En 1870, Marlenne Fitzgerald conoce muy bien los pros y contras de provenir de una familia en donde sólo hay mujeres.
Uno de los beneficios es que cada una de ellas conoce el poder que lleva dentro, pueden sacar a relucir las capacidades que poseen...
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SAIGHEAD BOIREANNACH XXXII.Completamente a merced. __________________________
Irlanda.
Irlanda era una tierra inhóspita y verdaderamente hermosa, cargada de un verdor refulgente que no pasaba desapercibido ante nadie. Sus costas eran majestuosas y parecían no tener fin. Marlenne sintió una punzada de melancolía pues estaba de vuelta en su hogar, hacía tanto tiempo que no pisaba tierras irlandesas que por un segundo se sintió una extraña.
¿Por qué no había vuelto antes? ¿Por qué no se había esforzado en buscar las piedras para volver a su época? ¿Acaso no tenía intención de volver a ver a su familia? ¿O sentía miedo de enfrentar el futuro incierto que ahora deparaba para ella?
Eran respuestas que no comprendía del todo, nada más que ahora, observando la manera en la que se acercaba a la costa, todo le recordaba su casa, sus hermanas y su antigua vida.
—¿Es verdad aquello que dicen que los irlandeses tienen mala fama? —le preguntó Heidrun a Marlenne mientras notaba que el barco se acercaba cada vez más a tierra firme.
—¿A qué te refieres con mala fama?
—Pues que son algo tramposos en el juego y en los negocios. Dicen por ahí que la astucia de los irlandeses no tiene límites. Más para mal que para bien.
Blaire se aclaró la garganta y se unió a la conversación.
—Al principio creía que todos eran una timadores, pero después de conocer a doña flechas y arcos, puedo decir que existen irlandeses decentes, no la gran mayoría, pero algo es algo— reconoció la líder del grupo, esbozando una sonrisa sarcástica.
Marlenne negó con la cabeza, percibiendo que talvez Blaire tenía alguna historia con respecto a algún hombre irlandés y por eso no tenía una buena apreciación para con la gente de su país natal.
—Por lo general las personas son hospitalarias y amables, aunque tienen un ingenio y sentido del humor algo particular —señaló sin poder reprimir una sonrisa —Tenemos buena música, buenas fiestas, buena cerveza y este hermoso paisaje capaz de conquistar hasta al más arisco de los corazones —refutó Marlenne observando directamente a Blaire, quien puso los ojos en blanco—. No tenía idea que ser ávido de mente te convertía en un timador o quizás no había salido nunca tan lejos de los límites de mi condado para conocer la verdadera personalidad de mis compatriotas.
En el puerto de Calafort, el movimiento de marineros, mercantes, empresarios y comerciantes conseguía que no se pudiera escuchar con claridad ninguna conversación en particular. De cierta forma, todos quienes habían emprendido ese viaje estaban agradecidos de estar en tierra, no todos disfrutaban tanto del oleaje como Heidrun, por lo que ese constante vaivén lograba que varios quisieran dormir hasta que les dijeran que el piso no se movería más, además que les había costado trabajo mantener la comida en sus estómagos durante aquella larga travesía por el mar.