/°/°/°/No Estás Solo\°\°\°\

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*Isaac*

Pasó 1 mes de clases y todo iba bien, no era perfecto pero me había acostumbrado de nuevo a ir a la escuela y con la ayuda de Victoria no tenía problemas. Un domingo por la noche estábamos hablando por teléfono y ella mencionó que le dolía un tobillo después de un entrenamiento.

—¿No iras al doctor?—le pregunté.

—Mañana, oh es cierto. Mañana no iré a la escuela, voy a ir al doctor en la mañana y me llevara mi mamá ¿está bien?

—¿Por qué me lo preguntas?

—Bueno, lo digo por si quieres mi ayuda en la escuela

—No te preocupes por mi, llevamos un mes de clases, creo que no me voy a perder

—Okey, creo que ya me voy a dormir, descansa

—Descansa—colgamos y me fui a dormir tranquilo.

A la mañana siguiente hice todo como de costumbre, me aliste, tomé mis cosas y fui a la parada del camión, no tuve problema con nada de eso, ya estaba acostumbrado a la ruta y cuando llegue a la escuela, por suerte m e encontré a Alex.

—Hola—me saludó asegurándose de no tomarme por sorpresa.—¿dónde está Victoria?—me preguntó.

—Hoy no vendrá, fue al doctor

—Oh ¿no quieres ayuda en algo?

—Umm sí, ¿me puedes llevar a mi salón? es el 205

—Sí, no hay problema— caminamos tranquilos al salón y Alex me dejó en un asiento cerca de la puerta, diciendo que me ayudaría el resto del día si yo quería. Iba a sacar algo de mi mochila pero cuando la busqué con mis manos, no estaba y sentí la presencia de alguien enfrente.

—¿Tu eres el ciego no?— dijo una voz masculina en un tono casi burlón que decidí ignorar.

—Pues no he visto a otro—le contesté con ironía.

—¿Y de verdad eres ciego?— siguió insistiendo.

—¿Qué te importa? Solo dame mi mochila ¿si?

—Si la quieres tómala—me levanté de mi asiento y el chico alejaba mi mochila de mi alcance con una mano y con la otra me alejaba de él. El chico solo se reía de mí hasta que alguien más entró al salón.

—¿Qué está pasando?— dijo la voz del profesor y ambos dejamos de movernos.

—Nada—contestó el chico—solo le iba a dar sus cosas a mi amigo—

—¿Es cierto Isaac?— preguntó el maestro y no necesitaba mi vista para saber que el chico a lado de mi, me miraba con enojo.

—Sí, estamos bien— mentí.

—Bueno, vayan a sus lugares—el chico me aventó mi mochila al pecho y se fue murmurando cosas. Tomé mi asiento enojado, enojado con el chico por lo que acababa de pasar y enojado conmigo por no poder defenderme de un idiota. Cuando acabó la clase guardé mis cosas y para evitar perderme decidí esperar a Alex ahí, pero mientras los demás salían alguien tiró mi bastón de mi mesa y me agaché a buscarlo.

—Está ahi idiota, tomalo— dijo el chico que me molestó burlandose de mi, solo suspiré con enojo y segui buscando hasta que llegó Alex.

—¿Estás bien?—me preguntó levantándose y dándome mis cosas.

—Sí, solo un idiota

—No les des el gusto de enojarte, ven—salimos del salón y almorzamos juntos. Durante todo el día el mismo chico estuvo encima de mí como un parásito quitándome mi paciencia y solo me dejaba en paz cuando algun maestro llegaba.

Finalmente llegó la hora de la salida y como Alex tenía que llegar a su casa le dije no había problema si yo iba solo a la parada del camión, iba caminando en el pasillo para salir del edificio cuando escuche pasos apresurados viniendo a mi.

—¡Oye ciego!—gritó el mismo idiota en mi oreja.

—Tengo nombre idiota

—No te enojes, solo me quiero divertir ¿por qué los lentes? ¿eres deforme o algo así?

—¿Qué te importa?

—Vamos déjame ver— se abalanzó sobre mí intentando quitarme los lentes de la cara y lo único que pude hacer fue soltar mi bastón para tomar mis lentes y detenerlo, después de un rato el chico se aburrió y me dejó solo en el pasillo tirándome al suelo. Sabía que había gente a nuestro alrededor porque murmuraban cosas entre ellos pero ninguno hacía algo, pasé unos minutos en donde quería morirme de vergüenza mientras buscaba mi bastón en el piso, así fue hasta que lo encontré y me fui lo más rápido que pude de ahí.

Llegando a casa me encerré en mi cuarto un buen rato para no desquitar mi enojo con nadie, pasaron unos minutos y unas horas hasta que llegó la noche y Victoria me llamó.

—¡Holaaa! ¿Cómo te fue? ¿no me extrañaste?— contestó ella animosa.

—¡Si claro, te extrañe desde que desperté, no puedo vivir un día sin ti!— le respondí en un tono sarcástico a pesar de que todo eso era verdad.

—¿Cómo te fue?— me preguntó.

—Bien, todo bien ¿qué te dijo el doctor?

—Nada, todo bien, solo dijo que debo no hacer deportes 1 semana. No me has dicho ¿cómo te fue?—insistió.

—Bien, en serio—mentí y al parecer no la convencí.

—¿Algo pasó?

—No pasó nada, solo un idiota

—¿Te hizo algo? ¿Qué pasó?

—No te preocupes, solo me molestó un poco— Victoria del otro lado comenzó a maldecir.

—Mañana se las verá conmigo, no te preocupes

—No pasa nada, calmate Victoria... ¿Victoria? ¿Hola?— me colgó antes de que pudiera decir algo.

A la mañana siguiente volví a mi rutina, me aliste, tomé mis cosas y Victoria estaba en la puerta para ir a la parada. Llegando a la escuela Victoria estaba atenta de todo el mundo y cuando llegamos a nuestra primera clase el chico volvió a aparecer, y parece que no le importó que estuviera Victoria porque igual me dió un empujón cuando entramos al salón.

—Hola ciego—dijo y se alejó.

—¿Es él?— me preguntó Victoria.

—Sí pero- —me tomó del brazo y sentó a la fuerza en un asiento, luego oí sus pasos pesados ir con alguien.

—¡Oye!— grito ella enfurecida.

—¿Qué te pasa?— respondió el chico, extrañado.

—Pasa que eres un imbécil ¿quién te crees para andar burlándote de la gente?

—Ah ¿eres amiga del ciego?

—Se llama isaac imbécil y si es que tienes decencia por otro ser humano vas a disculparte con él.

—Si me dejas llevarte a mi auto tal vez lo haga—después de eso escuche una fuerte bofetada y a todo el salón decir en unísono "Ooohhh". Victoria después llegó a mi con el chico a su lado.

—Lo siento amigo—dijo el chico avergonzado.

—Es-Está bien— le respondí aun sorprendido por Victoria y el chico se fue. No hablamos de lo que pasó hasta salir del salón.

—¿Hay alguien más de quien me tenga que encargar?— me preguntó ella.

—No, creeme y no creo que alguien más quiera dirigirnos la palabra

—Mas les vale

—Recuerdame no hacerte enojar

Vidas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora