Capítulo 41

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Pov Daniela

Como cada miércoles me dirigía a la consulta del psicólogo.

Sí, desde que paso todo aquello mis padres me dijeron que sería bueno para mí, y aunque al principio estaba muy asustada ahora voy llevando todo un poco mejor.

Estaba en la sala de espera cuando, un señor con cabello blanco, gafas y ojos miel salió de la consulta y dijo mi nombre, era mi psicólogo Finn Griffin.

Finn: Daniela, tu turno.

Me senté en el sofá de color verde que había en la consulta.

Finn: ¿Y cómo ha ido esta semana? -siempre empezaba sus sesiones con esa frase.

Calle: A ratos bien y a ratos mal.

Finn: Cuéntame.

Calle: Intenté ir de nuevo a clases.

Después de todo aquello, me entró el miedo a todo, no podía salir de mi casa, incluso a veces me daba miedo bajar a la sala y tenía que pedirle a Juli que fuera conmigo. Mi hermana sabia parte de la historia, sabía que yo estaba mal pero nunca le contamos lo que pasó realmente en mi casa esa tarde. Cuando llegó del campamento me vio con la pierna vendada y le dijimos que me había mordido un perro; la pequeña no era tonta y sabía que algo iba mal, durante el periodo del juicio ella se daba cuenta de que algo me pasó cuando ella no estaba, pero prefirió no preguntar.

El miedo a encontrarme con los que me hicieron daño siempre estaba por ahí por eso llevo casi dos meses sin ir al instituto. Sé que eso es malo, pero no lo puedo evitar, por las mañanas me levantó con la intención de ir pero cuando voy a salir por la puerta de mi casa me entra el pánico y no consigo salir.

Finn me dijo que era normal que en ese lugar había vivido cosas muy malas, pero que tenía que intentar, no olvidar eso es imposible sino remplazar esos recuerdos por otros mejores.

Finn: ¿Conseguiste ir?

Calle: Me levanté, me vestí, pero no, no fui - agaché la cabeza avergonzada.

Finn: Calle, dijimos la semana pasada que poco a poco ¿no? Hace unas semanas no salías de la cama, mírate conseguiste levantarte y vestirte, al menos lo intentaste, no te quedaste durmiendo - me animaba.

Calle: Ya, pero no quiero perder el año.

Finn: Primero va tu bienestar, después lo demás, sino superas el año ya lo harás al que viene, tienes aún mucho tiempo -hizo una pausa-. Vale, lo intentarás esta semana otra vez. ¿Está bien? Sino lo consigues ya veremos la próxima semana, confió en ti -le sonreí tímidamente.

Calle: ¿Cómo puedo hacerlo? -pregunté en un susurro.

Finn: Daniela, no tienes que avergonzarte, puedes preguntarme lo que quieras, para eso estoy. Recuerda yo no voy a juzgar nada de lo que preguntes, por más tonta que parezca la pregunta hazla, yo estoy aquí para escucharte y conseguir que salgas adelante -dijo al escuchar mi susurro—. ¿Cómo hacerlo? -repitió mi pregunta y yo asentí―. Aunque suene muy cliché y que es una típica frase de psicología... Tienes que apoyarte en las personas que te quieren, salir por ahí, despejarte, no encerrarte, ¿entiendes? Si sales tu mente estará distraída.

+

Calle: No tengo con quien salir.

Finn: ¿No? Mmmm... Eso es mentira, Dani, tus padres, tu hermana, la amiga de la que me hablaste.

Mariana.

Calle: No quiero molestar con mis problemas.

Finn: Voy a serte muy sincero, tienes que cambiar esa forma de pensar, no querer parecer débil y que todo está bien no te ayudará. Ellos seguro que están encantados de pasar un rato más largo o corto contigo y si encima te ayudan lo harán con más motivos.

Cuestión de Tiempo | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora