21: Egoísta

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-- Luce muy bien en ti.

Sonrió satisfecho, dando una vuelta a su alrededor. Se encontraban en una tienda departamental, aunque había poca gente. Supuso que sería un día entre semana, eso y las constantes tormentas debían ser la causa.

— No lo sé- contestó Takato, incómodo- es algo apretado.

— Vaya, ¿en serio?

Suspiró. Eran sólo un par de pantalones, no muy diferentes a unos que tenía en casa y que solía usar, pero algo se sentía mal. La tela era fría, rígida y rasposa, tocaba su piel y no le gustaba la sensación. La camisa le daba una sensación similar, las mangas apretaban sus brazos y la tela irritaba su piel, en especial el pecho. Y ni hablar de los zapatos, un minuto con ellos fue suficiente para decidir que prefería seguir usando calcetines o pantuflas. No es que fuera a salir mucho.

Chunta consiguió más ropa, esta vez trayendo cosas ajustadas a los pedidos de Takato. Hizo una mueca al notar que eran, en su mayoría, pijamas y pantaloneras.

¿En qué tipo de persona me estoy convirtiendo?

Pensó con pesar, entrando al vestidor. Chunta entró tras él, sonriendo inocentemente.

Planea algo.

Pensó, dándole una mirada de "no planeo seguirte la corriente."

Chunta le devolvió la mirada con una sonrisa boba, casi diciendo "entendido."

Se quitó la camisa con dificultad, exclamando al sentirla tocar sus pezones. Estaban rojos e inflamados, dedujo con coraje que era culpa de Chunta.

Tomó asiento en la barra para sentarse del vestidor, sacando sus pantaloneras. Chunta ofreció ayudar, pero se apuró a hacerlo a un lado.

Suspiró al lograr su cometido, dándose un momento para recuperar el aire. Era una gran pila de ropa, no estaba seguro de poder medírsela toda.

— Veo que Takato-San prefiere estar desnudo- dijo Chunta con una sonrisa en su rostro, dándole escalofríos.

— Ni se te ocurra hacer algo, ángel en celo- murmuró, tomando una de las pantaloneras y poniéndosela entre quejas.

— No haré nada que Takato-San no quiera hacer.

Dijo eso, pero la forma en que lo redactó fue sospechosa.

Se apresuró a ponerse en pie, tratando de pasar la prenda por su trasero. Para su propia mala suerte y falta de balance, terminó cayendo y chocando contra el espejo del vestidor.

— Ugh- se quejó en voz alta, abriendo lentamente los ojos y notando a Chunta, quien lo observaba con una mirada que conocía muy bien.

Sus alarmas de alerta se encendieron, e intentó enderezarse pero no logró hacerlo a tiempo antes de sentir brazos aprisionarlo.

— Chu-Chunta.

— Takato-San- murmuró, recargando su cabeza en su espalda. Su cabeza dolía, en especial al recordar lo que había sucedido esa mañana.

Vengo a ver a mi hijo.

Había dicho la mujer, una expresión estoica en su rostro. No fue difícil recordar quien era.

— Eso no será posible.

Contestó fríamente, preparándose para cerrar la puerta. La mujer frunció el ceño.

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