En 1870, Marlenne Fitzgerald conoce muy bien los pros y contras de provenir de una familia en donde sólo hay mujeres.
Uno de los beneficios es que cada una de ellas conoce el poder que lleva dentro, pueden sacar a relucir las capacidades que poseen...
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SAIGHEAD BOIREANNACH XXVIII. Elecciones de vida. ____________________________
Adela se paró frente al atelier de madame Brown del brazo de Anabella, quien refunfuñaba de manera notoria debido a la situación, totalmente abochornada y haciendo berrinches. La hermana menor se percató de que su hermana no iba a dar su brazo a torcer, por lo que la mueca en su cara se hizo más evidente que hace segundos atrás.
—Adela...
—Quiero que te calles, Anabella. Entrarás con madame Brown y vas a trabajar aquí, lo harás con agrado o sin él, pero lo harás. No me importan las excusas que vayas a ponerme o cuántas lágrimas sueltes por eso, no terminaré de criar a una chiquilla caprichosa ¿porque sabes qué? detesto a esas niñas que creen que pueden hacer lo que quieran, no naciste en una cuna de oro, lo lamento por eso. Pero no tienes idea de lo que he tenido que hacer para poner a flote a esta familia, así que es momento de que también colabores ¿me has oído?
Anabella rodó los ojos y tomó el bolso de mano que cargaba Adela con algunas raciones para que se sirviera en el almuerzo.
—Eso, quiero verte con la cara llena de risa. Aprenderás y te ganarás la vida.
Su profunda plática fue interrumpida por Madame Brown, quien apareció en la puerta del atelier con una sonrisa.
—Me alegro que haya sido puntual, señorita Fitzgerald. Pase, su puesto de trabajo la espera.
—Muchas gracias, señora Brown, pero quizás sea un peligro, la verdad es que no sé si mi hermana se lo dijo, pero no sé nada de esto, no se coser, no se ni siquiera hilvanar una aguja. —No te preocupes, te entrenaremos. Serás una excelente costurera dentro de poco, ya lo verás. Crear piezas de vestuario es vigorizante y muy motivador.
Anabella levantó las cejas con fastidio.
—Lo que diga, después de todo, mi hermana estará muy contenta con esto.
Ingresó al lugar, siguiendo a la señora y bajaron por las escaleras al sótano donde se encontraba el taller, para su sorpresa no era un lugar de mala muerte, habían allí otras tres chicas que se encontraban sentadas frente a un mesón individual donde había una máquina de coser elegante, telas e hilos muy finos.
—Estas serán tus nuevas compañeras, espero que trabajes sin inconvenientes con ellas. Te enseñaré todo lo que sé, porque mi negocio tiene mucho prestigio—señaló la mujer—No te metas en problemas, no es tu labor hablar con los clientes, solamente estar aquí en el cuarto de máquinas ¿quedó claro?
—Sí, madame. Aunque quisiera pedirle que considere tenerme en el mostrador, como puede ver soy muy hermosa—mencionó con la confianza por las nubes—, además tengo un buen gusto y suelo ser persuasiva, así que podré convencer a sus clientes de comprar más atuendos.