todo... bien, pero, yo no importo, ¿tú qué has hecho? — me preguntó desviando el tema.

—Pues yo uh sigo en la misma casa yyy en la misma escuela, no quise cambiar. Ah y también ahora tomo clases de ballet—Comencé a tomar clases cuando Isaac se mudó, mi mamá pensó que era un buen deporte y que también me ayudaría a no estar tan triste por Isaac, y tuvo razón, tuve recitales infantiles y ahora a mis 16 había ido a competencias con una academia de ballet y otros tipos de danzas donde había quienes lo hacian por hobby y quienes estudiaban para dedicarse a eso.

— ¿Tú bailarina?— dijo Isaac riendo.

—¿Por qué te sorprende?

—No me imagino a la Victoria que peleaba a golpes conmigo caminando en puntas—respondió burlándose.

—Aún podría darte una golpiza si te la buscas—dije dándole un empujón con mi hombro en el suyo.—¿Quieres dar una vuelta? Salir a caminar o podemos ir en bicicletas si es que tienes una—de pronto Isaac parecía incomodo.

—Umm no, no tengo bicicleta pero ir a caminar suena...suena bien— dijo parándose. —Solo debo ir por algo a mi cuarto y nos vamos— yo lo esperé sentada y noté como estaba fijando la vista en el piso y tocando cada mueble con sus manos como si quisiera asegurarse de la posición de cada uno, esto se me hizo raro pero yo a veces cuando caminaba en la casa aburrida tocaba los muebles, así que me dio igual y esperé. Cuando Isaac bajó tenía unos lentes oscuros puestos y estaba apunto de reirme de que fue a su cuarto solo por unos lentes de sol cuando vi que sacaba algo de su bolsillo del pantalón, llegó a mí sacando mientras caminaba un bastón blanco que se desdobló al piso ¿qué estaba pasando?

—¿Vamos? — preguntó en la puerta y dije que sí intentando sonar normal para que no notara que estaba algo... confundida. Salimos de la casa y dimos un par de pasos en silencio, él caminaba derecho, moviendo su bastón de izquierda a derecha y yo lo seguía sin saber qué decir, estuvimos en silencio a mi parecer solo segundos pero Isaac habló para romperlo.

—Llevas como 5 minutos callada ¿todo bien? —comentó deteniéndose—¿A qué se debe el milagro de que no hables por tanto tiempo? — No supe qué decirle, era obvio su tono sarcástico pero seguía sin saber cómo reaccionar.

—No no, no es nada es que... a-a veces me gusta caminar en silencio— mentí sin querer sonar nerviosa, no quería que pensara que el hecho de que ahora tuviera una discapacidad me incomodaba.

— ¿Segura?... ¿segura que no es por "esto"? — señaló, levantando su bastón. —Está bien, pasó hace mucho, ya ni recuerdo bien cómo pasó— yo suspiré.—¿te molesta?— me preguntó.

—¿Qué?—dije confundida.

—Que sea ciego ¿te molesta?—me volvió a preguntar sin enojo, solo con curiosidad.

—No no no, Isaac yo... lo siento mucho, es solo que... me hubiera gustado estar ahí para ti, de seguro no fue nada fácil que de un momento a otro... pasara- "esto" — dije tomándolo del brazo.

—En serio está bien, no te preocupes, y puedes decir la palabra, "ciego" ¿sabes? No es como si me insultaras— solté una risa nerviosa. — Y no fue de un momento a otro, fue poco a poco, tambien solo para que lo sepas, no es como si viera todo negro, todavia conservo algo de visión—

—¿A qué te refieres? ¿no dijiste que eras ciego?— pregunté con un poco más de confianza.

—Legalmente

—¿Uh?

—Se supone que alguien con vista perfecta puede ver a 60 metros con claridad, yo veo MUCHO menos que eso, conservo más o menos un... 40% o 30%, es como ver... a través de un cristal opaco, bastante borroso y casi no distingues figuras, pero aun veo colores, algo asi

—Y... ¿ahora me ves? — le pregunté

—Solo veo tu silueta, es como una mancha y solo veo tu cabello, el resto es difícil de distinguir— dijo viendo en mi dirección pero no a mi cara.

—En serio ¿no te afecta haberte quedado ciego? 

—En serio— respondió casi suplicando con la voz dejar el tema.

—Okey... ¿seguimos caminando? — Él asintió con la cabeza y continuamos. Isaac casi no habló, más bien me preguntaba cosas sobre mi, sobre mis ensayos y todo lo que hice después de que se mudara, noté que no le gustaba hablar de él mismo, era como si se avergonzara de... ser él.

Llegamos a su casa y lo dejé en la puerta, prometí volver mañana u otro día a visitarlo y me fui dándole un beso en la mejilla, yo soy una persona que tiene mucho contacto físico con todo el mundo, así que siempre me despido beso la mejilla de la persona pero esta vez quise que él sintiera que el beso era por afecto y cariño honestos.

Vidas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora