Prólogo

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47 llamadas perdidas de Ethan, me sabe mal no contestarle pero no estoy lista para hablar.

Tengo un apartamento en un pueblo cercano a Roma, de vez en cuando quedo con Giorgia y Federica, una amiga suya, ya que al no estar con el grupo me he quedado bastante sola, ellas me han acogido muy amablemente y nos hemos hecho bastante amigas. Al poco tiempo de llegar a Italia Giorgia me escribió preocupada preguntandome que había pasado. Desde entonces he confíado mucho en ella y ahora nos vemos bastante.

-Creo que deberías llamarle.- Dice Giorgia desde el otro sillón de su comedor al ver, que tenia la mirada clavada en la pantalla del móvil, sobre las llamadas perdidas de los 4 músicos. Sí, también de Damiano. Supongo que al haber estado fumado y en condiciones no muy sanas cuando discutimos se siente mal pero por ahora no le llamaré, necesito un tiempo para mi.

-Lo se- le respondo-. Pero por ahora no puedo, no soy capaz.

-No te preocupes, cuando llegue el momento ya lo harás. Pero entonces ¿te has ido del grupo o solo de la casa?

-Solo de la casa, la verdad me siento igual de preparada para llamarles que para irme de la banda. Además hace nada que llegué, y ahora esto es mi vida, no puedo dejarla.

La pelinegra me miró con una mirada un poco triste, me tendió su mano y yo la agarré.

-Al menos te tengo a ti- dije mirando la mesa.

-También les tienes a ellos. Aunque te hayas ido te quieren igual y estarán a tu lado cuando quieras volver.

Una lágrima recorre mi mejilla. Apoyo mi cara en su hombro y lloro más. Se me hará duro estar sin ellos, pero en el fondo es lo que necesito.

-¡Venga!- Exclamó Federica entrando en la sala.- ¡Hay que animar esto un poco! ¿Que os parece ir por un helado? Podemos ir dando un paseo hasta el coliseo.- Nos miró atentas. Este plan es el que necesitaba, a ella es a quien necesitaba, ua pequeña lucecita en medio de la oscuridad, así era Fede.

-Mucho turista...- Bufó Girgia a mi lado.- Pero me parece bien lo del helado.

-A ver, es martes...- Dije apoyando la idea de Fede.- No hay mucha gente.

Finalmente así lo hicimos. Nos vestimos de forma casual y fuimos a por nuestro helado. La heladería quedaba de camino al coliseo así que no ibamos a tardar mucho. Ya era algo tarde, el Sol estaba empezando a alejarse de la ciudad, y el cielo estaba teñido de un rosado un tanto morado. ¿Que puedo decir? Me encantan los atardeceres y a pesar de seguir teniendo los ojos rojos e inchados de llorar esta es la tarde perfecta.

Ha llegado un punto, después de alejarme del grupo en el que no me entra la pena casi nunca. Los primeros días, que dormí con Giorgia porque no tenía casa, por la noche me entraba la pena y los echaba de menos... Sí, como una niña pequeña que se va de viaje de fin de curso y extraña a sus padres desde que coge el autobús. Así que al no sentirme tan mal ultimamente de vex en cuando me entran las ganas de llorar, como hoy.

-Serán nueve euros.- Dijo el heladero dejando sobre el mostrador la tercera tarrina de helado.

-Invito yo.- Dijo Giorgia sacando el monedero del bolso.

-No hace falta.- Aseguré.- Ya me has pagado muchas cosas desde que estoy aquí, yo pago.

-Insisto.- Le dió un billete de diez al chico que estaba esperando que nos decidieramos a ver quien pagaba.

Cuando cogimos los helados y nos fuimos, comencé a disfrutar más del tiempo y de la compañía. Se sentía bien salir con alguien que no fueran los mismos cuatro de siempre.

Mientras caminabamos riendo y charlando, mis ojos se fueron inconscientemente hacia alguien, ni había visto quien era, hasta que me fijé. Frené en seco, en frente de nosotras estaba Giovanna, la que era mi mejor amiga, un tanto manipuladora y odiosa, pero la unica persona que me acogió cuando vine sola a Italia.

-¡Vaya!- Dijo con una falsa sonrisa. Iba sola, igual de arreglada que siempre, esa chica era como una muñeca "Bratz", siempre maquillada y bien vestida. Con cada segund que pasaba me sentía más incomoda.- Alda Cooper... Que sorpresa... ¿No estaban en Los Angeles? ¿Es verdad que has dejado el grupo?

Odiaba esto de Giovanna, siempre hacía preguntas de forma inocente cuando esa no era para nada su intención.

-No, no he dejado el grupo, solo estoy... de vacaciones.- Aseguré tranquila.- Y tengo mejores cosas que hacer...- Cogí a Giorgia por el brazo y a Federica por el otro y tiré de ellas, quería irme.- Así que nos vamos.

Sin decir nada más seguimos caminando, alejandonos de ella. Si me dieran el poder de hacer desaparecer una sola cosa de esta ciudad, sin duda sería esta chica. En fin... Después del pequeño encuentro decidí relajarme y disfrutar de la salida. 

Maneskin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora