XXIII: Dam, siempre fuiste tú

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Nada más llegar al hotel entré en mi habitación compartida con Damiano y me lancé dramatica encima de la gran cama de matrimonio. Todas las habitaciones eran individuales, excepto la de Dam y yo, y la de Ethan y la rizitos de plastico, alias Laura.

-¿Qué?- Me dijo Damiano de pie desde el otro lado del cuarto. Se me quedó mirando unos segundos.- ¿Ya estás cansada de estar aquí y ni ha empezado el concierto? Si que te marea viajar.- Añadió sarcasticamente divertido.

-Me parece que no es concretamente el avión lo que me produce este dolor de cabeza.- Dije abriendo los ojos de forma exajerada.

Damiano de repente se tiró sobre mi.

-¡Auch!- Le grité al notar todo su peso sobre mi. Estaba boca abajo completamente estirado sobre mi. Yo por mi parte, estaba boca arriba, debajo suyo, con poco espacio para respirar- ¡¿Que haces?!

Dam, sin hacerme ningún tipo de caso undió su cabeza en mi cuello, y convirtió el achuchón bruto en un abrazo. Envolvió todo mi cuerpo con el suyo, como si quisiera protegerme de algo, incluso de él mismo. Sus brazos musculosos, que notaba cada vez más tiernos, más comodos, rodeaban mis pechos y mis hombros. Sus piernas también rodearon las mias. No pude evitar sentir alivio, mi cuerpo se deshizo de cualquier tensión que tuviera, y a pesar de lo nerviosa que me ponía Damiano cuando estaba tan cerca, mi respiración también se relajó. Me sentía segura, como siempre me hacía sentir él; como en casa, como si estuviera dentro de un bunquer con paredes acolchadas, con las cuales por muchos terremotos que hubiera en el exterior a mi no me dañarían. Así me siento con Damiano y es por eso que lo amo tanto y pienso cuidarlo hasta que mi cuerpo esté bajo tierra.

-¿Te puedo confesar algo?- Soltó de repente después de unos minutos de silencio. Yo solo asentí con la cabeza, no me veía capaz de pronunciar ningún argumento con sentido. Joder, ya no estaba enamorada de Dam pero me era inevitable no sentirlo todo cuando estaba cerca suyo.- ¿Puedo?- Repitió como si no se hubiera enterado de mi respuesta.

-Claro.- Dije con un pequeño nudo en la garganta.

-A pesar de todo. A pesar de que no somos nada, ni vamos a serlo, siento unas putas mariposas en el estomago cada vez que te acercas a mi... Ni siquiera como algo romantico, eso pasó hace mucho tiempo, solo...No sé, es como si hubiera encontrado a mi alma gemela. Y sé que suena estupido y adolescente pero es que contigo siento como si no me faltara nada, porque es real, contigo lo tengo todo. Y te quiero dar las gracias por eso. Aunque tal vez no te des cuenta, estás sacandome de un agujero en el que tú no me metiste, estás curando mis alas, por eso.. Ahora quiero volar contigo, Alda.- Me dijo con la voz más ronca, supe al momento que él también estaba llorando.

-Joder Dam...- Fue lo unico que pude decir. Con los ojos llenos de lagrimas y las mismas mariposas que dijo Dam revoloteando por mi estomago, le abracé más fuerte.

Su discurso fue muy cursi, demasiado. Pero veces son las cursilerías lo que necesitas oír.

Maneskin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora