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«SAIGHEAD BOIREANNACH»
I. El viento que hace danzar a las flores.
______________________Irlanda era un sueño para cualquiera que llegara desde los suburbios y las calles alejadas de la mano de Dios. O eso era lo que siempre decía la madre de Marlenne cada vez que esta se quejaba por la inmensa planicie que rodeaba la finca de los Fitzgerald.
A Marlenne le desesperaba el hecho de mirar por la ventana y notar kilómetros de verde alrededor y no percibir nada más que el césped meciéndose por causa de los cálidos vientos que azotaban las montañas de Mourne.
Sin embargo, cuando –Aida y Joseph Fitzgerald–los padres de las cuatro hermanas murieron por una tuberculosis fulminante que atacó el pueblo; lo único que le daba consuelo era ver el movimiento de los largos brotes verdosos que llegaban al descampado a varios metros de sus dominios.
Marlenne creció bajo los cuidados de Adela, quien con sólo diecisiete años se convirtió en la matriarca de la familia, sin saber bien cómo debía pelar una patata, o la forma de almidonar los faldones bajo los vestidos que solían usar.
Por eso ahora le era tan difícil hacerle frente; en vista y considerando que lo que le pedía era totalmente descabellado. Adela era lo más cercano que tenía a la imagen de una madre, pues siempre se esmeró y dejó para el final con tal que a ellas no les faltase el plato de comida.
—Marlenne— susurró con calma, como si tratase de no perder la paciencia. Jamás había querido gritar o perder el juicio con sus hermanas—, ¿puedes tan sólo considerarlo?
Alrededor de la mesa de madera blanca, yacía un lindo mantel con encajes. Las cuatro desayunaban sin emitir muchas palabras; ninguna quería molestar a la aludida pues conocían su carácter, se enojaba rápido y por detalles simples.
—Adela, no quiero hacerlo.
La rubia mujer suspiró y tomó un sorbo de su taza de té negro. Observó a Marlenne con aprehensión y dejó la pieza de cerámica con tranquilidad, agitó la cucharita y continuó viéndola sin emitir juicios. Sabía perfectamente que su petición era más de lo que podía solicitar.
—Bien, no voy a insistir con el asunto. Pero quiero que seas consciente de que Elijah y su padre vendrán esta noche a cenar con nosotras— declaró y aquellas palabras fueron como una sentencia de muerte para Marlenne.
—No entiendo porqué tanto alboroto, si alguien quisiera casarse conmigo; lo aceptaría sin chistar— murmuró Anabella mientras le daba un mordisco a la galleta de limón que acababa de untar en la leche.
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Saighead Boireannach |James Fraser, Outlander|
FanfictionEn 1870, Marlenne Fitzgerald conoce muy bien los pros y contras de provenir de una familia en donde sólo hay mujeres. Uno de los beneficios es que cada una de ellas conoce el poder que lleva dentro, pueden sacar a relucir las capacidades que poseen...