8: Orgullo

413 34 17
                                        

El recuerdo de aquella noche seguía fresco en su memoria, reproduciendo la escena una y otra vez al igual que un viejo reproductor.

Recordaba dar el pase libre a Azumaya. Era joven, tenía indudable talento y, por sobre todo, notaba aquel brillo deslumbrante en sus ojos cada que veía a Takato. Fuera admiración o algo más profundo, confiaba en él. Su instinto pocas veces se equivocaba sobre la gente, y tomaba orgullo en este hecho. Fue por ello que le pareció extraño sentir una punzada al fondo de su estómago al ver a Takato subir al auto de Azumaya.
Sabía que algo no terminaba de encajar, incluso pensó en seguirlos, pero el tiempo no se lo permitió. Debía ir a casa pronto o Nana se preocuparía. Además, ¿Cómo podía su instinto equivocarse? Ya conocía a Azumaya de un proyecto anterior, y en ese momento su sentido de alerta no se había encendido. Es más, el joven le había mostrado en más de una ocasión que era de fiar, ¿Por qué preocuparse?

Fue con esta mentalidad que volvió a casa, donde no pegó ojo una sola vez debido a la sensación de un mal presagio en su camino.

Una vez despertó llamó a Takato, no consiguiendo respuestas. Esperó días impaciente, hasta que la cruel verdad se volvió visible para todos, incluyéndole: había desaparecido, dejando atrás sólo un sentimiento de culpa, y uno de compromiso.




























































































-- Así que, ¿Me insulta a base de una corazonada? Sasaki-San, le aseguro que no tuve nada que ver con la desaparición de Takato-San. Entiendo que está estresado con todo esto, si hay algo en lo que pueda ayudar-

Rió amargamente, frustrado. Por supuesto, no lo confesaría tan fácilmente. Aún así tenía razón en algo: estaba estresado. Su forma de actuar era errática, emocional. Estaba fuera de su carácter normal, puesto que las emociones negativas-tales como la culpa y la ira- llevaban comiéndolo vivo por el último par de días. Sólo algo estaba claro en todo el enjambre de pensamientos dentro de su cabeza: debía encontrar a Takato, y para encontrarlo debía romper a Azumaya pieza por pieza. ¿Qué tipo de persona era?

-- Tienes razón, tal vez he estado algo estresado. Lamento haber explotado así, ¿Podría compensarlo invitándote por un par de tragos?

Fue ahí que notó un ápice de su verdadera personalidad: una expresión de molestia. Duró sólo un segundo, pero un segundo es más que suficiente para revelar el interior de una persona.

-- Lo lamento, tengo algunos asuntos por atender en casa, ¿Podría ser otro día?

-- Claro, no hay problema.

-- Entonces estaré en mi camino. Hasta mañana.

-- Hasta mañana.

Se dió la vuelta, y desapareció en la oscuridad de la noche. Aún dando la espalda a Azumaya, podía sentir aquella punzada al fondo de su estómago, alertándole de la situación en que se encontraba. Estaba tentando a la bestia, sólo era cuestión de tiempo antes de que esta atacara, y para entonces estaría listo.



































































































Cada día era una tortura.

Despertaba, buscaba por formas desesperadas de escapar, se rendía y a la tarde, cuando Chunta volvía, era víctima de sus caprichos.

Carnal Instinct Donde viven las historias. Descúbrelo ahora