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*Victoria*

Mi cumpleaños llegó y la verdad no esperaba mucho ya que en años pasados no había hecho gran cosa, solo comía un pastel individual porque a mi mamá no le gustaban mucho los postres, eso no significaba que no me emocionara así que en la mañana desperté y bajé las escaleras sin nada que esperar pero igual entusiasmada, mientras lo hacía oí a mamá hablando con alguien, era Isaac, estaban charlando los dos en la cocina.

—¡Vicky!—exclamó mamá cuando me vio, nos acercamos rápido una a la otra para un abrazo fuerte—¡Felíz cumpleaños amor!—

—Gracias mamá

—Felíz cumpleaños— dijo Isaac acercándose y me dio otro abrazo—te traje algo— vi hacia la barra de la cocina y vi un ramo de flores, una caja pequeña y una bolsa de regalo; todo con detalles de decoración azules, mi color favorito.

—¿En qué momento conseguiste todo esto?— pregunté impresionada mientras me acercaba a la barra con él tomándome de la mano.

—¿Por qué crees que dejé que salieras con Abby y no conmigo?— respondió.

—Son hermosas—dije tomando las flores.

—Abby me ayudó con eso, dijo que son tulipanes ¿te gustan?

—¡Sí! Me encantan—tome la caja pequeña y al abrirla había un pequeño pastel individual, estaba decorado con un par de chispas y decía en letras grandes "¡FELIZ CUMPLEAÑOS!" Al verlo solo pude hacer un grito ahogado de la emoción.

—Lo hice yo—dijo.

—no...— respondi incredula pero alegre.

—Quise hacerlo para ti y bueno, me ayudaron un poco para decorarlo pero creo que sirvió hornear todas esas veces

—Es hermoso y seguro sabe delicioso

—Y...—comenzó a decir y tanteo la mesa unos segundos hasta que encontró la bolsa de regalo y me la dio en la mano—este es el más especial— Era una bolsa de regalo marrón, con textura de papel y tenía un listón azul claro que la cerraba, cuando la abrí no lo podía creer, era un peluche de conejo, su pelaje era marrón, de ojos tenía unas bolas de plástico negras y pequeñas, en su cuello tenía un listón rosado pastel que formaba un moño; Era exactamente el mismo peluche que una vez perdí y que Isaac me había obsequiado cuando éramos pequeños.—¿te gusta?— pregunto al no poder ver mi shock, me lancé sobre él dándole un abrazo con todas mis fuerzas.

—¡Gracias gracias gracias gracias!— grité sin soltarlo—¡Es el mejor regalo del mundo!—

—Cariño...—comenzó a decir mamá—¿por qué no te arreglas y sales a disfrutar tu día con Isaac?— sugirió con una sonrisa.

—Si si si—Respondí con emoción y subí las escaleras rápido junto con Isaac, me arreglé lo más rápido que pude con ropa abrigadora por las fechas pero a la vez linda y una vez lista, salimos con la caja de pastel y aunque Isaac insistia en que solo era una caminata normal, era OBVIO que pensaba en algo pero decidí ignorarlo y esperar, llegamos al parque donde después de unos pasos vi a lo lejos en unas mesas a Abby, Alex y a Isa que habian traido una pizza, refrescos y unos globos que aún no terminaban de inflar, contuve mi emoción hasta llegar a donde ellos estaban y todos me dieron un gigante abrazo grupal. Pasamos toda la tarde juntos celebrando hasta que llegó la noche y cada quien tomó su camino, no podía creerlo, era el mejor cumpleaños de mi vida.

—Entonces...—comenzó a decir Isaac cuando llegamos a su casa—¿qué tal estuvo tu día?—

—Genial, no había celebrado mi cumpleaños desde los 10, gracias— estábamos en su cuarto descansando después del día, noté que se había quitado sus lentes y estaba frotando muchos sus ojos—oye... ¿estás bien?—le pregunté.

—¿Eh? Sí

—¿Seguro?

—No te preocupes por mí, es tu día— dijo con calma.

—Dime, no pasa nada—él suspiró.

—Antes que nada, no te dije antes porque no te quería preocupar ¿okey? —tomó una pausa y volvió a hablar —Pues hace unas semanas fui al doctor, solo por una revisión y mis ojos están bien, lo normal, pero...—

—¿Pero qué?

—Dice el doctor qué sigo perdiendo vista y... que tal vez me quede totalmente ciego pronto

—¿Qué? — pregunté algo preocupada pero mantuve la calma por él — ¿Qué tan pronto?—

—No lo sabe pero es muy probable que para mi cumpleaños pase— lo abracé.

—Bueno, yo estaré contigo, y todo estará bien—me sonrió gentilmente y acabó uno de los mejores días de mi vida con una sensación agridulce.

Vidas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora