22: Desastre

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Dejó la bolsa de ropa desplomarse en el suelo, mirando a su alrededor. Había papeles (seguro de la obra en la que participaría antes de ser secuestrado) sobre la mesa, al igual que latas de cerveza y un pedazo de pastel a medio comer.

Debió sentirse feliz, incluso eufórico, pero sólo sintió un vacío al fondo de su estómago.

Caminó, cogeando, hacia su habitación, encendiendo la luz. La cama estaba tendida, no recordaba haberla tendido, pero igual no recordaba mucho.

Se recostó en esta. Estaba fría. Cerró los ojos, recordando esa tarde y las palabras de Chunta.

Creo que te voy a dejar ir.

— ¿Eh?- contestó, creyendo que se trataba de una broma.

Miró a Chunta. Su mirada era seria.

— Te dejaré ir- repitió. Sintió sus piernas debilitarse.

— ¿Por qué?

— No creo poder contenerme.

— ¡Entonces no te contengas!- gritó, poniéndose en pie. El empleado tras el mostrador lo volteó a ver por un segundo, volviendo la vista a su celular casi de inmediato. No era su problema.

— No, Takato-San-contestó Chunta, sonriendo triste-no lo entiendes.

— ¿Entender qué? Puedes ser egoísta conmigo- no entendía bien lo que decía, y tampoco entendía por qué estaba tan desesperado.

Recordó la forma es que su corazón se detuvo al escucharlo decir aquello. La forma en que el miedo lo consumió por completo, en que sus pensamientos y sus palabras se volvieron erráticos.

¿Desde cuándo era tan grande su cama? ¿Tan fría?

No había recibido explicaciones por parte de Chunta, y no entendió a lo que se refería con no poder contenerse. No era débil, podría con ello.

¿Se habría cansado de él?

Pensó, sintiendo su corazón pesar. Esa era la explicación más razonable. Y tras decir que lo amaba de forma tan sincera...

No, debió saberlo. Se trataba de un psicópata, era obvio que sólo jugaba con él.

Miró al techo, luego a su celular. Chunta se lo había entregado junto con las llaves de su casa y la cartera.

— Está apagado...

Murmuró, sintiéndose ansioso. Seguro tendría miles de llamadas perdidas.

Mamá...

Papá...

Sasaki...

Pensó. Tras despedirse de su madre de tal manera, ¿cómo la afrontaría? O a su padre, con el que no había intentado contactarse. O Sasaki, quien seguro se culpaba por lo que sucedió.

Decidió no pensar mucho en ello, dejando el celular al lado de la cama.

Tal vez pasó una hora en silencio, pensando en cada evento del día y en lo que pudo hacer mal para ser desechado de tal forma antes de, por fin, poder caer dormido.

...











































A la mañana siguiente se arregló, usando un traje que, aunque le había traído comodidad en el pasado, ahora le incomodaba. Se lavó los dientes, arregló su largo y desastroso cabello, y miró la pantalla de su celular por última vez antes de salir, preparándose mentalmente para ver a su familia. Después de todo debía hacerlo tarde o temprano, o eso fue lo que dijo para convencerse a si mismo de no permanecer oculto en su habitación por el tiempo que fuera posible.

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