En 1870, Marlenne Fitzgerald conoce muy bien los pros y contras de provenir de una familia en donde sólo hay mujeres.
Uno de los beneficios es que cada una de ellas conoce el poder que lleva dentro, pueden sacar a relucir las capacidades que poseen...
La noche cayó sobre la isla Skye y Marlenne estaba preparando todo para partir hacia el castillo Leoch a la mañana siguiente. Se encontraba emocionada y nerviosa y sentía las emociones a flor de piel.
Blaire y Heidrun habían decidido acompañarla, mientras que el resto de las muchachas habían decidido quedarse en la isla Skye. Enya y Grace habían entablado una muy buena amistad, Caitlin estaba muy a gusto aprendiendo habilidades sobre sanación con Flora y pues Nimué no estaba interesada en volver a ver a Rupert; a su vez, Blaire era muy sobreprotectora y no dejaría que Marlenne fuera sola y Heidrun estaba convirtiéndose en una especie de mejor amiga, por lo que iría a donde fuese la irlandesa.
—Debes aceptarlo, debes aceptar ese empleo— murmuró Blaire —, muchos hombres matarían por un contrato con el mismo Colum Mackenzie. Si lo hace es porque verdaderamente quiere ver tus dotes artísticos. Gwyllin tiene talento, pero no se puede negar que el mismo trovador todas las noches en ocasiones puede ser aburrido, además él prefiere las baladas y pues tú tienes la ferviente sangre irlandesa corriendo por tus venas.
—Quizás tendría que volver al campamento, no sería apropiado volver acá todos los días, por el tiempo de viaje —dijo Marlenne encogiendose de hombros —, así podría cuidar del campamento y liberarte de deberle favores a Angus Mohr —comentó Lenna con un tono sutil de burla.
—Ahora estamos viviendo aquí— declaró Blaire enarcando una ceja —, Angus puede irse al demonio, siempre querrá hacer una u otra cosa para conseguir algo a cambio que venga de mí —dijo entre carcajadas—, seguramente Colum querrá darte asilo en las noches con un aposento cómodo. Después podrías volver aquí, no me da confianza que te quedes sola en el campamento.
Marlenne se regocijó interiormente al notar que todas sus compañeras se hallaban ayudándola para tener la mejor de las experiencias ante el jefe del clan.
—Iré a ver a Nimué, me dijo que fuera a la herrería —comentó Marlenne saliendo de la cabaña de Heidrun.
Nimué todavía era un misterio para ella. No se relacionaba por completo y era sumamente misteriosa, era como si la joven levantara una pared antes de permitir que las personas la conocieran. En un principio creyó que era algo personal, no obstante se percató que su personalidad cambiaba dependiendo si se encontraba o no su madre presente.
—¡Lenna!—exclamó cuando la vio entrar en la herrería—, mira tengo nuevas herraduras para tu caballo. Será necesario que cambiemos las que tiene tu bestia, tendrás que recorrer largas distancias en él— murmuró enseñándole los objetos.
—Te agradezco mucho, Nimué—contestó—, enserio me iban a hacer mucha falta para los viajes a Leoch en caso de que todo salga bien. Pero honestamente he venido porque quería invitarte.
