1: La Sonrisa Del Diablo

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Lo primero que notó al despertar fue el incesante dolor en su pierna derecha. Sentía cada centímetro de su piel picar y arder, como si alguien hubiese insertado agujas dentro y siguieran ahí, enterradas en lo más profundo de su carne.

En su estado adormilado ignoró el dolor, y-estúpidamente-creyó que lo mejor por hacer sería caminar alrededor y acumular tanta información como le fuera posible. Fue ahí que notó lo segundo: las esposas.

Estas aprisionaban ambos brazos y pies, dificultando cualquier movimiento o intento por ponerse en pie. Aun así decidió intentarlo, cayendo-como era de esperarse-al suelo en cuestión de segundos, adolorido y mareado. La pierna. Claro.

Este pequeño accidente lo despertó por completo, y, queriendo confirmar si el dolor se debía solo a una mala noche de descanso o a algo más serio, estiró ambos pies tanto como el dolor se lo permitió, notando todo su lado derecho cubierto en una combinación de colores verdosos, morados y oscuros. Podía ver las venas palpitar, llevando sangre por toda la extremidad. Más que verlas, podía sentirlas.

¿Dónde estaba? ¿Lo habían drogado? ¿Qué le había sucedido a su pierna?

Entonces notó lo último, algo que, si no fuera por la gravedad de las cosas antes mencionadas, hubiera descubierto con mayor rapidez: su falta de ropa, y el lugar donde yacía.

Un apartamento de apariencia normal. Claro, exceptuando las cámaras pegadas a las paredes y al techo, monitoreando cada uno de sus movimientos. Tal vez fueran 5, como mínimo.

Se sentía expuesto ante el mundo. No era la misma sensación que obtenía trabajando en un set, era una sensación de impotencia y terror que cegaba cada uno de sus sentidos.

Miró ansiosamente a su alrededor en busca de pistas, pero todo fue en vano. Su respiración se volvió pesada y rápida. Podía sentir una opresión punzante al interior de su garganta y pecho, similar a un ataque al corazón. Debía salir de ahí, ¿Moriría? ¿Así era morir?

"Concéntrate"

Reflexionó, cerrando los ojos e intentando regular su respiración, contando desde 1 a 10.
La droga (o lo que sea que estuviese adormeciendo su cuerpo) no le permitía gritar o moverse con libertad, pues su cuerpo se sentía extrañamente pesado. Podía moverse, solo tomaba más energía de la que normalmente tomaría.
Debía pensar en el motivo, la serie de eventos que lo habían llevado ahí.
Trató de repasar la noche anterior, siendo el dolor de cabeza y huesos rotos el único obstáculo en su búsqueda.

Recordaba ir al bar junto al resto de su equipo.

Recordaba reír y compartir comentarios con el director de su nuevo proyecto, una película basada en algún cómic popular.

Recordaba haber hablado con el coprotagonista. El chico era más joven que él y poseía menos experiencia; pese a eso, ya se encontraba siendo protagonista en una película de renombre, ambos actuando lado a lado. La sangre le hervía solo de recordarlo.

Esa sensación de ira... Sí, la recordaba.

El chico seguía sirviendo cerveza, animándolo a continuar hablando, y como el hombre orgulloso que era le siguió el ritmo, perdiendo su filtro social y dando paso libre a su dura honestidad.

Recordaba insultarlo, llamando atención a su ventaja en el mundo del espectáculo por ser atractivo. Le había robado el primer lugar en una revista de chismes, y estaba molesto.
Su reacción había sido inmadura, ahora que lo pensaba. Sin embargo, ya había actuado con él antes y no era tan especial. ¿Cómo podía un niño superarlo?

Luego recordaba sus manos rodeándolo, subiéndolo a su vehículo. A la distancia vio a Sasaki-su mánager-sonreír, despidiéndose de él. Era una sonrisa inocente, ajena a lo que pasaría después.
Después todo se volvió oscuro.

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