Derrotado

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POV: Max

Había transcurrido tres semanas desde mi plática con Pierre y no podía dejar de preguntarme por qué Charles no me había venido a buscar, esperaba que llegará furioso y me reclamará, me gritará, intentará atacarme, no lo sé,  pero no que no hiciera nada. Tampoco quería tentar mi suerte yéndole a buscar, ahora solo quería centrarme en estar preparado para el Faoiltama.

Igualmente había optada por intentar hablar con Lando, traté de entrar a su territorio escabulléndome, pero al hacerlo me di cuenta que habían intensificado las fuerzas de seguridad de su frontera, cerca de ahí me había encontrado con Jenson, el cual me explicó que el señor Norris puso a todos lo alfas libres a cuidar la zona con instrucciones específicas de no dejarme pasar y si intentaba hacerlo entonces tendrían derecho a matarme por desacato a su estúpida orden oficial.

Que se metiera su orden por el culo.

También le pregunté por Lando, estaba muy preocupado. Él solo me contó que se encerró en su habitación y no dejaba a nadie entrar, ni siquiera abría la puerta para que le pasaran comida, su padre se estaba exasperando por la situación, además que mencionó el cómo usaba todas sus fuerzas para maldecirme. 

Podía decir plenamente y con la seguridad de tener mis facultades físicas y mentales funcionando correctamente, que yo odiaba a ese hombre.

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En definitiva ya no tenía escapatoria, tenía que asistir a ese jodido ritual si quería recuperar a mi omega, tomé en cuenta el plan de Gasly y decidí mandar solicitud de entrada a tres manadas diferentes, tuve que viajar bastante para poder hacer las pruebas correspondientes y después de unas cuántos días todas me avisaron que era aceptado como un miembro más de sus clanes. Solo lo había hecho por si alguna no me aceptaba, sinceramente no pensé que todas lo harían, pero daba igual, ahora tenía algún lugar al que escaparme para cuando Charles quisiera matarme y para cuando el padre de Lando nos buscara.

Mi casa casi estaba vacía, había empacado casi todo, mi padre me dijo que me ayudaría con la mudanza en cuanto yo le avisará. Estaba algo nervioso, básicamente iba a raptar a Lando o bueno, a los ojos de su padre sería así, yo no lo iba a obligar a quedarse conmigo si no quería, si él decidía hablar con su padre y convencerlo, lo respetaría, aunque fuera completamente inútil conversar con ese señor.

Preparé mi coche con lo necesario para Lando y para mi y comencé mi viaje hasta el Faoiltama.

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Repugnante, simplemente repugnante, era asfixiante el aire en el área de los alfas, todo olía a pura excitación, como si estuvieran en celo. Todo me asqueaba, principalmente el monto de lobos rabo verde que veían con lujuria a los omegas que se encontraban a varios cientos de metros de aquí.

Los ignoré lo más que pude y traté de relajarme un poco, al mismo tiempo que se daban las indicaciones para iniciar el ritual, gritaban las reglas y las respectivas sanciones si alguien se atrevía a infringirlas. Solo volví a prestar atención cuando dieron la señal de que podíamos ir a buscar a los omegas. 

En ese momento todos mis sentidos se activaron y rápidamente me puse a rastrear el olor de Lando, aunque a veces lo perdía porque mi tonto lobo se distraía con el aroma de otro omega, el cual se me hizo familiar. Podía jurar que esa esencia era de Sergio, pero parecía que tenía agregado un olor algo picante que intentaba cubrir con los aromas de algunas hierbas. Que raro.

Agité mi cabeza y volví a mi tarea de encontrar a Lando, logré detectar la intensidad de su olor cerca. Me aferré a ese pequeño hilo aromático, hasta que por fin lo hallé temeroso entre un montón de alfas. Ambos cruzamos miradas y sentí de nuevo ese cosquilleo interior pidiendo por tomar a Lando y protegerlo de todos estos lobos tarados.

Instinto primario (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora