She (Kai Anderson)

28- Patada

Grin estaba en su habitación bañándose cuando sintió un pequeño aleteo en su vientre, se preocupó y trató de calmarse.
-No es nada...

Salió de la ducha y escuchó que tocaban la puerta.
-Grin, está lista la cena.

-Ya voy.

La joven se puso su pijama y bajó.

Como todos los días, Bill preparó la cena, amaba cocinar y no quería que ella se esforzara.
-Sientate.

Grin se sentó y Bill le sirvió un plato de sopa.
-Disfruta, necesitas algo reconfortante.

Le sonrió.
-Gracias Bill.

Bill la observaba comer, para él era la mujer más hermosa que había visto en su vida.
Cuando la vio el primer día, se enamoró de ella.
-Recuerdas la primera vez que hablamos?

La pregunta la tomó por sorpresa.
-Mmm... creo que sí. Fue cuando te equivocaste de sala?

Bill rio.
-Si. En realidad no me equivoqué, quería saber tu nombre por eso fui a esa clase y me senté junto a ti.

Grin se sorprendió.
-De verdad? Me tuviste engañada todo este tiempo.

Ambos rieron.
-Fue un momento muy extraño, me sentí como un acosador.

-Un poco, si.

Estuvieron conversando sobre el pasado, en lo mucho que se divertían juntos y en lo mucho que sufrieron separados.

Entre la emoción del momento, Bill le tomó la mano a la joven.
-Me arrepiento de haberme ido.

La joven miró su plato vacío.
-Era lo que tenías que hacer, ya no importa.

Bill le tomó el rostro y la besó.
Era un tierno beso.
Grin se estaba dejando llevar cuando volvió a sentir un aleteo.
Se separó de él.
-No, Bill...

El joven le acariciaba el rostro.
-Grin, podemos estar juntos de nuevo, como antes y ser una familia.

Grin se levantó.
-Bill, no es tuyo.

Se alejó del lugar para ir a su habitación, dejando a Bill sólo.

Abrió una botella de vino y bebió de la misma.
Frustrado, miró al techo.
-Si no es mío, entonces no nacerá.
.
.
.

Al día siguiente llegaron al hospital y como cada día, fueron a los vestidores.

Grin no le había dirigido la palabra en toda la mañana y Bill estaba preocupado.
-Grin...

La chica se volteó.
-Lo siento Bill. No debí hablarte así anoche.

Bill no esperaba esa reacción, pensó que no le hablaría.
-No es...

-Haz hecho tanto por mí y la única forma en la que te agradecí fue sacarte en cara que no eres el padre. De verdad lo siento, soy una estupida.

El joven sonrió.
-Fui yo el estupido, me sobrepase.

Grin se acercó a él.
-Entonces los dos somos estupidos.

Bill se acomodó el cabello.
-Si...

-Grin, tengo una buena o mala noticia, depende cómo se vea.

Parker entró sin aviso.
Grin se asustó.
-Que pasa?

Parker vio a Bill.
-Oh... genial. Miren, no quiero reclamos ni nada. El jefe es el que manda, no yo.

Ambos jóvenes se miraron preocupados.
Parker tomó aire.
-Kai pidió que tú y solo tú lo atiendas, y como es el futuro alcalde... ya sabes, tiene privilegios.