14: Riesgoso

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El ventilador esparcía la misma brisa tibia por el apartamento, pues la persona descansando dentro no quería sobrepasar el presupuesto del mes prendiendo el aire acondicionado. Había libros esparcidos por la cama y el piso, y aunque normalmente se preocupaba por mantenerlos en buen estado (pues le habían costado más de lo que pagaba rentando la habitación por mes), el calor no lo hacía querer hacer nada.

Sostuvo el pedazo de papel en alto, leyendo el número escrito ahí por quizá quinta o sexta vez ese día.

"Llámame si cambias de opinión"

Cerró los ojos, intentando ignorar los gritos que resonaban a través de las paredes. Otra discusión, supuso. Era un mal barrio, y las peleas, tanto como los gritos (y otros sonidos desagradables ) eran una ocurrencia de su día a día. Otro recordatorio de lo mucho que necesitaba dinero.

— Como si fuera a dármelo- murmuró para si mismo, negando. Era obviamente una trampa, y si accedía moriría por seguro. Aún si no moría, ¿cómo podía estar seguro que Sasaki cumpliría con su palabra? No lo conocía, sólo sabía que Azumaya lo quería lejos del departamento. No le importaba la seguridad de Saijo Takato (se sentía mal, claro, pero no lo conocía tan bien como para arriesgar su vida salvándolo), ni ayudar a Sasaki o meter a Azumaya tras las rejas, por mas miedo que fuera a darle. Sólo necesitaba dinero.

Con el pago de la renta (el cual tomaba la mitad de su cheque), las facturas retrasadas y los préstamos escolares pisando sus talones, cada día se encontraba deseando sólo desaparecer y terminar con todos sus problemas, incluso había considerado seriamente prostituirse. La matrícula también debía ser pagada en un mes, como si no tuviera ya suficiente estrés sobre sus hombros.

Talló su frente, despidiéndose de su perro y abriendo la puerta, siendo, en retorno, golpeado en el rostro por los fuertes rayos de sol, y la molesta risa de un par de borrachos pasando por la calle. Era extraño saber que el mundo continuaba cuando él sentía que se ahogaba en problemas. Incluso era cómico, de cierta forma.

Tomó el camino usual al trabajo, pausando por momentos a ver a su alrededor. La última vez que había caminado despreocupado por esa calle había sido dos años atrás, cuando recién se había movido. Ese día le dieron una paliza y le robaron tanto el celular como la cartera, desde entonces juró mantenerse alerta a cada momento.

— Buen día.

Saludó al portero que trabajaba de media noche a la mañana, quien ya se encontraba listo para salir y descansar. Se preguntó lo mucho que habría escuchado de parte de Azumaya, y si estaba siendo amenazado igual que él. Ellos dos eran los únicos trabajadores disponibles, además de la conserje (quien había faltado al trabajo por casi dos semanas.) No le extrañaría saber que estaba muerta, pues la ultima vez que la había visto fue cuando subió a limpiar el piso 3.

Un escalofrío recorrió su espalda, llenando su mente de escenarios peligrosos. Cada que regresaba a ese lugar era bienvenido por todo tipo de pensamientos ansiosos, y todos se centraban alrededor de Azumaya. Si tan sólo no fuera tan cobarde, lo afrontaría y reclamaría su propia seguridad a cambio de su silencio. Era una idea estúpida, pues Azumaya era quien llevaba la mano delantera, pero se valía fantasear, ¿no?

Lo bueno de trabajar la tarde era que sólo debía ver a Azumaya cuando volvía del trabajo, y para entonces volvía de buen humor (no sabía porqué) así que raramente le prestaba atención. Este, desgraciadamente, no fue uno de esos días.

Su cuerpo se heló (al igual que cada día) al verlo entrar, y aunque rezó porque no se acercara a él, terminó viéndolo cara a cara cuando este se detuvo frente suyo, aquella sonrisa aterradora decorando su rostro.

— Asa-Kun, ¿verdad?

— ¿S-Si?- Su voz era suave y agradable al oído, eso explicaba porqué se había vuelto tan popular con las chicas. Sólo lo había escuchado dos veces antes, una cuando Takato se quebró el pie, y la otra cuando lo había amenazado con fotos de su familia, y pedido avisarle sobre cualquier visita sospechosa. De no ser porque vivió aquella aterradora experiencia en persona, él sería uno de los muchos que lo creía inocente.

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