XXI: Muchas tazas de baby Yoda

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-Tutuuutuuuuutututuuuuututututuuututututuuuuuuu...- Sonaba la canción de Star wars. Me levanté de la cama de un salto. ¿Que narices...? ¿Estaba soñando con Star Wars? Si que me ha afectado lo de la taza, dios mío...

Pero no, la música venía del exterior de mi mente, de la puerta de mi habitación.

Deslumbrada por la luz que entra miré hacia allí. Alguien. De pie. Vestido de... ¿Darth Vader? Con un altavoz en la mano. Y... bolsas. Sí, llevaba dos bolsas de plástico en las manos.

-¿Que cojones?- Dije frotándome la cara con las manos. Me acababa de despertar. ¿No había otra forma de hacerlo?

-Buenas tardes princesa.- Oí la voz de Damiano.- Te traigo un pequeño... obsequio. Sí, llamémoslo así.

Se acercó a mi y dejó las bolsas sobre la cama. Al hacerlo se quitó también la máscara.

-¡¿Tú no venías esta tarde?!- Pregunté eufórica.

-Cariño, son las cuatro de la tarde.- Tardé unos segundos en asimilarlo, o sea había dormido todo el día. Joder. Vaya perdida de tiempo, aunque en realidad lo necesitaba.- Pero venga, mira lo que hay.

Abrí las dos bolsas y dejé sobre el colchón su contenido. Cajas. Muchas cajas. Pequeñas, como del tamaño de un vaso. Eso me dió a entender muchas cosas. Abrí la primera. Era mi taza de Baby Yoda...

-Damiano...- Dije sonriendo. Casi que se me escapaba una lágrima.- Espera. Si esta es mi TazaYoda... ¿Las otras veinte tazas que...?

-Abrelas.- Me interrumpió. Y comencé a abrirlas todas, una por una. Todas eran iguales. Ahora tenía muchísimas Tazas de baby Yoda...

-Vale ¿Y esto?- Le pregunté con el ceño fruncido.

-Así si se te rompe una, tendrás veintitrés más.- Me dijo con una sonrisa.- Y son muy tiernas. Puedes tenerlas sobre tu estantería.

-No hacía falta, ya lo sabes.

-Lo sé. Y también sé el afecto que le tienes a todas tus cosas. Sobretodo si te las regalo yo.- Añadió posando su mano debajo de su barbilla.

-Gracias.- Me levanté de la cama con cuidado para que no se cayera ninguna taza y me lancé encima de él, rodeando su torso con mis piernas, y su cuello con mis brazos. Noté sus manos en mis muslos.- Te he echado de menos.

-Solo han pasado dos semanas.- Me respondió quitándole importancia.

-¿Y qué? ¿Tú no me has echado de menos?

-Hombre... pues la verdad no much...

-¡Damiano!- Le interrumpí.

-Es que a ver...- Continuó lentamente.- No es que me encante estar contigo. Eres muy pesada... te tiras muchos pedos..

-¡Eso no es verdad! ¡Ese puesto lo tiene Victoria!- Damiano sonrió. Ya sabía que lo decía en coña, Damiano me ama, pero me gusta darle algo de dramatismo.

-¿Y como has estado estos días?- Me preguntó.

-No lo sé. Estos días he estado bien pero hoy el día está siendo una mierda.

-¡Eh! Gracias eh...- Me dijo con sarcasmo.

-No por ti. Antes de que me durmiera era una mierda.

-Cuéntame.- Dijo sentándose en el borde de mi cama aún conmigo encima.

Le conté lo de la taza y lo de Laura.

-Es que están súper raros hoy. Victoria estaba muy poco comprensiva, muy a su rollo. No se. ¿Tanto adorais a Laura?

-Yo no. No te preocupes. No me cae mal, ya lo sabes, pero la veo algo infantil, poco madura.

-¡Gracias a Dios!- Grité al darme cuenta de que alguien más compartía la misma opinión que yo.

-Por cierto.. ¿Tú porque no te quieres llevar con ella?

-No me gusta salir de mi zona de confort, ya lo sabes. Y no es una persona que me llame la atención especialmente. Por cierto tengo hambre.- Dije cambiando de tema.

-¿Que hay en casa? ¿O os lo habéis comido todo ya?- Dijo gracioso.

-No hay gran cosa. Hoy Victoria y Ethan tendían que hacer la compra, en teoría. Pero no tienen mucha pinta de ir a hacerlo.

-Ya. Bueno ¿Que piensas comer? Son las cuatro de la tarde. Casi que te podrías hacer un croissant.

-¡Ohh! Croissanes... ¿Hacemos croissanes?

-Ay madre mía. Haz lo que quieras.

-No. Hacemos. Tú también.- Le dije sonriente. Dam resopló.

-Como tú digas...

Maneskin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora