• AON-DEUG

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«SAIGHEAD BOIREANNACH»
XI.  Blaire, Caitlin y Grace.
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A medida que la mujer pelirroja avanzaba entre los árboles, Marlenne era incapaz de pensar en algo más que en lo que había sucedido. Su pensamiento racional la empujaba al hecho de que todo lo que sucedía era una mentira y que en cualquier momento despertaría en la cama del hostal en Inverness.

Quería aferrarse a la cordura y a la realidad. No era posible que ella estuviera en medio de ese bosque caminando con una desconocida que decía estar en 1743. Esas cosas no sucedían en realidad.

Lo más lógico era que estuviera soñando o en el peor de los casos, padeciendo de una condición cerebral maligna.

De lo contrario, ¿cómo podría estar recreando cosas que no había visto jamás? Sin duda era su subconsciente quien creaba esos escenarios basados en los libros que había visto, en las historias que escuchó en alguna ocasión, ilustraciones de algún periódico o pinturas de la época.

Otro punto importante era aquel joven pelirrojo.

Estaba segura de que su voz era la del joven de sus sueños. No obstante él era un desconocido, un hombre con el que jamás había tranzado palabra.

¿Acaso también se lo había inventado?

Sin duda su cerebro estaba jugando con ella debido al remordimiento y culpa por haber dejado a su hermana y ahora el afrontar su retorno a Irlanda le causaba miedo.

—Perdón por no llevarte por un camino menos dificultoso—. La voz de la mujer sonó de repente y la irlandesa dió un respingo de sorpresa pues la sacó de sus cavilaciones sobre la supuesta falsa realidad—. Debemos vivir en sitios alejados para estar a salvo.

No entendió el motivo por el que debería alejarse del centro de la ciudad. Si ella tuviera que escoger un sitio para ésta a salvo, no pensaría en meterse en un bosque donde no tenía idea lo que albergaría, siendo los ladrones, lo menos riesgoso.

Marlenne estaba muy concentrada en sus pensamientos, pero seguía de cerca a la joven; esta caminaba rápido y demostraba un conocimiento del bosque más que cualquier otra persona que conocía, excepto Kennett. Intentó no tropezar con las raíces y piedras que sobresalían del camino, pues lo que menos quería era caer al suelo y lastimarse, pues para hayar un médico sería una odisea estando tan lejos del centro de la ciudad.

—Veo que no te gusta hablar mucho— musitó nuevamente la joven, en otro intento por intercambiar una conversación con Marlenne, no obstante ella seguía en estado de shock, sin dejar de imaginar escenarios desfavorables de lo que le había sucedido.

—Lo siento, es sólo que no sé a dónde estoy— dijo al fin.

—Tranquila, ¿a dónde es que debes volver?

Saighead Boireannach |James Fraser, Outlander|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora